Día 5, 9:30 PM.
Sede de James Editors 424,
Pacific Ave, San Francisco.
David y Frank habían pasado la tarde reuniendo toda la información sobre GoodLife, en el pendrive de Mathieu se hablaba de cosas muy interesantes. Entre ellas la intención de la compañía de usar la información genética de sus usuarios para seleccionar mejor la publicidad que les enviaban, aprovechando sus debilidades, pero sin duda la conexiones entre GoodLife y Jimmy Watson Institute rozaban lo delictivo. No parecía muy casual que justo las dos compañías fueran las que más se habían lucrado con la crisis, de hecho, unos de los documentos insinuaba que un gran momento se acercaba, sin duda se referían a la destrucción de papel por la bacteria creada por el instituto. Aun así no había nada directamente inculpatorio. Aunque si los documentos salían a la luz, la sombra de la sospecha se proyectaría sobre GoodLife y su fama de hacer siempre negocios limpios se echaría por tierra. Muchos verían en la compañía un monstruo peligroso y no el gran benefactor que todo el mundo veía ahora.
—Es suficiente para salpicarles, pero no para hundirles —dijo Frank. —Entonces la confesión es necesaria —contestó David. —Sin duda, aunque tal vez sea más fácil pillar con los dedos en la masa a Jimmy Watson. Podríamos intentar algo con él si el plan falla. —Sí el plan falla, Carmen y yo estaremos muertos —dijo David.
—A lo mejor deberíamos avisar al FBI o la CIA —dijo Frank. —Ni hablar. Eso liará más las cosas, además yo estoy acusado de doble asesinato. —Esperemos que todo marche bien esta noche. —¿Cuándo van a llamar esos malditos bastardos? —preguntó David en alto. El teléfono sonó de repente y sintió como le daba un vuelco el corazón. Dejó que pitara otras dos veces y después lo cogió.