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Día 5, 12:30 PM.

Sede de GoodLife Mountain View,

San Francisco, California.

Alicia entró en la sala visiblemente afectada. Irina detectó rápidamente que algo iba mal. Se levantó y se aproximó a ella.

—¿Qué sucede? Parece que las cosas vuelven a la normalidad. La mujer se sentó en una de los sillones del inmenso despacho y apoyó la cara en las manos.

—Me tienes en ascuas, ¿puedes decirme que pasa? —Han encontrado muerta a Susan. —¿Qué? —Como lo oyes, en una de las casas de descanso de GoodLife. —No puede ser. —Lo he escuchado en la noticias —dijo Alicia. —Ayer mismo la vi aquí. Estaba muy alterada, decía todo tipo de cosas incoherentes, le dejé un coche y le presté la casa del lago para que se tomara unos días. Al parecer un tal David Portier intentaba convencerla de no sé qué conspiración. —¿David Portier? Es el mismo al que buscan por asesinato —comentó Alicia. —Dios mío, la envié directamente a su tumba —dijo Irina. Ahora era Irina la que parecía afectada. Alicia se acercó a ella más animada.

—No ha sido culpa tuya, hay gente perversa buscando cómo hacernos daño, lo que nunca pensé es que llegaran tan lejos. —Nunca me acostumbraré a ese tipo de cosas —dijo Irina. —Los rumores empezaron desde el principio, no te acuerdas. Cuando desapareció el compañero que nos ayudó a crear el motor de búsqueda nos echaron la culpa a nosotras, después la gente lo ha seguido haciendo, es el precio del éxito —dijo Alicia. Las dos mujeres volvieron a sus mesas e intentaron adelantar algo de trabajo. La demanda de sistemas de escaneado se había estabilizado, pero aún quedaba mucho que hacer. La destrucción de papel comenzaría a remitir poco a poco, pero no creían que nadie se arriesgara a tener sus documentos sólo en papel o guardar una copia digital de los libros más importantes. En cinco días habían ganado más que en toda la historia de la compañía.