Día 4, 9:15 PM.
FBI San Francisco 450 Golden Gate Avenue,
San Francisco, California.
Jimmy saludó al jefe de la agencia en California y le entregó oficialmente el pendrive con la fórmula de los experimentos. En las próximas horas esparcirían la bacteria que tenía que devorar a la comedora de celulosa, el ejército echaría una mano. Esperaban que en un par de días el peligro desapareciera en los Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia. El resto de países tendrían que esperar un día más.
—Muchas gracias señor Watson —dijo el director del FBI en California. —El placer ha sido mío —dijo Jimmy tomando su parte del contrato firmado con la Agencia. —Espero que sea tan efectivo como dice. Dos mil millones de dólares serán transferidos a la cuenta del instituto de inmediato, el resto en una semana, cuando podamos evaluar el progreso de la bacteria. —En el laboratorio la respuesta ha sido muy rápida. Mañana mismo se empezarán a ver los resultados —dijo Jimmy. —El mundo le debe una —bromeó el director de la Agencia. —Nuestro instituto tiene una vocación de servicio. Jimmy salió del edificio acompañado de su guardaespaldas. En una semana había ganado tanto dinero, que realmente ya no necesitaba el acuerdo con GoodLife. Durante un tiempo ese par de jovencitas habían sido útiles, pero ahora tendrían que encontrar su propio camino. El Jimmy Watson Institute podía investigar el ADN de todos los seres vivos con sus propios recursos y vender la carga genética de los usuarios al mejor postor, sobre todo a aseguradoras y algunas multinacionales.
Se subió en el coche y observó la normalidad que poco a poco regresaba a las calles de San Francisco. Por unos instantes pensó que si le dieran a elegir entre el caos o el orden, no sabría decidirse por ninguno de los dos.