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Día 4, 12:30 PM.

FBI San Francisco 450 Golden Gate Avenue,

San Francisco, California.

El agente se había marchado una hora antes y les habían dejado solos en la sala de interrogatorios. Jonathan Huxley se había negado a dar su muestra hasta que llevaran a un investigador del FBI que comprendiera sobre microbiología.

—Creo que se han enfadado —dijo Mr. Rutan. —¿Por qué? Lo que les he pedido ha sido razonable. No quiero que mi trabajo se pierda detrás de un montón de burocracia o simplemente pasen los días y nadie haga nada —contestó Jonathan molesto. Mr Rutan levantó la mirada. Aquella no era su idea de un día perfecto. No es que su vida de jubilado fuera fascinante, pero al menos podía permitirse el lujo de ir a cualquier parte sin dar explicaciones.

La puerta se abrió y Mr Rutan suspiró aliviado. Dos agentes entraron en la habitación y se aproximaron a Jonathan.

—Necesitamos la muestra. Van a analizarla ahora mismo, ¿puede entregárnosla? Jonathan miró al tipo y negó con la cabeza. El agente se puso furioso y aproximó su prominente mentón a su cara.

—Mira hijo, esto no es un juego. Si no entregas la muestra estarás entorpeciendo una investigación federal. Eso son mínimo tres meses de cárcel. El joven se asustó, pero incompresiblemente mintió.

—No la llevo encima. La dejé en casa de Mr. Rutan. El anciano miró a su exalumno sorprendido. ¿Por qué diablos había mentido?, pensó mientras escuchaba de sus propios labios una excusa.

—Sí, no puede estar mucho tiempo a temperatura ambiente y como no sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar aquí… Los dos hombres se acercaron a la puerta y la abrieron.

—Vamos a su casa ahora mismo. No podemos perder más tiempo. Jonathan y el profesor se levantaron y se dirigieron a la salida. Algo les decía que aquello no era normal, pero tenían que seguir el juego o de lo contrario podían aparecer sus cuerpos en cualquier cuneta o a orillas del mar.