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Día 3, 11:35 AM.

Hearst Greek Theatre Berkeley,

San Francisco.

—Estudiamos juntos en la Universidad de Stanford —dijo Larsson. —Pensaba que eras periodista —dijo David sorprendido. El hombre le miró indiferente y continuó con su relato.

—Alicia e Irina eran dos chicas muy guapas e inteligentes. Desde el principio destacaron en el campus y eran las niñas mimadas de los profesores de la universidad, pero su genialidad estaba muy por debajo de la media de la facultad. —¿De veras? En su biografía oficial se destacan sus notas y como impactaron desde el primer momento a sus profesores. —Eso es cierto, los impactaron, pero no por sus brillantes ideas. Solían unirse a proyectos de éxito y en el último momento apuntarse un tanto a su favor. Eso es algo muy normal en las universidades que potencian el trabajo en equipo frente al individual, pero eso hubiera sido una mera anécdota si no hubieran inventado el sistema de motores de búsqueda en la red más rápido del mundo —dijo Larsson. —¿No se dice siempre lo mismo de la gente que triunfa?, que el mérito no es suyo y que plagiaron el trabajo de otro. Larsson arqueó la ceja y alzando el tono de voz le contestó:

—¿Sabes quién inventó la lámpara incandescente? —Eso lo sabe todo el mundo: Thomas Alva Edison —dijo David.

—Pues no, seis investigadores llegaron a inventos similares casi al mismo tiempo y el alemán Heinrich Goebel registró su diseño 23 años antes que Edison. —¿Y eso que demuestra? —preguntó David. —Algo parecido sucedió con el motor de búsqueda. —Ahora me contarás que lo inventaste tú —dijo David. Larsson parecía enfurecido.

—¿Qué pretendes? Será mejor que me largue de aquí. —No, perdona —se disculpó David. —¿Quieres saber la verdad? —Me quedaré callado —dijo David sentándose. —Alicia e Irina siempre han dicho que se conocieron mientras hacían el doctorado, pero no es cierto. Por lo menos habían estado en clase juntas en dos ocasiones. Alicia tuvo la idea, eso dice ella, de crear un nuevo motor de búsqueda. En broma ha comentado muchas veces que pensó bajarse Internet a su viejo Mac, pero la idea no partió de ninguno de ellas dos. Un tipo bastante gris llamado William Evans había registrado esa idea para su doctorado unos meses antes, ellas vieron filón y se unieron a él. —¿Puedes demostrar eso? —Hasta hace unos días tenía una copia en papel y los ordenadores de la universidad habían escaneado el original, ahora no sé qué habrá pasado con el documento. —Continúa —dijo David comenzando a interesarse. —Alicia continuó con su plan, pero ahora tenía un verdadero genio que le enseñó a crear un sistema de búsquedas basado en el viejo sistema de citas.

—¿El sistema de citas? —Sí, las obras científicas son más relevantes, cuantas más veces se las cite en otras obras. William pensó aplicar aquello a la búsqueda por Internet. Hasta ese momento cuando buscabas algo salían muchas veces páginas inútiles, pero él inventó un sistema que lograba rastrear las web con más links y citas. —Entiendo. —Todo el conocimiento rápidamente y al alcance de la mano. Comenzaron a ensamblar ordenadores e hicieron un proyecto piloto en la universidad que fue un éxito. Justo antes de que se registrara el trabajo y se fundara GoodLife, William desapareció de modo misterioso, sin dejar rastro. ¿No te parece muy extraño? —Posiblemente no aguanto la presión, pero no veo ningún delito en registrar una idea. —Ocultar al verdadero creador del motor de búsqueda más importante del mundo, cuando menos es poco ético. —El universo está lleno de injusticias —contestó David. —GoodLife siguió creciendo y acaparando mercado. Ahora tiene una de las empresas de móviles más grandes del mundo, con el 30% del mercado mundial, diez de las televisiones más importantes del país, el liderazgo en información en la red… —Eso ya lo sé, pero tampoco es delito. —Su organización humanitaria es una tapadera para cambiar el mundo y hacerlo a su imagen. La organización humanitaria posee acciones de la empresa por 2000 millones de dólares. Su principal proyecto consiste en prevenir enfermedades, ¿cómo crees que lo van a hacer?

—No lo sé —dijo David. —Van ofrecer gratuitamente investigar el ADN, el componente genético de cada usuario. Su sueño es crear una inmensa base de datos con nuestros datos genéticos. Entonces conocerán todas las debilidades, las inclinaciones y enfermedades que podemos tener. Su poder será inmenso. —La gente podrá aportar voluntariamente una muestra. Eso tampoco es ilegal. —GoodLife ha invertido millones de dólares en el Jimmy Watson Institute. La empresa puntera en ingeniería genética y una de las que descubrió la estructura del ADN. Ese tal Jimmy Watson es una pieza de cuidado —dijo Larsson. —Jimmy Watson, sé que tiene algunos negocios con GoodLife. —¿Algunos negocios? El instituto recibió este año más de 500 millones de dólares y el proyecto del análisis del ADN para los usuarios comenzará a finales de año. David le miró inquieto. Estaba claro que GoodLife estaba copando grandes áreas del mercado e introduciéndose en negocios nuevos, pero aquello no parecía implicar que incumplieran la ley.

—¿Qué sabes sobre el problema actual y la destrucción de los libros? —preguntó el escritor. —Eso forma parte del plan. Cuando tengan el control de toda la información podrán manipularla y crear el mundo que quieran. ¿No has leído «1984»? El ministerio de la Verdad en el que trabaja el protagonista; su intención es manipular el pasado y cambiar la historia. —Eso son fantasías —dijo David poniéndose en pie.

—Y el programa de inteligencia artificial; están creando un superordenador llamado Babel Fish que se encargará de educar a toda la humanidad —dijo Larsson fuera de sí. —Deliras. La gente como tú fortalece a corporaciones como GoodLife, ¿quién va a creer esas patrañas? —dijo David enfrentándose al hombre. —La verdad siempre es demasiado terrible para creerla. Winston Smith, el protagonista de la novela tampoco quiso creer y cuando deseo cambiar las cosas ya era demasiado tarde —dijo Larsson. —Creo que GoodLife está intentando hacerse con el mercado del libro digital, pero tus ideas son absurdas. Ves conspiraciones en donde únicamente hay intereses mercantiles. —El programa de inteligencia artificial está dirigido por otra mujer, Susan Brul, la novia del ingeniero asesinado. David se abalanzó sobre el hombre y le cogió de la pechera.

—¿Qué sabes tú de Susan Brul? —Fue su primera empleada. Lleva con ellas desde el principio, después del director general es la persona más poderosa de GoodLife. —Mientes —dijo David empujando al hombre. —Veo que no has hecho tus deberes. Su nombre aparece en el organigrama de su web —dijo Larsson sonriendo.