Finca del Mandrinn, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

La expresión petulante del jefe de seguridad no presagiaba nada bueno para Deirdre.

—He dicho que quiero saber cuándo nos iremos de Solaris, capitán. El Mandrinn ha hecho su presentación y usted me dijo ayer que el equipo de imágenes por resonancia magnética ya está comprado y preparado para el transporte. ¿Cuándo volvemos a Zurich?

El hombre no disimuló la falsedad de sus palabras.

—Disculpe la precaución del Mandrinn, doctora, pero corren rumores de que ha llegado a Solaris un grupo de terroristas de los Zhanzheng de guang. Se cree que quieren asesinar al Mandrinn y puede que estén vigilando toda la finca —dijo con la mano en la pistola que llevaba en la cadera derecha—. De ahí que todos los agentes vayan armados y hayan recibido órdenes de disparar a matar. El peligro habrá pasado dentro de dos o tres semanas, pero hasta entonces no podemos arriesgarnos a sacarlos de aquí, ya que es posible que les tiendan una emboscada.

Deirdre sacudió la cabeza.

—Aprecio su precaución, capitán, ¿pero no puede hacer nada por sacarnos antes de aquí?

—Me temo que no. El Mandrinn ha pedido al personal que haga todo lo posible por hacer que se sientan como en casa. Estamos a su servicio.

—Ya, pero no puede meternos en una Nave de Descenso y enviarnos a Zurich, ¿no?

—No.

—Muy bien. Ahora veremos que no soy más que una prisionera. Por favor, llame al capiscol local ComStar para que envíe un mensaje a mi familia diciendo que no se preocupen.

El capitán sonrió.

—Ya lo hemos enviado nosotros, doctora Lear. El Mandrinn quería evitarle la molestia.

—Ya veo. Bueno, en tal caso me gustaría utilizar el visífono para llamar a Kai Allard-Liao.

El hombre se quedó sorprendido y sacudió la cabeza.

——Me temo que no es posible ningún tipo de contacto con el exterior. Puede que nuestras comunicaciones no sean seguras y Kai está implicado en la organización terrorista.

Eso es simplemente imposible. Kai y Sun-Tzu nunca trabajarían juntos… Deirdre Lear empezó a atar cabos.

—Ya veo.

—Por favor, si hay algo más que pueda hacer por ustedes… —dijo el hombre en un ligero tono de burla antes de salir de la habitación.

Deirdre se sentó en un extremo del sofá. David y yo somos rehenes, prisioneros. Tormano nos está utilizando contra Kai. Sintió un fuerte retortijón a medida que las viejas emociones empezaban a aflorar. Sabía que la forma de ser de Kai sería la muerte de nuestra relación y ahora también podría matar a mi hijo.

Miró a David mientras éste jugaba con un mecano de madera. Nuestro hijo. Kai… ¿por qué nos haces esto?

Repasó mentalmente los seis meses que había pasado junto a él escapando de los Halcones de Jade. El Kai de antes nunca habría hecho nada que pudiera dañarla e, incluso, había llegado a negociar con un miembro del Clan, arriesgando su vida, para que ella consiguiera la libertad en Alyina. ¿Cómo había pasado de ser un tranquilo guerrero que aceptaba la responsabilidad de sus acciones a convertirse en un guerrero lúdico y avaro? Seguro que el cambio tenía algo que ver con el rechazo de ella. Si no hubiese sido tan severa, ahora la vida de David no estaría en peligro.

Intentó relacionar su vieja y su nueva visión sobre Kai. Ambas se enfrentaron en su mente hasta que el Kai de antes, el que había conocido en Alyina, salió victorioso. Sus pensamientos se habían vuelto confusos. ¿Cómo había empezado a vedo con otros ojos?

He estado rechazando la prueba que no quería ver. Kai es el que está detrás de las Organizaciones Benéficas Incorporadas de Cenotafio y su tío es quien me trajo aquí, obviamente para utilizarme contra él. Es Tormano el que quiere la conquista militar de la Confederación Capelense. Además, ¿no dijo que se había peleado con Kai? Kai debió de oponerse a él y a sus planes. Dios, Kai no ha cambiado, sino que sigue siendo el hombre que conocí, el hombre al que amaba y ahora nos hemos convertido en la soga que lleva atada al cuello.

—¿Qué pasa, mami? —preguntó David al tiempo que le secaba a su madre las lágrimas que le corrían por las mejillas.

Deirdre levantó al chico, lo sentó en su regazo y lo abrazó con fuerza.

—Oh, pequeño, me he equivocado con alguien muy especial y ahora tiene problemas por mi culpa.

—¿Podemos ayudarlo?

—Eso espero, David —contestó Deirdre con el rostro compungido. Kai y yo escapamos de las garras de ComStar y los Clanes durante seis meses en Alyina. No permitiré que un puñado de expatriados capelenses me retengan aquí en contra de mi voluntad. Besó a su hijo y lo apretó contra su pecho.

—Tenemos que planear algo para ayudarlo.