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Finca del Mandrinn, Solaris VII

Marca de Tamarind, Mancomunidad Federada

19 de abril de 3056

Tormano Liao esbozó una radiante sonrisa cuando vio entrar a Deirdre Lear y a su joven hijo en el comedor informal de su finca de Equus.

—Cuánto me alegro de conocerla finalmente, doctora —dijo inclinando la cabeza hacia ella y luego hacia David—. Y a usted también, jovencito.

David hizo una elegante reverencia.

Zao, Mandrinn Liao.

Tormano adoptó una expresión de sorpresa y dio una palmada.

—Bravo, David, tu chino es excelente.

Su madre se sonrojó ligeramente.

—Ha aprendido un poco en Zurich.

—Eso está bien —dijo Tormano—. Creo que compartir lenguas es el primer paso para la reunificación de la humanidad —añadió haciendo una señal para que se dirigieran a la mesa, en la cual se había colocado la vajilla y la cubertería tradicionales para disimular la opulencia de la finca. La propia mesa se encontraba en un porche de paredes de cristal que, al caer la tarde, se sumergía en un baño de luz.

»Le pido disculpas por no haber ido a recogerla al puerto espacial la noche pasada —dijo Tormano con delicadeza y una expresión de dolor en el rostro—. Mi sobrino participaba en otra de sus luchas y mi presencia era necesaria. Habría intentado escapar, pero el duque Ryan Steiner era mi invitado y, en fin, en estos tiempos de tensiones políticas, abandonarlo no habría sido muy sensato.

Deirdre levantó a David del suelo y lo sentó en una silla de cara a la extensión de césped y bosque espeso que rodeaba la finca.

—Supongo que los dos somos prisioneros de la política, señor.

Tormano frunció el entrecejo por un momento y se esforzó por sonreír.

—Doctora, créame cuando le digo que soy consciente de que habría preferido quedarse en Zurich tratando a sus pacientes. No cabe la menor duda de su dedicación al trabajo y los dos doctores que envié para que la sustituyeran durante su ausencia muestran hasta qué punto valoro los servicios que presta a mi gente.

Deirdre tomó asiento frente a él.

¿Su gente? Usted disculpe, pero Zurich es parte de la Mancomunidad Federada.

Tormano sonrió y levantó las manos.

—Ah, sí, buena puntualización. He intentado reprimir el sentimiento paterno que tengo por los mundos que antes formaban parte de la Confederación Capelense. Sin embargo, siento un vínculo mayor con su gente que el que parece sentir el príncipe Victor o cualquier otro Steiner-Davion. En otro tiempo creía que Kai compartiría mi interés, pero…

Deirdre arqueó una ceja.

—Pero Kai financia el centro médico donde trabajo.

—Mirándolo bien, sí, es cierto —dijo Tormano antes de detenerse al advertir lo incómoda que se sentía Deirdre. No le gusta Kai, pero se niega a pensar mal de él. Debo tener cuidado con esto—. El sabe que no puedo continuar con muchos de mis esfuerzos financieros por Capela Libre. El nombramiento de Peter como mi oficial de contacto debe ayudar a aumentar los fondos, como espero que ocurra en la presentación a la que deseo que asista.

Los sirvientes trajeron tazas de fruta para Deirdre y David y, al cabo de un momento, Tormano levantó la mano.

—No pensaba comer ahora, pero resulta muy atrayente. Si no le importa, doctora, la acompañaré.

Deirdre adoptó la debida expresión de disculpa.

—Claro que sí, por supuesto.

David tomó una uva del tazón y se la metió en la boca. Sus ojos se abrieron mientras apuntaba hacia la ventana que había al otro lado de la mesa.

—Pajaritos y ciervos.

El Mandrinn sonrió mientras un pavo real extendía su plumaje y una manada de ciervos punteados aparecía frente a ellos.

—Aquí tenemos muchos animales exóticos. Uno de los programas que financio recoge y ayuda a restablecer las especies en peligro de los mundos asediados por la guerra. Yo me permito el lujo de tener algunos aquí.

Deirdre extendió el brazo y limpió la comisura de los labios de David con su servilleta.

—¿Hablaba de una presentación?

—Ah, sí, eso he dicho. La presentación de un cheque con la cantidad necesaria para la unidad IRM de su centro médico. La ceremonia será algo formal y se filmará para que pueda mostrar el cheque y algunos de los informes sobre usted que han hecho algunos individuos de mentalidad filantrópica de la comunidad capelense de expatriados. Se hará en privado y a pequeña escala. Sé que usted es una persona que prefiere evitar ser el centro de atención y supongo que especialmente aquí, en Solaris.

Deirdre bajó la vista con cautela, pero mantuvo un tono de voz firme.

—¿Por qué Solaris debería ser especial?

El Mandrinn colocó los codos sobre la mesa, puso las manos juntas, dedo contra dedo, y se inclinó hacia adelante para observarla mejor.

—No es ningún secreto, doctora, que usted conoció a mi sobrino en Alyina y en ningún momento del viaje ni desde su llegada aquí ha preguntado por él. Mi conclusión es que siente indiferencia o tal vez hostilidad hacia él y que cualquier publicidad que pueda llamar su atención sobre su presencia en Solaris sería desagradable para usted. ¿Me equivoco?

—No, en absoluto —dijo volviendo a bajar la mirada y utilizando la cuchara para diseccionar un trozo de melón.

—Bien, entonces somos aliados trabajando en beneficio de la gente menos afortunada que nosotros —dijo Tormano echándose hacia atrás cuando un sirviente le acercó una taza de fruta—. Usted obtendrá lo que quiere y yo obtendré lo que quiero, y nadie sufrirá durante el proceso.

David rompió el silencio preguntando con voz caprichosa:

—Mami, ¿puedo jugar con los ciervos?

—David, los ciervos no son juguetes.

—Si me permite, doctora, los ciervos son bastante dóciles y están acostumbrados a las visitas —dijo Tormano mirando al chico y sonriendo después a Deirdre—. Es un niño tan listo e inquisitivo.

—Gracias, señor —dijo Deirdre pasando los dedos por entre el pelo negro de David—. Él es la verdadera alegría de mi vida.

—Sí, de eso no me cabe duda —dijo Tormano riendo entre dientes al meterse una cereza en la boca—. Inteligente, curioso y aventurero. Un niño interesante —añadió colocando las manos sobre la mesa e incorporándose al instante como si se le acabase de ocurrir alguna idea—. Un niño de lo más interesante. De hecho, querida, David me recuerda mucho a mi sobrino Kai cuando tenía más o menos la misma edad.