Tharkad
Distrito de Donegal, Mancomunidad Federada
La sensación de déja vu golpeó a Victor como un martillo cuando la oficial ComStar entró en su despacho. Esperaba que fuera un holodisco de la lucha en Solaris, pero ni siquiera la derrota de Galen y Kai habría justificado la seria expresión del rostro de aquella mujer. La última vez que se había adelantado al mensaje de un oficial ComStar fue cuando uno de ellos le informó de la muerte de su madre. Era una noche que no deseaba revivir. Algo debe de ir muy mal.
La suposición de Victor fue confirmada cuando se dio cuenta de que la capiscol llevaba el uniforme de paisano de un ComGuardia. Era tan parecido al traje que llevaban los cortesanos ComStar que nadie debía de haber advertido la diferencia al verla pasar. Tenía el pelo más largo que la mayoría de los MechWarriors y era tan baja que costaba creer que fuera una guerrera, pero la estatura de Victor le había enseñado a desconfiar de las primeras impresiones.
—Soy la capiscol III Andra McGwire, Alteza —dijo en posición firme delante del escritorio y haciendo un saludo—. El capiscol marcial le envía saludos.
Victor le devolvió el gesto y le indicó que se sentara, tomándose su tiempo para pensar. El capiscol marcial y yo no nos conocemos, pero mi madre siempre hablaba muy bien de él, como si hubiera algún vínculo entre ellos.
—Por favor, exprésele mis mejores deseos.
—Como deseéis, señor —dijo manteniéndose en pie——. Esperabais el holodisco de la lucha de Kai Allard-Liao y Galen Cox, ¿verdad?
—Sí, es cierto —contestó Victor levantando la cabeza—. Sin embargo, no esperaba que me lo trajese una ComGuardia. ¿Hay algún problema?
—Con el combate no. No me gustaría estropeároslo…
—Siga. Lo veré cuando tenga tiempo.
—Sus amigos demolieron a la oposición —dijo con una expresión algo más relajada—. Los luchadores del duque Ryan Steiner fueron humillados y sus dos ’Mechs quedaron en muy mal estado. La lucha costará mucho prestigio y dinero a Ryan.
—Muy bien —dijo Victor conteniendo las ganas de saltar de la silla y reír a carcajadas al ver la expresión de McGwire, que lo dejó clavado donde estaba—. Hay más.
—Me temo que sí, Alteza —dijo al tiempo que sacaba un holodisco del interior del traje—. Contiene la lucha y algo más.
—¿Más?
—Aquella noche, un poco más tarde, vuestro hermano Peter fue movilizado para perseguir a unos miembros de la Milicia de Skye Libre. Le informaron de que se habían refugiado en una pequeña aldea llamada Bellerive.
Victor frunció el entrecejo.
—Una comunidad religiosa. La conozco.
—Cuando vuestro hermano llegó, su lanza recibió fuego hostil MCA de inmediato desde el campanario de una iglesia que había en medio del pueblo —dijo avanzando hacia el sistema de control holovisual, que se encontraba en un rincón de la estancia—. ¿Puedo?
—Por favor.
Se dirigió al rincón e introdujo el disco en el visor. Victor utilizó el control remoto de su escritorio para encender el dispositivo. Mientras McGwire se alejaba de la pantalla, Victor miró con expresión preocupada.
—Parece una retransmisión desde Solaris VIL ¿Es el principio del combate de Galen?
—Sí, Alteza —dijo mirando hacia él—. Por favor, pulsad el silenciador, luego el botón de menú y, por último, noventa y nueve.
Victor hizo lo que le indicaba, pero antes de que pudiera decirle que el menú no tenía la opción noventa y nueve, la pantalla cambió. Mostró una escena nocturna de un pequeño poblado en medio de un frondoso valle con un río. A lo lejos, vio la silueta de un ’Mech en la cima —movimiento que sorprendió a Victor al ver el peligro que corría el ’Mech en lo alto— y levantó un brazo. Un JagerMech preparado para atacar. Sólo puede ser Peter.
El JagerMech lanzó una serie de disparos desde el cañón automático más grande y el campanario de la iglesia saltó por los aires. Al caer al suelo, todo el pueblo explotó en un mar de llamas doradas.
—¡Dios mío! ¿Qué ocurrió? —exclamó Victor al tiempo que pulsaba el botón de pausa para congelar la pira de Bellerive en el momento en que las llamas se elevaban hacia las estrellas—. Un cañón automático no puede haber disparado eso.
—El capiscol marcial está de acuerdo con esa valoración, razón por la cual les he mostrado el disco —dijo McGwire bajando el tono de voz antes de volverlo a subir—. Lo que ahora os explicaré será rechazado si alguna vez se habla de ello en privado y se denunciará como la decepción Davion si se comenta en público. Veréis que hacer cualquiera de las dos cosas sería absurdo e inútil, así que confío en que las sanciones que desearían imponeros mis superiores serán confidenciales.
Victor se apoyó en el respaldo de la silla y se cruzó de brazos.
—Ya entiendo.
—Bien. Resulta obvio para cualquiera que entienda de BattleMechs que un solo disparo desde un JagerMech no pudo haber causado tal conflagración. Por supuesto, la aldea de Bellerive había sido amañada para que hiciera explosión y probablemente detonó por control remoto. Puede haber sido obra de los cámaras que grabaron este holovídeo del incidente. No lo sabemos.
La mujer ComStar se llevó las manos a la espalda.
—ComStar ha enviado investigadores a la zona y el informe preliminar indica que todos los habitantes de Bellerive murieron. Suponemos que se trata de unas 550 personas. No podemos saber si había más o menos, y los restos deben haber sido incinerados sin reconocimiento ni clasificación previa.
—Como pasaría con cualquier indicio de explosivos, dispositivos de detonación u otros elementos que pudieran implicar a la Milicia de Skye Libre en el asunto —interrumpió Victor—. Y, como Bellerive era conocida por su hostilidad hacia mí, la conclusión lógica es que yo proporcioné a mi hermano alguna arma secreta para arrasar todo el poblado —prosiguió al tiempo que daba un puñetazo en el escritorio—. Y no hay ningún modo de demostrar que no es cierto, ¡lo que significa que este holovídeo conducirá a Skye a una rebelión a gran escala!
—Así sería, Alteza, si se difundiera.
Victor entrecerró los ojos.
—¿Qué está diciendo?
—El que produjo este vídeo quería que os saliera el tiro por la culata, Alteza —dijo McGwire esbozando una sonrisa maliciosa que encantaba y atemorizaba al mismo tiempo a Victor—. Digitalizaron la copia holográfica de la destrucción de Bellerive en un sistema informático que intentaba relacionarla con el combate de Allard-Liao y Cox. Ya habéis visto cómo funciona: sólo los que saben cómo programar los visores para recoger la información adjunta pueden conseguirla y copiarla en un holodisco normal para dárselo a todo el que lo quiera.
»De todos modos, intentaron enviarlo a través de ComStar en relación con la lucha mencionada anteriormente. Lo recogimos cuando un acólito advirtió que el paquete de la lucha había llegado a una longitud de transmisión, pero que saldría a otra un veinte por ciento mayor. Localizó la información adjunta y, como era de carácter militar, la presentó al capiscol marcial. Anastasius Focht cayó en la cuenta de que, como la información estaba incorporada a un programa que vos pagabais para su difusión, dependía de vos decidir si queríais que se distribuyese la versión original o adulterada.
Victor volvió a echarse hacia atrás con las manos entrelazadas.
—Me trae la información no como un informe del descubrimiento de ComStar de una red de espionaje, sino como una mera evidencia de manipulación de un mensaje mío y deja que lo destruya sin involucrarse en política. Muy bien, capiscol.
—¿Debo interpretarlo como que no queréis que la versión adulterada se difunda?
En aquel momento, Victor tuvo una idea y sonrió.
—De hecho, tengo una idea mejor —dijo abriendo el cajón central de su escritorio y sacando un holodisco que contenía la entrevista que la estudiante le había enviado—. Creo que debemos sustituir las secuencias de Bellerive por esto. Estoy seguro de que los que esperaban ver algo especial lo disfrutarán.
—El Zorro escondía la verdad.
Al menos en una de sus crías. Victor frunció el entrecejo.
—Pero dígame, ¿por qué es ComStar quien me da la noticia y no mi hermano?
——Vuestro hermano envió dos mensajes: uno a través de la cadena de mando…
—Que seguro que fue interceptado por el idiota de Richard.
—Sí, su oficina lo recibió —dijo McGwire con un leve asentimiento—. El otro mensaje era de carácter personal e iba dirigido a vuestra hermana, la duquesa Katrina.
—Su nombre es Katherine —dijo Victor con el entrecejo fruncido—. ¿Hay algo de esa información adjunta en su circulación de mensajes?
—No es desconocido ni ilegal a menos que se adjunte a un mensaje pagado por una tercera persona —contestó la capiscol encogiéndose de hombros—. Tengo entendido que se ha llevado a cabo una auditoría sobre este tema, pero eso no es asunto mío.
—Y no tiene modo alguno de detener la distribución de las copias físicas de este holovídeo —dijo. La prohibición de la difusión ralentizará la distribución, pero no la detendrá—. No puede detenerse, ¿verdad?
—No, Alteza, es casi imposible —dijo sacudiendo la cabeza—. Las imágenes que ha visto aquí serán difundidas, pero seguro que a una velocidad muy inferior. Si fuera posible detener la duplicación y distribución directa de copias, la industria de los juegos os presionaría constantemente para que reforzarais las leyes contra la piratería.
—¡Sí, eso es! —exclamó Victor poniéndose en pie y dando una palmada—. Puedo pedir a mi gente que tergiverse los títulos y la información que hará que las secuencias parezcan el anuncio de un drama holovisual. Podría incluso financiar el desarrollo de tal proyecto. La gente del Mundo del Espectáculo Virtual lo haría rápido y bien y, así, los fraudes de los ayudantes de Ryan acabarían siendo fraudes de marca porque podría alegarse que se limitaban a sacar los fondos de las imágenes para falsificar las secuencias. El único modo que tendrían de demostrar que era real sería admitiendo que fueron ellos los que destrozaron el pueblo.
McGwire hizo un gesto de asentimiento.
—Parece un plan viable, Alteza. Dejaré que os hagáis cargo.
——Gracias, capiscol —dijo Victor levantándose de la silla y estrechando su mano—. Por favor, comunique al capiscol Marcial que me siento en deuda con él.