La encuentro un par de minutos antes de la hora acordada para la cita. La puerta está abierta, pero no hay nadie dentro. Miro la pantalla holográfica que hay junto a la puerta. Sin duda alguna es el despacho de Kerri, así que entro y me siento en una silla junto a su mesa a esperarla.
Hay una pantalla holográfica sobre el escritorio igual que la que tengo yo en mi puesto de abajo, con la lista de datos detenida y una palabra subrayada en amarillo. Me quedo mirándola, preguntándome qué clase de estadística estará mirando alguien que ocupa un puesto más alto como Kerri. Supongo que será algo más interesante que el suministro de comida.
INFORMACIÓN CONFIDENCIAL; NO APTA PARA
EL PARTE DE PANTALLAS INFORMATIVAS
SOLO PARA PERSONAL AUTORIZADO
Referencia del caso: RQ675
Nombre del prisionero: Maxwell Alexander Fisher
Edad: 16
Número de identidad de la tarjeta de ciudadanía: 996437865MAF
Delito n.º 1: Fuga en el momento de la detención.
Delito n.º 2: Sospechoso de complicidad en la fuga de una prisionera de categoría A.
Delito n.º 3: Ayudar a una fugitiva a escapar durante una detención.
Senttencia: Cadena perpetua en la prisión de Innis Ifrinn, sita en las antiguas islas Orkney.
Se me para el corazón y vuelve a latirme a una velocidad el doble de lo normal cuando soy consciente de lo que estoy leyendo. Deben de ser estadísticas criminales, procedentes directamente de la ACID. Me alegro de no estar trabajando con estos datos. Seguro que tendría pesadillas. Arrugo el entrecejo e intento pensar en por qué estará señalada en amarillo la palabra «Senttencia». Entonces me doy cuenta: le sobra una «te».
En ese mismo instante, oigo el agudo taconeo de los zapatos de Kerri acercarse por el pasillo. Echo la silla hacia atrás un poco y me vuelvo para quedar mirando a la puerta.
—Ah, ya estás aquí —dice y entra—. Me han llamado, lo siento. —Se sienta detrás de la mesa de escritorio y golpea la pantalla para que se apague—. ¿Te parece que puedes ponerte al día con el trabajo?
Asiento con la cabeza.
—Sí.
—¿Y qué hay de ese… problemilla que tienes? ¿Está interfiriendo en tu trabajo?
Se refiere a la medicación.
—No —respondo, echándole un vistazo de reojo a mi banda medicinal y recordando que ya es casi la hora de mi próxima dosis.
Kerri inspira ruidosamente.
—Muy bien. Puedes irte. Ya tendremos una entrevista formal de revisión de tu trabajo a finales de la semana que viene.
Me levanto.
—Gracias —digo, luego salgo corriendo del despacho, aliviada; creía que iba a darme un buen repaso.
Todavía quedan cinco minutos hasta la hora de la comida, así que el pasillo se encuentra vacío; todo el mundo está encerrado en sus despachos. Ya casi he llegado hasta los ascensores cuando empiezo a sentir la extraña y escurridiza sensación que he notado antes en la cabeza, como me ocurrió después de la ceremonia de emparejamiento vital. Me detengo, por miedo a caerme. De pronto, ya no estoy en el pasillo, sino en un espacio angosto y cerrado flanqueado por estanterías. Está cubierto de sábanas, la iluminación es tenue y parpadeante, y hay alguien aquí conmigo, un chico. No logro ver bien su cara, pero me siento atraída de forma irresistible por él, es como un subidón de amor apasionado mezclado con tristeza y sentimiento de culpa.
Alargo una mano y, cuando siento la pared que tengo al lado, salgo del trance. Tengo el corazón desbocado y la respiración agitada. ¿Qué es esto? ¿De dónde proceden estos recuerdos? Son mucho más intensos que la última vez, cuando iba en el coche con Evan después de la ceremonia.
Me suena el kom, y noto el pinchazo de la aguja de la banda medicinal pinchándome en la muñeca. Espero, resollando, a que el recuerdo o la alucinación se desvanezca gracias a los medicamentos que empiezan a correrme por el torrente sanguíneo. Y me quedo ahí esperando, apoyada en la pared unos segundos, intentando recuperarme. Miro a toda prisa a un lado y a otro del pasillo para asegurarme de que nadie me ha visto.
Aliviada, me acerco hasta los ascensores lo más rápido posible.