El guerrero de la luz, sin querer,
da un paso en falso y se hunde en el abismo.
Los fantasmas lo asustan, la soledad lo atormenta.
Como había buscado el Buen Combate,
no pensaba que esto pudiera sucederle a él; pero sucedió.
Rodeado de oscuridad, se comunica con su maestro:
—Maestro, caí en el abismo —dice—.
Las aguas son hondas y oscuras.
—Recuerda esto —dice el maestro—.
Lo que ahoga a alguien no es la inmersión,
sino el hecho de permanecer bajo el agua.
Y el guerrero usa sus fuerzas
para salir de la situación en la que se encuentra.
Paulo Coelho, Manual del guerrero de la luz