Por la mañana me desperté sana y salva, con mi cabeza en su lugar. Fue agradable tener que desenredarme de los brazos de Leiden que dormía plácidamente. Sus sueños no habían vuelto, y después pudo descansar.
En mi cabeza rondaban todas las cosas que sabía de él. De ellos.
Triz.
No estaba segura si quería saber de ella. Después de dejar a las chicas, escuché que Leiden había gritado su nombre cuando entré al cuarto, y luego había gritado mi nombre. ¿Qué había sido eso? Lo había visto tan mal que no me había atrevido a preguntar.
Vívika había dicho que la habían conocido hace mucho tiempo, que ella había logrado lo que otros no lograron. Ellos la habían amado, aunque ella no había dicho cuál de los tres había estado con ella, pero comenzaba a sospechar que había sido Leiden. Me apoyé en el codo y lo observé dormir. Triz, ella había muerto en sus brazos. ¿De eso hablaba cuando decía que él debía luchar contra muchas cosas por mí? ¿Cuando dijo que no sabía a qué me enfrentaba?
«Porque mueren, o tienden a morir cerca de ellos».
Mirándolo dormir tan plácidamente, no podía imaginar el dolor al que se había enfrentado. Siempre había vivido en mi burbuja de seguridad, ya que Nicolás nunca había permitido que nos ocurriera nada. Mientras nosotras nos creíamos a salvo, había asesinos como Leiden, que debían sufrir y ver muchas cosas horribles. La tristeza se coló dentro de mí de solo imaginar las cosas que él se había visto forzado a hacer.
Zander no los había protegido, o al menos no tenía el poder de Nicolás y ellos había sufrido por eso. Y ella también había significado algo para él ¿Quién era ella?
Triz… Ese nombre rondaba en mi mente una y otra vez. No había podido hallar nada más en nuestros recuerdos conjuntos, solo sabía eso de ella.
Después de unos minutos, decidí que haría algo más que observarlo. Busqué el lazo mental, pues sabía que las chicas estaban despiertas y desperdigadas por la S.A.
Decidida, me vestí, salí del cuarto y caminé hasta la cocina del comedor. No había nadie ahí, ya que ahora tan solo funcionaba en los horarios de almuerzo y cena. Como me sentía inquieta y quería ocupar mis manos en algo, me decidí a cocinar.
Unos minutos después Vívika llegó como si supiera dónde encontrarme. Se la veía mejor que ayer, pues, seguramente, Nicolás la había obligado a abandonar la zona medica y dormir un poco. Las chicas también llegaron junto a Nina, y nos sentamos a la mesa y comenzamos a hablar de cosas banales, aunque en mi mente aquel nombre seguía ocupando mis pensamientos.
Una hora más tarde y después de varias tazas de café Leiden apareció asomándose por la puerta.
—Chicas, debemos irnos… A Zander le informaron que han encontrado más cuerpos en aquel sitio que investigaron, y debemos estar allí en unos minutos…
La tristeza me recorrió, no quería dejarlo ir, mi gata gruñó ante la idea, y sin saber cómo caminé hasta él pegándome a su cuerpo.
—Voy contigo…
Leiden me envolvió en sus brazos y levantó la vista ante las miradas atentas de las chicas. Tomé su rostro entre mis manos y lo obligué a mirarme. Sus ojos eran tan bellos, sus labios, todo en él lograba encenderme.
—Creo que sería bueno que te quedes con tus hermanas, debemos ir a la parte norte de la cuidad en unas horas y no pueden verte por allí conmigo. Además, no quiero que te quedes sola.
No quería separarme de él, pero estaba en lo cierto.
—Bien… lo entiendo —admití de mala gana.
—Carim, no es…
—Lo sé. —Lo miré a los ojos de forma significativa ya que necesitaba que entendiera que comprendía sus razones. Algo estaba pasando allí fuera y necesitábamos saber qué. Lo observé intentando explicarle que sentía su calor dentro de mí y no habría nada ni nadie que evitara que me uniera a él—. Lo entiendo, cariño.
—¿Cuidarán de ella? —preguntó y dio una mirada a las chicas, y luego el calor de su mirada me envolvió.
—Con nuestras vidas.
—Como si necesitaras preguntarlo, lobo —bufó Eva.
—Garou —respondió mirándola a los ojos—, igual que tú Eva. —La corrigió—. Te veré más tarde, ¿está bien? —dijo acomodando un mechón de mi cabello.
—Ve con cuidado —murmuré.
—Cuídense chicas…
—Lo haremos. Dile a Hass que tenga cuidado, y a Furcht que se… que… que sea menos él, ¿vale? —dije, y Leiden me guiñó un ojo y todos reímos.
Temía por Furcht.
Era irónico, lo sé, pero era el que más me procuraba. El íncubo era cuidadoso, meticuloso, no hacía las cosas por impulso, mientras que Furcht era todo lo opuesto.
Cuando Leiden se alejó, Hero se acercó a la cocina y Sal encontró su sitio a su lado. De pronto, verlos me dio un panorama de lo que veían de mí junto a Leiden. Aunque nuestra unión no estuviera consumada, aunque el lazo no estaba fijado, podía imaginar que me vería así. Radiante. Como si fuéramos un solo ser.
Eché un vistazo a Eva. Se la veía incómoda y sin sitio dónde mirar, así que se levantó y salió de la cocina disparada, y sentí pena por ella. Todos teníamos pareja, y Eva se negaba a buscarlo; sabía que Hass lograría convencerla si tan solo le diera una oportunidad.
Nicolás y Hero se dirigieron a las oficinas de la S.A., seguramente a orquestar el plan para los chicos. El compañero de Sal aún no había elegido a sus elementales, pero siempre trabajaba de cerca con todos y eso era genial. Los más jóvenes comenzaban a recurrir a él, ya no le temían como lo habían hecho antes.
—Ahora sabes lo que siento —me dijo Vívika con una sonrisa mientras me entregaba una taza—. Se siente bien tener a alguien. Nunca habría creído cuánto lo necesitaba. Una vez que logres conocer más a Leiden, a los tres, sabrás que son solo como niños grandes…, aunque debes aprender a descifrarlos. Una vez que lo haces…, no hay nada que puedas hacer, te robarán el corazón y comenzarás a sufrir horrores como yo, por las estupideces que hacen.
Volví a mirar en dirección a la puerta, me apoyé la mano en el pecho y cerré los ojos. Se había marchado, lo sentía en mi interior y en aquel impulso ridículo de correr hacia él y quedarme a su lado.
Después de un rato, encontramos a Eva en una de las mesas del comedor, y, como no tenía buena cara, me quedé a su lado un momento.
—¡Mierda! —Ella me miró sin entender, así que tomé aire y dije lo que deseaba decir—. Tan solo lo diré una vez, ¿está bien? —Me dedicó una mirada sombría, de esas que indican que a ella no iba a gustarle lo que tenía para decirle—. Hass tiene buenas intenciones, deberías darle una oportunidad. No es simplemente el íncubo que quiere hacerles creer a todas. Hass es mucho más que un demonio sexual, se esconde tras una capa de desinterés pero es el más controlador y el que más se preocupa por todos. En todo momento él está al tanto de cada movimiento, con sus hermanos. Él es demasiado protector, monitorea sus pensamientos, sus sentimientos y es el primero en saber si algo le está ocurriendo a alguno de los dos. Y conmigo, bueno yo creo que se ha ganado todo mi respeto, y, créeme, si tan solo lo conocieras, si lo escucharas, sabrías quién es en realidad. Es fuerte, y tiene una mente tan buena para diagramar un plan como para soltar un chiste que logre relajarte, y, por sobre todo, es muy protector, aunque creo que ya he dicho eso.
—Sobreprotector —me corrigió Vívika.
—Sí, lo es. En todo momento está detrás de sus hermanos, protegiéndolos incluso de sí mismos —murmuré recordando cómo Hass y Furcht acudían a Leiden cuando este tenía problemas—. Deberías darle una oportunidad. Dicho esto, no diré más. —Me giré enfrentando a las chicas nuevamente y di un vistazo mental a la mente de Eva: no estaba enojada y, por un momento, la vi sopesar la idea.
—Bien, suelta lo que sabes de la tal Carrie —dijo Nina dejándose caer en una silla cercana a mí.
Esas fueron las palabras que dieron pie a lo demás. No reunimos en la sala pensando como una sola mente, y fue genial.
—Ella trabaja con Laicot hace varios años, por lo que imagino que solían ocultarse mejor o…
—… o el mercado ha aumentado.
—Saben, tal vez no pueda ir con ellos, pero eso no quiere decir que no pueda hacer nada, ¿cierto? —dije y eso llamo la atención de todas—. Viv tienes un ordenador.
—Sí…
—¡Oh, deben ver esto! —murmuró Sal—, si hay algo allí, Carim lo encontrará.
—Están traficando con un gran mercado de sangre. —Vívika se detuvo detrás de mí mientras tecleaba en la computadora—. Oye, ¿estás autorizada a meterte allí o…?
—Mejor no preguntes lo que no quieres saber —le soltó Sal.
Encontré un par de archivos que señalaban a Carrie como una niña abandonada. Había pasado por varias casas de adopción, y, curiosamente, varias de ellas habían acabado incendiadas en los últimos años. Las familias habían muerto, varias de ellas en accidentes automovilísticos sin rastros de que fueran intencionales.
—Mira, los decesos se produjeron en dos etapas de su vida: cuando ella cumplió los trece y otra cuando cumplió los dieciocho.
—Si mal no recuerdo —susurró Eva—, a los dieciocho es cuando los brujos logran contener su poder.
—Y también invocarlo —dije.
—Chicas debo irme. Tengo que analizar la sangre del tipo que los atacó y del otro que te atacó a ti. Tal vez pueda hallar un modo de descifrar si han ingerido sangre de otro tipo; no lo sé, no sé qué pensar, solo sé que debo hacer algo. Esta situación me tiene muy inquieta.
—Cuídate Viv —murmuré. Aún no sabíamos quién era el doble agente, por lo que ella aún estaba en peligro.
—Lo haré. ¡Ah! Investiga quién es su madre. Tal vez eso pueda darnos una pista.
—¿Crees que su madre está implicada? —pregunté.
—No lo sé, sé poco aún de este mundo, pero imagino que tal vez ella fue obligada a entregar a la niña, y si así fue…
—Puede que la quiera de vuelta —aventuró Nina.
—Correcto. Adiós chicas.
Cuando escuchamos los pasos de Vívika bajando la escalera, me desplomé en el asiento.
—Bien, desembucha, ¿qué ocurre?
Nina me dedicó una sonrisa maligna. ¿Cómo había logrado ella saber tanto de nosotras en tan poco tiempo? No lo sabía, tal vez ella podía leer mi mente, o tal vez mis hermanas se lo habrían dicho.
—Es por la tal Triz, ¿cierto? —me preguntó observándome como a una presa.
—Sí, quiero saber algo más de ella —admití de mala gana.
—¿Y por qué no buscas… información?
—¿Creen que sea correcto? —Las tres pusieron los ojos en blanco.
—Acabas de espiar los archivos de la S.A. y tienes miedo por Leiden.
—¿Qué ocurriría si no me perdonara?
—Lo hará, es tu pareja. Yo maldije a Vatur la primera vez que vi a Nicolás, y, créeme, él es muy sensible con eso.
—¡A su madre! ¿Enfrente de su cara?
—Sí, fue cuando me dejó allí en el hospital y tuve que huir —susurró avergonzada—. Sabes, Carim, el sexo de reconciliación es muy bueno.
—No puedo creer que hayas hablado mal de su madre —murmuré desconcertada.
—¡Oye!, yo no lo sabía en ese momento. ¿Qué sabes de esa mujer?
—Solo sé su apodo.
—Tal vez haya algo de ella en la base de datos de la S.A. Si su muerte significó tanto para Zander y los chicos, puede que haya algún registro.
—Eres buena, Nina.
Comencé a buscar algo, los registros hablaban del incidente…, y tuvimos que revisar más de una hora para encontrar algo. Nina había recordado algo, un nombre. Looper. Había corrido a su cuarto en busca de unos libros, unos que Nicolás le había regalado para que ella conociera más la historia de los oscuros. A primera vista parecían libros pesados y viejos, pero casi como libros de cuentos: con dibujos y pinturas.
Comenzamos a buscar y allí estaba. Escondido entre muchos documentos.
—Esa es —dije señalando el nombre.
Beatriz. Triz.
Hija del magnate millonario ingles, Looper Von Verdú, principal instigador de las matanzas de las ciudades de Lérida, de Tortosa, Cuenca, Valencia, Mallorca.
Fue uno de los Grandes Maestros del Templo y del Priorato de Sion.
Fue intensamente buscado por decisión papal, y acusado de práctica de la sodomía, de utilización de la magia negra en ceremonias secretas y de blasfemia. Fue condenado a la pena capital dictada por humanos aunque se nunca se encontró su cuerpo o el de su familia. Se cree que habría encontrado el elixir de la vida eterna. Los oscuros habían sido implementados para la lucha contra los pueblos musulmanes islámicos.
Looper había formado un ejército de oscuros como método para enfrentarse a la plaga de oscuros musulmanes que asaltaban toda Europa. Al ver que las tropas humanas fallaban y caían fácilmente bajo el yugo enemigo, creó un ejército bajo su mando que no sería derrotado fácilmente. Se dijo que el ejército islámico era llamado «el león de tres cabezas».
Estaba liderado por tres oscuros, también conocido como Munchir: ángel negro musulmán maligno, compañero de Nékir, que habitaba el Adhab Algab. Azrael, el Ángel de la muerte, también conocido como Ezrael, y Abou-Jaria. Se dijo que Looper fue movido por su fe, y que creyó que lo mejor que podía hacer para enfrentarlos sería luchar con un ejército de la misma especie. Se dijo también que su ejército de templarios «oscuros» no tardaron en mezclarse con los gnósticas orientales, la secta musulmana de los hashishims o asesinos, de donde se fundó la S.A.
Se dice que Looper habría encontrado el tesoro de Salomón y lo habría robado retirándolo del templo, y arrebatado a sus legítimos dueños, los oscuros, y fue por esta distracción que muchos de sus templarios escaparon de su control y lograron huir. Se dijo que los templarios rebeldes lograron arrebatar el poder de Looper y mantenerlo oculto bajo los muros de la sociedad de asesinos.
Se dice que Looper había seguido a los templarios rebeldes de su orden por cielo y tierra, y en el transcurso había robado varios de sus secretos, haciendo nacer el mito de que había encontrado la fuente de la juventud. Según cuenta la historia humana, la orden de los templarios existía mucho antes de 1118 y se cree que lo que los caballeros oscuros robaron se encuentra donde fue construida la ciudad de los césares, y fue allí donde el tesoro encontró su lugar de descanso, en la Patagonia argentina, cerca de las montañas del sur. Fue allí donde se cree que estaba el Santo Grial custodiado por miembros de una orden militar y sacra, aunque hay versiones que afirman que el tesoro más grande de la sociedad de asesinos no era una cosa, si no una persona, a la que Looper nunca logró encontrar.
No se supo mucho más de él y de su historia, así como tampoco se supo nada de su mujer y de su hija Beatriz, aunque se dijo que varios oscuros bajo la orden de Looper escaparon con la hija del maestre haciendo que fueran perseguidos aún con más empeño. La joven Beatriz era una erudita en el arte de la magia y se cree que huyó con ellos dado que su padre había empezado a utilizarla en sus rituales.
Cerré el libro y mi mente comenzó a procesar la información.
—¿Crees realmente que es ella? —preguntó Eva.
Mi mente buscaba una pieza de información, algo que se estaba escapando de mis manos. ¿Qué era lo que había dicho Leiden anoche? ¿Qué era lo que había dicho?
Él llega a mí cuando duermo.
Eso había dicho. Looper lograba invadir de alguna forma sus sueños. Por eso Hass y Furcht estaban tan preocupados. No era solo que él podía golpearme dormido, no era solo que tuviera una mala pesadilla. Era que Looper lograba hacer que Leiden sintiera aquello en carne propia, lo hacía experimentar su crueldad hasta el punto que lo creía, y atacaba…, y me atacaría.
—¿Carim, estás bien?
—Sí. Lo creo. Y también creo que Looper no murió. —Gruñí. ¡Maldito hijo de puta! No solo se había encargado de dañarlo. Sabía que los textos no habían descrito todo lo que le había hecho. Sabía que había más allí. El dolor latió en mi pecho y me toqué la frente intentando parar el dolor de cabeza inminente.
—¡Pero han pasado siglos! —murmuró Sal mirándome insistentemente.
—Lo sé, pero sé que aún acecha a Leiden. Por eso mató a Triz. La asesinó por huir con él, por eso no se aferra a nadie.
—Pero ella era una bruja.
—Una bruja blanca —respondí apretando los puños.
—Y ahora viene por ti —afirmó Nina. El silencio cayó sobre nosotras y el aire se atascó en mi pecho.
Ella tenía razón.
El peor de los miedos de Leiden.
Looper volvería para intentar matarme.
Solo que esta vez, yo no era como Triz. Si voy a morir, primero mataré a Looper.
—Incluso puede que esté detrás de todo esto, ¿no creen? —preguntó Sal, y asentí en silencio. Todo empezaba a encajar.
—Ya lo creo. Debemos hablar con Nicolás. Esto no está bien, si es solo algo para dañar a Leiden y sus hermanos… —dije poniéndome de pie de golpe.
—Quiere decir que los enviaron a una misión suicida —Eva me miró y apoyó su mano en mi hombro—. Él va a matarlo antes de que te toque Carim, sabes eso, ¿no?
—Lo sé, pero no es por mí por quien temo ahora. Nina habla con Nicolás. Yo buscaré el modo de contactarme con ellos. Él no morirá por mi culpa.
—Tal vez sea lo que él desea —murmuró Eva, y sin pensarlo el odio corrió por mis venas, salté hacia delante y la tomé del cuello.
—¡Me importa poco lo que él desea. Moriré antes de verlo caer por mí. No lo haré sufrir nuevamente. No esta vez! —gruñí. Los ojos de mi hermana se abrieron y quiso hablar nuevamente, pero la solté con fuerza haciendo que se tambaleara un poco—. Yo no soy Triz, y Looper pagará por lo que le hizo a Leiden.
Decidida caminé hacia la puerta; necesitaba un poco de aire. Necesitaba matar. Necesitaba sangre.
Y ya sabía cuál quería.