9

Cuando salimos de la S.A. nos dirigimos en dirección al sitio que nos había señalado Zander. Estaba en lo correcto. Allí hallamos a un tipo que tenía un potencial negocio escondido detrás de la fachada de un supermercado. Detrás de su fachada el maldito tenía un buen banco de órganos y sangre… Lo habíamos golpeado lo suficiente como para que hablara, pero no lo había hecho. Comprobamos los cuerpos en una zona cercana y cuando volvimos el tipo se había suicidado con veneno para ratas.

—¿Quién puede ejercer un temor más grande que el de la S.A.?

—No lo sé, pero este tipo prefirió morir a hablar —dije acuclillado junto al cuerpo. Estudié su documentación pero tan solo encontré unas identificaciones falsas y un par de dólares.

Furcht entró por la puerta lateral limpiando sus manos de sangre.

—Es diferente al otro —nos dijo antes de detenerse a mirar al maldito en el piso—. Pero esta vez, no son solo humanas, son todas hembras, menos dos niños.

—¿Son oscuros?

—Sí, cambiantes, metamorfos, un Ibwa, un Chemosit hembra, dos Orusula y un Orthon, que me parece que debe de haber muerto en las últimas horas y sin cortes —concluyó imaginando lo que sabíamos.

Me quedé pensando en eso. Entendía lo de los cambiantes y metamorfos, pero quién podría buscar algo de un Ibwa, era repugnante, el demonio era conocido por alimentarse de cadáveres, en su mayoría de seres torturados, no solo se alimentaba de la carne putrefacta sino también de su dolor. El Chemosit era un demonio muy raro en esta zona, y muy difícil de atrapar ya que era mitad pájaro y mitad humano, por lo que la mayor parte del tiempo pertenecía al aire. Debieron de haberlo traído de otro lado ya que era habitante de Kenia, pero no era el único que habían «importado».

¿Por qué tomarse la molestia de traerlos de tan lejos?

Debía de ser por la sangre, alguien estaba experimentando con algo. La Orusula era perteneciente de Costa Rica y no era nada atractiva, ya que tenía la forma de un cerdo asqueroso y enorme, pero imaginé que el cerdo tendría algo en esto.

Cada uno debía cumplir un rol que no tenía claro, salvo el de Orthon. El Orthon era conocido por la posesión y conservación de órganos, así que imagino que lo tenía para eso y por eso había muerto; tal vez había fallado en su trabajo, o tal vez simplemente sabía demasiado.

—¿Están pensando lo mismo que yo? —preguntó Hass sosteniendo un frasco con un órgano que no reconocí.

—Han experimentado con humanos y no ha dado resultados, por eso ahora se han vuelto más intrépidos y han buscado oscuros —respondió Furcht.

—Alguien está experimentando con estos seres, y este tipo —dije dándole una patadita— debió de temerle mucho más que a la Asociación.

—¿Quién puede generar un miedo tan atroz? ¿Quién posee tanto poder como para dominar una operación en encubierto sin ser rastreado por las autoridades?

—Debe de tener influencias —mascullé. Busqué el número de Zander y abrí el lazo por completo para que mis hermanos también estuvieran al tanto.

¿Los hallaron?

—No creerás esto… —dije y me pasé el dorso de la mano por los ojos.

¿Es peor que lo otro?

—Mucho —admití de mala gana—, están experimentando con los nuestros.

¡Hijos de puta! —gruñó—. ¿El tipo? ¿Han podido sacarle algo?

Mis ojos viajaron hasta el gilipollas tirado en el suelo.

—No mucho; lo intentamos de todas las formas, las ortodoxas y las no tanto, lo dejamos solo un momento y terminó por suicidarse.

¿Se suicidó? —preguntó confundido.

—Alguien ejerce un temor más grande que la S.A., Zander —señaló Hass—. Este tipo no dudó en quitarse la vida, no dijo nada, ni una sola palabra.

—Además encontramos especies que no son residentes de la zona, Z. El tipo o lo que sea que él sea, tiene el poder de pasar por las barreras de las fronteras sin ser visto…, nadie ha visto estas especies por aquí. No hay registros.

¿Cómo atravesó el control sin que lo viéramos?

—No lo sé, pero sugiero que se focalicen en fortalecer las fronteras de la cuidad, para empezar —dijo Furcht.

Eso pondrá en alerta a los humanos

—Lo sé, pero no hay otra forma. La operación debió de funcionar durante varios meses aquí, alguien lo proveyó de órganos, pero no dudo de que fueran utilizados para otra cosa.

¿Órganos? —repitió Z. Se notaba que estaba tan consternado y confundido como nosotros, pues esto no era normal, no era el acto de dos o tres renegados.

—Sí, tiene una cantidad considerable de piezas, así que dile a Vívika que esté alerta. Puede que parte de esta provisión sea por sus propias matanzas, aunque no dudo de que muchos se los hayan facilitado desde adentro —dije sabiendo que tan solo la idea de tener un doble agente trabajando desde adentro despertaría todas las alarmas.

¿Creen que tenemos infiltrados en la S.A.?

—Lo creemos —afirmé mirando a mis hermanos—. No sería la primera vez.

Había ocurrido cuando el nefilim había caído la primera vez y un vampiro buscaba cazar a Salomé como recompensa por su sangre. El secreto había sido resguardado para todos los que fueran ajenos a la S.A., pero aun así se había filtrado la información sobre el poder de su sangre.

—Alguien pudo haber filtrado la información sobre el Agente S que han estado probando y tal vez buscan eso —añadió Hass sin convicción. Estábamos dando pasos a ciegas.

Estaré atento —murmuró Z del otro lado de la línea—. Le avisaré a Vívika.

—Ten cuidado Z. —Los tres conocíamos los cambios que se habían producido en Zander desde la aparición de Vívika en su vida, y teníamos la certeza de que ella era ahora su nueva piedra angular, así que si ella estaba en riesgo o le ocurría algo…

¿Por qué lo dices? —preguntó inquieto.

—No sabemos contra quién estamos yendo y menos cuán implicados están, ni siquiera sabes lo que están dispuestos a hacer, pero sí sabemos que pueden infundir terror, como a este tipo. Así que, cuida a Vívika.

Lo entiendo, están en lo correcto.

—Si averiguan que ella sabe lo que están haciendo, puede que corra peligro. El tipo tenía un Orthon, y lo asesinaron.

No como los otros, ¿cierto?

Podía imaginarlo frotándose los ojos como hacía cada vez que algo le molestaba.

—No, no como los otros, a él simplemente lo han asesinado.

Bien, tendré cuidado. Gracias, chicos.

—Dile a Vívika —dijo Furcht acercándose al teléfono— que si nota algo raro, simplemente se aleje, que no dude en llamarnos ¿entendiste?

La lealtad que teníamos con Zander se extendía a su pareja, y, al ser una hembra, Furcht triplicaba aquello de «romperé el cuello a cualquiera que te mire mal».

Le diré, y lo agradezco Furcht, estará contenta por saber que la protegerás. Sé que todos lo harían.

—Dalo por hecho —dijo Hass.

Gracias. Bien, terminen ahí y vuelvan. Deben descansar…, deben de estar agotados.

—Estamos bien —murmuró Hass.

No me importa, los necesito alerta, íncubo, así que muevan sus culos y vayan a descansar. Los necesito fuertes…, o ponlo de este modo: Vívika los necesita. —Eso era un golpe bajo y Zander lo sabía—. Enviaré a otros asesinos, esto quedará entre nosotros; nadie puede saber sobre esto, ¿entendido?

—Estamos de acuerdo.

—¿A quién enviarás?

Gente segura, Nicolás tiene un grupo que protegerá la información. —No lo dudaba Nicolás era uno de los más herméticos centinelas y más seguros. Si él enviaba a alguien, estaba seguro de que nada saldría de ellos—. Enviaré la noticia que no encontraron nada.

—Está bien por nosotros. Esto es algo grande Z —aseguré, esto estaba pasando frente a nuestras narices.

Enviaré al grupo a controlar la zona por doce horas.

—¡No necesitamos doce horas! —le reproché, sabiendo que Zander estaba dándonos la orden de permanecer alejados por ese tiempo.

Y a mí no me importa, es una orden, Leiden. Váyanse a casa. Iré a verlos

—Quieres decir: controlarnos…

Por supuesto —admitió Zander—. ¿Qué crees que soy? Un amo sin piedad. —Furcht gruñó en respuesta. Odiaba cuando Zander hablaba sobre ser nuestro amo y él lo sabía—. Además, Leiden tiene un corte profundo en el pecho por luchar con ese maldito, que llevará unas puntadas. Tú, Furcht, sí, tú, pequeño problemático, tienes ese corte en tu brazo, y necesito ese brazo…, y Hass, bueno, Hass, ya saben él

—¿Yo qué? —preguntó a la defensiva—. También me han lastimado en la pierna… —maldijo tomándose la pantorrilla y el muslo—, mis heridas son tan profundas como las suyas —se quejó y miré a Furcht. Ambos queríamos matarlo—. ¡Que sea íncubo no significa que no luche, me han lastimado como a ustedes, pero…!

¡Ven!, admiro cuando tres machos poderosos admiten que necesitan ayuda. Iré con Vívika, ella los curará. Descansen y, sí, Hass, es una orden.

Nos miramos sacudiendo las cabezas.

Zander siempre lograba lo que quería y sí, era cierto, Hass había admitido que estábamos lastimados. Sanaríamos en pocas horas pero por ahora necesitábamos estar alertas y sanos.

—No sé por qué siempre caes en la misma jugada Hass —gruñí.

—¿Qué?

—Eres un idiota…, él solo necesitó ofender tu hombría para que saltara la niña en ti y le contaras todo lo que quería saber.

—Es un idiota —afirmé.

Nos marchamos directo al departamento. No hubo paradas de por medio, pues sabía que el local de Laicot estaría cerrado a estas horas. Me vi tentado a buscar a Carim, pero me contuve, ya que ella ya debería estar en su casa durmiendo. Y yo necesitaba descansar, quería saber que estaba pasando y, sobre todo, qué estaba investigando ella metida en su sitio como ese.

Me marché directo a mi cuarto, tomé una ducha rápida y desnudo me fui a la cama. Tumbado boca arriba dejé que mi mente se perdiera alejando las imágenes de aquellos cuerpos. Tomé mi pene con mi mano y comencé a moverla con un ritmo lento. Se sentía bien. Mi mente empezó a entretejer la imagen de Carim bajo mi cuerpo. Me puse duro al segundo de verla.

Mi mente destelló hasta ella.

Sí. Destelló. Era uno de esos extraños poderes que nunca sabes para qué te podría ser de ayuda, y, la verdad es que nunca lo había usado, hasta ahora.

Zander insistía en que aquel don era el que había permitido que nuestras mentes elementales se unieran hace tiempo. El poder no era del todo útil ya que si la otra mente no estuviera dispuesta a aceptarme, cabía la posibilidad de que tan solo me trasformara en un voyeur y observara su vida sin que me percibiera. Había pocos seres que podían detectarme o empujarme fuera, y si tenía la mala suerte de cruzar mi camino con una bruja, estaba perdido.

Los momentos en que mi mente destellaba fuera de mi cuerpo eran lo más parecido a lo que los humanos llaman viajes astrales. Estos fenómenos son naturales para ambas razas, solo que algunos como yo, podemos materializarnos por medio de proyecciones a una mente huésped si lo deseamos, ver lo que están viendo, y percibir el lugar y separarnos de la mente huésped como si de un fantasma se tratara. Eso era de utilidad cuando interrogábamos a alguien, aunque también muy peligroso. El viaje astral es la capacidad natural de la mayoría de los seres vivos para proyectarse energéticamente fuera de su cuerpo y sacar el alma de nuestro cuerpo físico para acceder a lo que llamamos plano astral.

Los humanos, en su mayoría, y muchos oscuros, logran hacerlo cuando duermen por la noche —que es cuando su cerebro está en calma y la mente trabaja a muy bajas frecuencias—, pero solo logran ver su cuerpo desde afuera. Aunque la mayoría necesita utilizar técnicas de visualización, como yo podía inducir la mente ajena, solo necesitaba una mente dispuesta o débil. Daba igual, salvo que si alguna bruja se cruzara en mi camino, me dejaría perdido en un mundo inmaterial. Pero allí estaba, en su cuarto viéndola retorcerse, casi como si notara mi cercanía.

Podía percibir su cara, sus ojos cerrados e impacientes. Me subí a la cama gateando hasta estar sobre ella. Carim abrió los ojos y pareció percibirme allí, pero en vez de gritar, tan solo ronroneó. Bajo mi cuerpo ella parecía pequeña y frágil, pero en sus ojos veía a la gata que habitaba en su ser, tan poderosa y segura. Podía sentir su excitación, su aroma a hembra.

Me alejé un momento mientras la desnudaba. Era mi poder, y si ella no se negaba, podía romper sus ropas si quería, así que rasgué cada una de ellas; no me importaba, tan solo la quería desnuda.

Su cuerpo lucía suave sobre las sábanas, su rica piel lechosa, a la cual deseaba lamer hasta saborearla por completo. Sus cremosas extremidades se contorsionaban tentándome. Gateé hasta ella y apresé sus manos junto a su cabeza, las levanté un poco más para que mi otra mano siguiera acariciando su estómago plano, hasta llegar a sus pechos…, la oí gemir, y eso me puso en la cima. Me apreté contra ella y gemí acompasándome a ella, a cada movimiento, cada espasmo. Se movía intentando tocarme, pero quería disfrutarla así, sumisa, como sabía que ella nunca dejaría que la tuviera.

—Déjame tocarte…, por favor —suplicó.

Pero me negué. La voz se me quedó atragantada en la garganta. Negué moviendo la cabeza y mi boca bajo por su garganta hasta la cima de sus pechos.

Algo la despertó sacándome fuera de su mente de un golpe, justo cuando estaba listo para venirme. Aparecí en mi cama, apoyado tan solo en mis manos y rodillas, jadeando.

Apreté mi pene con fuerza, y los movimientos bruscos me hicieron comprobar que la liberación llegaba y era bienvenida. Acabé con un gruñido animal que dejó mi garganta ardiendo…

Me desplomé en las sábanas revueltas. Ni siquiera terminé de pensarlo. Caí tumbado y me giré boca arriba. Mi sexo palpitando aún en mi mano, mi semilla derramándose, mientras intentaba recobrar el aire. Cogí mi camiseta que estaba junto a la cama y de la cual me había desecho hace minutos y me limpié para luego dejarme ir…, y fue así, sin saber cómo, que el sueño me llevó hasta ella nuevamente.

La sentí moviéndose a mi lado y sonreí aún dormido. Ella estaba allí y no pensaba apartarla de mi sueño, al menos allí era mía… Me giré de lado y pasé una mano sobre su cadera.

Duérmete, Leiden…, por favor —murmuró, y sonreí.

Aun en mis sueños intentaba darme órdenes. Me apreté a ella ronroneándole al oído, y escuché una risita ahogada…

—Duerme, gatita…