Salí de la casa de Madame Laicot con la idea de volver luego por otra hembra. Sabía que no podía estar con Carim, aunque algo en mí se negaba a estar con otra que no fuera ella, pero debía suavizar las cosas entre mi amigo y yo, o ambos estallaríamos en cualquier momento.
La noche estaba llegando a su fin, la luz perezosa del día comenzaba a teñir el cielo con colores lilas y rojos. Aún faltaba para que el día llegara por completo, por lo que aquella zona estaba tranquila. Vi a un tipo ser arrojado hacia la calle desde un bar, seguramente había creado algún disturbio.
Yo admiraba las rigurosas reglas de estos sitios. No sabía por qué, pero aquí las cosas eran claras como el día y la noche.
Un viento cálido azotó mi cuerpo presagiando un día de altas temperaturas. Intenté aflojarme un poco pero era casi imposible.
¿Qué hacía una mujer como Carim aquí?
No era un sitio para ella.
Era demasiado hermosa, con su cabello dorado enmarcando sus rasgos finos, sus pómulos altos, su sonrisa amplia, su nariz refinada. Cada rasgo la distinguía como un felino, pero sus ojos eran tan vivaces, tan azules, tan profundos…, y esa boca que podría hacer milagros sobre mi cuerpo dolorido.
Ella no pertenecía aquí.
Algo había pasado…, debería averiguar por qué la habían enviado a este sitio y sacarla… como fuera.
Hass salió en ese mismo momento y maldije. Se arregló el cabello que estaba un poco revuelto e intentó componer su ropa, que estaba arrugada debido a la acción. Se enfocó en mí con una mirada evaluativa y luego, bueno, sus ojos viajaron al sur de mi cuerpo y sacudió la cabeza.
—Te dije que podía conseguirte una.
Yo tenía una en mente, pero si se lo decía, eso rompería el encanto de una noche… rara.
Además quería sacarla de allí…; eso supondría meterme en sus asuntos.
—Y yo te dije que no te necesito. —Metí las manos en los bolsillos de mis pantalones intentando disimular la erección, aunque era imposible.
—Claro, tú no, tu amigo, bueno, eso es otra historia.
Él olía a sexo…, todo su cuerpo desprendía hormonas y en ese momento agradecí tener mi propia movilidad, ya que estar dentro con Hass en el coche podría lograr que con solo decir algo, más el embotamiento, termináramos a los golpes, sin más.
Él caminó a paso lento y se montó en su coche. Me subí a mi moto y me calcé el casco y la hermosa Honda ronroneó bajo mi cuerpo.
Me puse en marcha siguiendo a Hass; no estaba dispuesto a dejar que él supiera cuánto necesitaba un revolcón. Eso sería reforzar su teoría de buscarme una amante y en estos momento tan solo deseaba a una hembra.
Una hermosa gata en particular.
Me encaminé hacia la S.A. soltando palabrotas en todos los idiomas que conocía.
Y créanme, son muchos.
No le seguí el ritmo, debía calmarme. La imagen de los hermosos ojos de Carim aún bailaba frente a mis ojos, sin contar que el aroma de la gata había quedado impregnado a mi piel como un remache. Mi mente recordó cada caricia, cada movimiento en cámara lenta y caí en la cuenta de algo que no había reconocido hasta ahora, la deseaba.
No solo el macho que era, sino algo más, y lo peor de esto, era que mi lobo lo hacía, él solo deseaba cazar y definitivamente había elegido a Carim como su presa.
Y cuando mi lobo dictaba algo, no había nada que mi ser pudiera hacer…, la quería, y pronto Carim estaría entre mis garras.
Aceleré la moto, y la verdad borboteó en mí, con una determinación férrea. La tendría, sería mía.
No importaba cómo, ella debía ser mía.
Mi lobo lo sabía, y ahora yo también lo sabía…
Sonreí al descubrir la sangre corriendo en mis venas más viva que nunca por primera vez en muchos años. Deseaba algo.
La quería.
Ella era mi nueva fijación, mi nuevo objeto del deseo.
La seduciría hasta que la gata en ella ronroneara de placer, estimulando cada punto de su cuerpo, cada célula, todo en ella, sin importar lo que su hermana me había dicho semanas atrás.
Sería mía. Ahora ambos lo sabíamos.
Mi lobo aulló eufórico en mi mente y yo gruñí al ver las imágenes que llegaban a mi cerebro.
Ahora sabía lo que quería y con determinación llegué a la S.A.
Aparqué y me dirigí al área médica, que estaba confinada en una de las alas más alejadas del edificio. Allí se encontraba la zona más tranquila y más difícil de atacar en caso de que algo golpeara contra nosotros como había pasado hace poco tiempo atrás.
Recorrí el pasillo en soledad, logrando recuperar mi temperamento. Cuando hallé el sitio donde estaba la chica vi a Furcht. Hass no estaba presente, lo que llamó mi atención. Mi hermano no tenía buena cara, por lo que imaginaba que Hass lo había echado de la habitación.
A patadas. Muchas de estas.
Me acerqué a él, y mientras corroboraba sus sentimientos a través del lazo mental que nos unía, sentí que me equivocaba otra vez: no estaba enojado; por lo visto, estaba cabreado, su boca era una línea fina y su mandíbula estaba apretada con tan fuerza que casi podía oírla crujir.
El desagrado era mutuo. Ninguno de nosotros estaba feliz con noticias como estas. Así que su cólera era bastante justificada, ya que todos sentíamos la misma furia ciega.
—No se alimentaba de ella —masculló cuando llegué a su lado.
Sacudí la cabeza intentando asimilar sus palabras. No encajaba.
—¿Qué has dicho?
—Que no bebió de ella. La niña tiene una opinión diferente de lo que hacía con ellas, no pudo ver mucho, pero lo que vio…, lo que le hizo. —Las palabras se consumieron en sus labios. Furcht estaba apoyado contra el muro, sus piernas cruzadas a la altura de las rodillas, sus poderosos brazos cruzados en su musculoso pecho, luciendo relajado, pero no había nada de eso en su voz. Estaba furioso y lo sentía.
—¿Opinión diferente?
La puerta junto a Furcht se abrió y Hass emergió de allí con mala cara.
—Sí —Hass apareció limpiándose las manos—, no tomó su sangre, la joven dijo que él simplemente colgaba a las mujeres, las cortaba y dejaba caer su sangre en algo parecido a una copa o algo así. —La imagen era asquerosa, aquello sonaba mal, incluso peor que la idea de que bebiera de ellas.
—¿Por qué un vampiro recolectaría sangre?
—Tal vez pensaba que se venía el fin del mundo o algo así, y recolectaba provisiones.
—No, esto es algo más —murmuré—. Más grande.
—Las sospechas se centran en vampiros, pero han encontrado los cuerpos de unos cambiantes a la salida de la cuidad.
—Por lo que no podemos descartar la amenaza de alguna secta humana —agregué, y Hass asintió mientras continuaba.
—No sé que coño está pasando chicos, pero les diré que estoy cada vez más hastiado de encontrar tíos que ruegan por su inocencia después de lastimar a los más débiles.
—Tan solo desearía tener un tiempo a solas con el tipo del galpón, le daría una zurra que le duraría esta y dos vidas más —dijo Furcht apretando los puños.
En el fondo yo también lo deseaba.
No era el primero que encontrábamos, pero la S.A. se había encargado de encubrirlo para el resto de la sociedad. Habíamos sufrido mucho daño hace tan poco que habían decidido guardar la información hasta tener algo certero. Aún la puja y la ira entre humanos y oscuros persistían, por lo que lanzar una bomba como la muerte de varios oscuros de formas raras, sin contar con la de las humanas, lo único que lograría era que las cosas se caldearan aun peor.
—¿Cómo está ella? —pregunté, y ambos se miraron.
—No creerás lo que hizo. —Percibí por el rabillo del ojo cómo Furcht se tensaba como una cuerda—. No sabemos por qué, pero él sabía cómo lograr que la chica sangrara poco a poco sin comprometer su vida.
—¿Quieres decir que la dejó viva solo con el propósito de…?
—Su sangre; el hijo de puta la alimentaba, la nutría mientras le quitaba sangre, como si fuera un cerdito.
—Eso es… ¡Hijo de puta! —Di un golpe al muro con el puño cerrado. Aquello era atroz, premeditado.
—Están investigando que ocurrió. Zander está trabajando junto a Nicolás y Ben, pero esto es raro.
En ese momento la imagen de Carim inundó mi mente, pero no con el mismo calor de antes.
Algo iba mal.
—Hoy vi a Carim —afirmé, y mis hermanos me observaron—. La asesina a cargo de Nicolás. —Aclaré como si hiciera falta.
—Wow!, debía estar feliz de verte —se mofó Furcht.
No había nada que pudiera ocultarle a ellos, a menos que fuera intencional y la intensidad de nuestros encuentros me habían dejado con ganas de más, así que sí, sabían que la gata me gustaba, y las afirmaciones de última hora ya debían haber llegado por correo mental a mis hermanos, pero ahora nada tenía que ver con esto. Torcí una sonrisa.
—Algo así…, pero no. La encontré en lo de Laicot. —Ahora las sonrisas se esfumaron de sus labios.
—¿Qué?
—¿Qué demonios hacía ella allí?
—Lo mismo me pregunto…, solo que no lo sé —admití rascándome la cabeza.
—¿Qué te dijo?
—Poco y nada, solo que estaba encubierta.
—Espera, espera. ¿Cómo es que no la vi?
Hass no la había visto, seguramente porque Laicot la había enviado a mí, en el cuarto cerrado.
—No lo sé, pero Laicot la envió conmigo. —Añadí avergonzado.
—¡Oh! Ahora lo entiendo. —Hass pareció sorprendido un segundo y se lamió los labios y sonrió.
—¿Qué? —preguntó Furcht, quien era ajeno a todo lo que había pasado.
—Tendrías que haberlo visto cuando salió —se carcajeó palmeando el hombro de Furcht—, tenía, tú ya sabes… —se tomó el brazo desde el codo y apretó el puño. Desvié la mirada para no gruñirle.
—¡Que te den…!
—Eso, ya lo han hecho, a diferencia de ti. —Me palmeó el hombro y comenzamos a caminar gruñendo maldiciones.
—Si la tocas, íncubo, ya estás muerto —gruñí.
—Tranquilo, mi querido lobo, es toda tuya; tú y tu lobito pueden quedársela, pero de lo que realmente me alegro es de que por fin te dieras cuenta.
—Sí, hombre —murmuró Furcht—, que ya ibas a volarnos la cabeza con cada imagen de ella que invadía nuestros sueños. —Furcht se frotó la cabeza incómodo.
Estaba sorprendido; me detuve a mitad de camino y ellos me miraron. ¿Eso era cierto? ¿Carim había entrado en mis sueños?
No, no la quería en mis sueños pero no tenía idea del alcance de Carim hasta que mis hermanos confesaron aquello. Nunca recordaba los sueños, y por lo visto había estado más afectado por ella de lo que creía.
—Ya sé, ya sé, no la quieres en nuestros sueños y lo entiendo, pero deberías hacer algo. Sé que odias que nos metamos en tu vida, por eso mismo no dijimos nada, pero creo que lo estás entendiendo. Ahora ya sabes por qué no puedes controlar esa puta erección ni siquiera con otra hembra —dijo Hass con desdén.
—Da gracias a Vatur que no te dio una embolia… o algo por tanta pérdida de sangre para llenar tu pequeño amiguito. —Me chicaneó Furcht.
—Cabrón ¿quieres que midamos a ver quién la tiene más grande?
Zander nos interrumpió justo en ese momento.
—¡Aquí están! —Zander apareció de la nada. O tal vez era solo yo que me sorprendía por todo—. ¿Ocurre algo?
—No —dijimos en trío. No quería a Zander al tanto de la cuestión de Carim, y por lo visto mis hermanos lo comprendieron. Él podía ser nuestro centinela, pero era amigo de Nicolás, quien era casi como el padre de Carim…, así que no.
—Gran trabajo el del vampiro. —Nos felicitó.
—No fue un gran trabajo Z, ella está mal…
—Sí, pero hemos encontrado algo más.
—No me digas que estás diciendo que ella… —Furcht bajó un poco su voz sonando más agresivo—. Que ella es un daño colateral.
Zander avanzó unos pasos sin importarle la amenaza latente en la voz de mi hermano, y puso una mano en su hombro.
—No, nunca lo haría. —Zander no estaba imponiéndole respeto por su rango, tan solo intentaba trasmitirle su posición, sin miramientos—. Pero, te diré, Salomé está llegando, ella es la clave. Por lo que dijo Viv, ella tiene posibilidades, muchas posibilidades, pues el virus parece reciente.
—Mejor.
—¿Por qué nos llamaste?
—Vengan…, necesitamos hablar, de otras cosas…
Quería preguntarle si sabía por qué Carim estaba en aquel sitio. Pero no aún.
Una idea cruzó mi mente. Debía volver allí y chequear que estuviera bien. Pero eso sería luego de saber qué pasaba aquí.
Era irónico que me preocupara por alguien que parecía despreciar mi presencia.
Nos sentamos en una de las salas de reunión. Zander tomó unos papeles y los lanzó hacia nosotros.
—Estas son las otras víctimas. —Me negaba a mirar nuevamente aquellos rostros vacíos—. ¿Ven algo en particular que llame su atención?
Me forcé a mirar.
La mujer estaba tendida sobre una plancha metálica que debía ser de la morgue. Estaba expuesta, totalmente denuda, y por un momento me sentí enfermo. Ella no merecía esto, nada de esto.
Una confirmación a mis pensamientos llegó por el lazo. Hass estaba con el estómago revuelto y Furcht observaba la imagen con los parpados caídos.
Centrándome, volví a observar la foto. Esta vez evitando aquello que dolía, me concentré en llevar al asesino que había en mí, él podía manejar aquello, el entrenamiento lo había preparado para ver el horror, y era por eso podíamos trabajar sin perder la cabeza. Enfocándome en mi preparación percibí marcas en todo su cuerpo. Había cortes por toda su piel, incluso en partes que no tenían sentido.
Si hubiera sido solo el ataque de un vampiro, tan solo la hubiera secado con dos marcas o tal vez más en zonas donde pudiera acceder fácilmente a sus venas y arterias. No haría cortes al azar. Definitivamente, no la cortaría.
Esto definitivamente era premeditado, pensé.
—No, no lo es —me respondió Zander sorprendiéndome al responder a algo que no había dicho en voz alta—. Por lo que entendemos, hizo pruebas, la foto de la mujer que tienes, Leiden, es una de las primeras, pues los cortes disminuyen con las otras que les di.
—Esto no es el ataque de un vampiro.
—No, por lo que pensamos él estaba experimentando cómo hacerlas sangrar…
—Sin que muriesen en el proceso —completó Hass.
—Correcto. El tipo tiene la precisión de un cirujano y por lo que la joven ha dicho… él no hacía nada más que alimentarla, nutrirla como a un ternero para Navidad, y tomar su sangre, pero no para alimentarse. Cuando notaba la debilidad del pulso, detenía la hemorragia con su saliva sellando la herida.
—Por eso la infección no está avanzada en ella —concluyó Furcht.
—Correcto. Él no la mordió, tan solo cerraba sus heridas. Por eso el virus no está avanzado. Su cuerpo está luchando por mantener su estado primigenio.
—¿Cómo está ella? —pregunté.
—Aún lucha, sabemos que eso es importante. En su estado, más de un humano se hubiera abandonado.
—Después de todo lo que vio…, que vivió… —Ya se hubiera suicidado concluí.
Furcht dio un fuerte golpe a la mesa haciéndola temblar.
—¡Maldito cabrón!, te dije, Hass, que él debía sufrir.
—Sí, lo dijiste, pero hay un código. —Ignoré a mis hermanos y presté atención a Zander que observaba la discusión.
—¡Basta! —musité—. Lo hecho, hecho está. ¿Qué podemos hacer por ella?
—Rezarle a Vatur para que la inyección con la base S funcione —dijo el centinela. La base S, la habían llamado así debido al nombre de la asesina cuya sangre estaban utilizando. Ella era la única que poseía una sangre tan rara. Una que permitiría restituir las propiedades naturales de la sangre inyectando la fuerza que esta necesitaba para volver a su primer estado, siempre y cuando el virus no hubiera avanzado. Habían estado cultivando una vacuna a partir de ella, como un virus regenerativo que podría restaurar los daños.
—Ahora quiero que vayan a la zona donde se dijo que están los otros cuerpos, e imagino que conocerán la escoria del lugar.
—¿Los han preservado?
—Sí, hay un equipo cercando el lugar y un par de Amila borrando los recuerdos de los humanos. Necesitamos contener la situación, al menos hasta saber a qué apuntamos.
—¿Temen que haya humanos trabajando en esto? —pregunté.
—¿Humanos involucrados? —preguntó Furcht, mientras Zander intentaba no revelarnos nada, pero lo conocía demasiado bien.
—Sí, es algo de lo que tememos, no sabes hasta que punto la guerra pasada creó una división entre humanos y oscuros; lo que sí sabemos es que hay muchos que se han planteado la eternidad como una posibilidad, y otros están lo bastante obtusos como buscar cualquier bando mientras sigan con vida.
—¿Crees que los humanos se han vuelto adictos a otra cosa? ¿O alguien más está buscando ser eterno?
—Puede ser. No lo sabemos, necesitamos saber qué hacen con la sangre. Las mujeres de esa sala no pueden haber muerto por manos de un solo vampiro.
—Y estás pensando que tal vez hasta eso sea una fachada, ¿cierto?
—Cierto, cualquier humano que las hallara le echaría la culpa a un vampiro sicótico sin detenerse a pensar en el resto de las heridas.
—Aun así, ellos o él, lo necesitaba. —Todos miramos a Hass que estaba apoyado junto a la puerta, con las manos entrelazadas sobre su cabeza y con sus ojos cerrados—. Solo un vampiro conoce ese tipo de cosas, solo ellos pueden detener la hemorragia sin tener que acudir unas veinte veces a la farmacia por vendas y demás. Eso hubiera llamado la atención si no fuera porque los vampiros poseen una saliva especial. —Mi hermano estaba en lo cierto, era una posibilidad.
—Hass tiene razón, por eso quiero que vayan a investigar estos otros —dijo Zander, que lucía agotado y de mal humor.
—Necesitamos unir piezas.
—¡Vamos por ellos! —Furcht se levantó e hizo crujir sus huesos.
—Busquen alguien que sepa algo —dijo Zander dando por cerrada la reunión y se levantó—. Tienen luz verde y saben lo que eso significa —dicho esto, nos entregó un plano pequeño y saludó con la mano y se marchó.
Maldije para mis adentros porque no podría ver a Carim nuevamente…, tal vez eso era lo mejor. La próxima vez que la viera no sabría como podría reaccionar. El hecho de que mi lobo la reconociera como mía podía ponerla en un aprieto, no quería ni imaginar lo que podría llegar a hacer si la veía con otro macho.
De pronto, el aire dentro de la habitación crepitaba con electricidad pura y yo debía centrarme en la misión que teníamos por delante de nosotros.
Los tres nos miramos con determinación.
Luz verde significaba que esto era delicado y necesitábamos utilizar la fuerza bruta.
Sin restricciones, y yo, personalmente, ahora tenía mucha energía por gastar así que… nunca mejor que hoy para hacerlo.