Hemos llegado hasta el muro. Debemos ser unos cuatrocientos agrupados entre los árboles.
La noche pasada, un pequeño equipo efectuó el cruce para ocuparse de los últimos preparativos de cara a la operación a gran escala de hoy. Y esta mañana temprano, otro pequeño grupo, la gente de Colin, elegida especialmente, ha saltado la valla por el lado oeste de Portland, cerca de las Criptas donde todavía no han construido el muro y donde la seguridad había sido burlada por amigos y aliados desde el interior.
Pero eso ha sido hace horas, y en este momento no queda más que esperar la señal.
El grupo principal atacará el muro, todos a la vez. La mayor parte de las fuerzas de Portland estarán ocupadas en los laboratorios: tengo entendido que hoy tendrá lugar allí un gran acontecimiento.
Debería haber solo un pequeño número de policías para contenernos, aunque a Colin le preocupa que la operación de anoche no fuera tan bien como se había planeado. Es posible que dentro del muro haya más reguladores y más armas de lo que pensamos.
Tendremos que esperar y ver.
Desde donde estoy agachada entre las matas, veo a veces a Pippa, a unos cuarenta metros de distancia, cuando se mueve por detrás del junípero que ha elegido para ocultarse. Me pregunto si estará nerviosa. Ella tiene uno de los papeles más importantes.
Es la encargada de una de las bombas. El grupo principal, el caos en la muralla, tiene la función de permitir a los que llevan las bombas, cuatro en total, que se introduzcan en Portland sin llamar la atención. El objetivo de Pippa es el número 88 de la calle Essex, una dirección que no reconozco, posiblemente un edificio gubernamental, como los otros objetivos.
El sol se eleva lentamente en el cielo. Son las diez de la mañana. Son las diez y media. Mediodía.
Ya falta muy poco.
Esperamos.