Mucha gente me ayudó a escribir este libro. En particular querría dar las gracias a:
El señor McGrath, del Depósito Municipal de Liverpool, que tuvo la amabilidad de explicarme las formalidades; el Juzgado de Primera Instancia de Liverpool y a los en él empleados por la paciencia con que contestaron a mis preguntas; el personal de las Bibliotecas Públicas de Liverpool por buscarme toda clase de información, y el departamento de catalogación por catalogarme Vislumbres del poder absoluto; la cofradía de escritores, magos del vino, genios de la cocina, bibliófilos y campeones de croquet de LiG: en especial Tony y Cherry, por su ayuda con los accidentes automovilísticos; mis amigos de entre los encargados de cine de Liverpool por proporcionarme una visión de su trabajo; especialmente a Tony McCarthy por sus observaciones acerca del funcionamiento de los cines de extrarradio; y sobre todo a mi esposa, Jenny, por compartir los dolores del parto de El muñeco que se comió a su madre.