En la tierra toda se honra al Profeta,
pero no en el pueblo que le vio nacer;
donde aquellas gentes que le vieron niño
le, naturalmente, juzgan con desdén.
Pero cuando es vano, y es díscolo y joven,
la gente hace de ello un agravio atroz.
(Veréis los escritos de que se lamentan,
mas para el Profeta es mucho mejor).
Si el Profeta puede llegar hasta Nínive
—mientras la ballena no le engulla—, a él
no le importa el sitio que la gente habite,
que no se preocupa de lo que antes fue.
Habrá sido esto o aquello; depende
el amor o el odio, de lo que ahora es.