CANCIÓN PICTA
Jamás vio Roma dónde puso el pie;
siempre holló con sus grávidos talones
vientres, y corazones, y cabezas;
Roma no presta oído a nuestros gritos.
Sus centinelas pasan… Eso es todo.
En hordas conspiramos tras de ellos,
por conquistar de nuevo la Muralla,
con nuestra lengua como espada sola.
¡Nosotros somos el Pequeño Pueblo!
Para el amor y el odio, muy pequeño.
Dejadnos solos y veréis entonces
de qué modo abatimos a los Grandes.
Somos como carcoma en la madera.
Somos la base de la podredumbre.
Somos también el germen en la sangre.
Somos la espina que en el pie se clava.
El muérdago que mata, ahogando, al roble;
la rata que divide en dos la cuerda
la polilla que el manto agujerea…
¡Cómo estarán contentos de sí mismos!
Sí…, pero somos el Pequeño Pueblo,
que está como ellos tan atareado;
nuestro trabajo hacemos a escondidas.
¡Esperad, y algún día habréis de verlo!
Nosotros, en verdad, no somos fuertes,
mas conocemos pueblos poderosos.
Sí, y como guías hemos de servirlos
para que en guerra os maten o destruyan.
¿Y seremos esclavos todavía?
Sí, los pictos seremos siempre esclavos,
mas deshonrados moriréis vosotros
y sobre vuestras tumbas danzaremos.
¡Nosotros somos el Pequeño Pueblo…!