CANCIÓN DE UN ÁRBOL

De los árboles todos que tan bellos crecen,

engalanando a la Inglaterra vieja,

ninguno tan noble bajo la luz del sol

como el Roble, y el Fresno, y el Espino.

Señores, canta el Roble y el Fresno, y el Espino

(y todo en la mañana de San Juan).

Sin duda cantaremos nosotros grandes cosas

con el Roble, y el Fresno, y el Espino.

El Roble largamente se nutrió en la arcilla,

que de otro modo no empezara Eneas.

El Fresno entre fangales fue una dama en su hogar

cuando era Bruto un fuera de la ley;

el Espino del cerro contempló a Nueva Troya

(y la ciudad de Londres nació de ella);

por eso la remota antigüedad, testigo

fue del Roble, del Fresno, y del Espino.

El tejo, que en el rústico cementerio envejece,

padre ha sido de un arco poderoso;

el sabio elige para sus zuecos el aliso

y para su escudilla escoge el haya.

Cuando tú hayas matado, tu cuenco esté vertido

y tus zapatos se hayan destrozado,

para todas las cosas preciso es que te ayudes

con el Roble, y el Fresno, y el Espino.

Desprecia el olmo a toda la Humanidad, y espera

que lo abata una ráfaga de viento

para hacer que una rama tu cabeza golpee;

sin embargo, confías en su sombra.

Pero cuando un muchacho está tranquilo o triste,

o ebrio de un cuerno lleno de cerveza,

guardaría su cuerpo de todo mal, tumbado

bajo un Roble, o un Fresno, o un Espino.

¡Oh! No cuentes al cura los apuros que pasas

o diría que todos son pecados.

Mas… nosotros estamos de noche entre los bosques

bajo el hechizo dulce del estío.

Nosotros le traemos noticias de palabra,

buenas nuevas del grano y del ganado.

Y el sol asciende ahora por el Sur, reflejándose

en el Roble, en el Fresno, en el Espino.

Señores, canta el Roble, y el Fresno, y el Espino

(y todo en la mañana de San Juan).

Y vivirá Inglaterra hasta el día del juicio

con el Roble, y el Fresno, y el Espino.