CANCIÓN DE LAS ARPISTAS DANESAS
¿Es ésta la mujer, a quien tú abandonaste,
y al hogar encendido y al campo de los tuyos,
para irte con la vieja de blanqueados cabellos?
No tiene casa donde recibir a sus huéspedes.
Un frío lecho es todo, todo cuanto le queda
donde los soles pálidos y los hielos anidan.
Para abrazar no tiene brazos fuertes y blancos,
mas sí diez dedos de algas para apresarte, y luego
sujetarte a las rocas donde las olas rompen.
No obstante, cuando aumenten los signos del estío
y los hielos se rompan y el abedul ahíje,
te irás de nuestro lado y enfermarás entonces.
Enfermarás de nuevo por matanzas y gritos,
y huirás furtivamente hacia escondidas aguas
a mirar a tu nave en sus puertos de invierno.
Olvidarás las charlas de nuestras sobremesas,
la vaca en el establo y el caballo en la cuadra,
por embrear las tablas y arreglar la maroma.
Te sentirás llevado por tormentosas nubes
y el rumor de tus remos se hundirá en el abismo,
y a través de los tiempos te seguiremos todos.
¿Es ésta la mujer a quien tú abandonaste,
y al hogar encendido y al campo de los tuyos,
para irte con la vieja de blanqueados cabellos?