¡Jack ha vuelto!

En el exterior, el día era radiante, pero el interior estaba oscuro. Jack deambulaba de un lado a otro delante de la pantalla de proyección mientras entre las cortinas se filtraban haces de luz. Sus zapatos de vestir de color marrón se deslizaban sobre la moqueta como las zapatillas de una bailarina. Colgaba de su cintura, pendiendo de un hilo sujeto a sus vaqueros, una chapa blanca de empleado con el nombre de Jack Dorsey y la palabra «Twitter».

—A esto lo llamamos Twitter 1.0 —dijo, dirigiéndose a los varios centenares de empleados de Twitter que lo escuchaban—. Lo abreviaremos como «T1». —Explicó entonces a todos los presentes que antes de aquel momento, hasta su regreso a la compañía, Twitter había sido un servicio incompleto—. Prestad atención a la dirección, no a los detalles —dijo con confianza. Aquello era el nuevo Twitter. No elogió la anterior iteración del producto, la versión de Ev, sino que le asestó un par de golpes. Era una versión beta e incompleta, declaró.

Había iniciado su preámbulo con el tema Blackbird, de los Beatles, a modo de telón de fondo, una canción que explica que un pájaro con las alas rotas consigue aprender a volar. Muy adecuado. Había algunos empleados emocionados, pero muchos miraban a su alrededor, molestos, puesto que Jack estaba despreciando su trabajo de los dos últimos años.

Era el momento que Jack esperaba y que llevaba tanto tiempo planificando, el momento que debería haberse producido unos meses atrás, cuando Ev fue obligado a bajar de categoría. Ahora, Ev estaba siendo obligado a marcharse.

Después de muchas discusiones con Dick y la junta, Jack había vuelto a su castillo a finales de marzo, un rey desterrado regresando del exilio.

Cuando Dick lo presentó en el transcurso de la habitual «Hora del té», fue recibido con la mayoría de los ya cuatrocientos cincuenta empleados de la compañía puestos en pie y aplaudiendo. Muchos lo consideraban el heredero legítimo volviendo a casa. Pero hubo algunos que no se levantaron: un puñado de personas que conocían la realidad del regreso de Jack.

Mientras Jack se deleitaba con la oleada de aplausos, Ev enviaba un e-mail a todos los empleados de Twitter.

«He estado haciendo una intensa introspección anímica —escribió, refiriéndose a sus dos últimos meses de ausencia—. Obviamente, Twitter es la cosa más grande de la que he formado parte importante y probablemente seguirá siendo así. Y a pesar de que no podría sentirme más orgulloso de todo lo que hemos conseguido juntos, es evidente que esto no se ha acabado. Si alcanza su pleno potencial, Twitter seguirá con vida durante muchos, muchísimos más años, y cuando miremos atrás, veremos 2011 como uno de sus primeros y pintorescos años.

»He decidido, no obstante, que mi papel en Twitter de ahora en adelante no estará relacionado con su día a día —escribió—. Haré todo lo que esté en mis manos para seguir ayudando, como cofundador, miembro de la junta directiva, accionista y amigo de la compañía (y de mucha gente que trabaja en ella).

»No desaparezco, ni mucho menos —concluía. Y terminaba su misiva con un—: Seguid cambiando el mundo. Vuestro amigo, Ev».

Tres días más tarde, el lunes por la mañana, la compañía anunciaba oficialmente el regreso de Jack. Un anuncio al que siguió un tuit del propio Jack, confirmándolo: «Regreso emocionado al producto líder @Twitter como presidente ejecutivo. Y sí: liderando @Square para siempre jamás como consejero delegado», escribió.

Luego llegó la prensa. A montones. Fenton intervino para asegurarse de que Jack quedaba representado como héroe. «Fue una tragedia, durante los dos años que no estuvo implicado en la compañía, lo mucho que echamos de menos a su fundador», declaró Fenton al New York Times en un artículo sobre el tema.

En conferencias y en entrevistas con la prensa, Jack continuó canalizando la figura de Jobs, empleando términos como «mágico», «sorprendente», «delicioso» y «mejor» para describir los productos, junto con la jerga prácticamente calcada que Jobs utilizaba en sus conferencias y apariciones televisivas, como «los que dirigimos esta compañía no somos más que simples seres humanos», y pregonando ese concepto utilizado por Jobs cuando le decía a la gente que de lo que estaba «más orgulloso» era de las cosas que la compañía no había hecho.

Luego, cuando empezó a moverse en una órbita superior, protagonizó un impresionante artículo que fue publicado en Vanity Fair el 1 de abril de 2011 y que llevaba por título «Twitter fue el primer acto». Acompañando el artículo, de varios miles de palabras, aparecía una fotografía de Jack con corbata y traje negros, el pecho proyectado hacia fuera, un pajarito de color azul posado en su hombro.

El artículo presentaba a Jack como el «inventor» de Twitter y destacaba que era una de las primeras veces que hablaba públicamente acerca de su expulsión como consejero delegado de la compañía. «Fue como un puñetazo en el estómago», le reveló a David Kirkpatrick, el periodista que escribió el artículo para Vanity Fair. La cita fue recogida miles de veces en las redes sociales y los medios de comunicación.

Pero a unos pocos la cita les sonaba extrañamente familiar. Como muchas de las cosas que Jack había estado diciendo durante el último año, era una cita atribuida a Steve Jobs. Cuando Jobs fue despedido de Apple en 1987, declaró a la revista Playboy lo siguiente: «Me siento como si me hubieran dado un puñetazo en el estómago».

Dos semanas más tarde, y por primera vez en muchos años, apareció otro personaje en la prensa: Noah. Nicholas Carlson, un bloguero de Business Insider, le había seguido la pista y lo había entrevistado para un artículo sobre la historia real de la fundación de Twitter. Carlson escribió que «todos los primeros empleados e inversores de Odeo con los que he hablado se muestran de acuerdo en que nadie mostraba más pasión por Twitter en los primeros días de su existencia que el cofundador de Odeo Noah Glass».

Ray, Blaine, Rabble y los demás también hablaron y declararon que Noah era el «líder espiritual» de Twitter. Noah, aunque reacio a hablar sobre los viejos tiempos, también lo hizo.

«Hay quien se ha llevado todos los reconocimientos y hay quien no. La realidad es que fue un esfuerzo grupal. Yo no creé Twitter solo. Surgió a partir de conversaciones —le explicó Noah a Carlson en el transcurso de la entrevista—. Sé que sin mí Twitter no habría existido. En muchísimos y enormes sentidos». Pero la principal crítica de Noah era contra Ev, porque creía todavía que era él quien lo había expulsado de la compañía.

El mismo día que el artículo vio la luz, Ev tuiteó lo siguiente: «Es verdad que @Noah nunca fue reconocido por su papel en los inicios de Twitter. Fue además quien pensó en el nombre, que era brillante».

Pero nada de esto sirvió para detener a Jack. Como el siguiente Steve Jobs, encumbrado por los medios de comunicación, era demasiado grande y demasiado poderoso como para que alguien se atreviera a poner en entredicho la versión de la historia que él había dado y que había aparecido ya en toda la prensa. Y a medida que iban transcurriendo los meses, la imagen y la fama de Jack no hicieron más que aumentar. Empezó a pasar cada vez más tiempo en compañía de personajes famosos. Frecuentaba fiestas lujosas en Los Ángeles y Nueva York. Volaba en jet privado. Aparecía en la prensa rosa, celebrando fiestas a bordo de yates con famosas y modelos. Se metamorfoseó con la ayuda de asesores y estilistas, e hizo crecer de forma drástica el equipo de relaciones públicas de la compañía para aparecer con más asiduidad en programas de televisión y revistas.

Biz fue el último cofundador en marcharse. El 28 de junio de 2011 anunció que dejaba el papel relacionado con el día a día de Twitter. Aunque en realidad se marchaba porque no tenía ningún papel relacionado con el día a día. Todos sus colaboradores se habían marchado ya.

El día después de que Biz anunciara que dejaba la compañía, todos los empleados de Twitter recibieron un e-mail comunicándoles que al día siguiente la Casa Blanca haría públicos sus planes para el primer «Twitter Town Hall» con el presidente Obama. El acto se celebraría en la Sala Este de la Casa Blanca y llegaría en directo a millones de estadounidenses a través de la web y de Twitter, explicaba el e-mail. Destacaba asimismo que «Jack Dorsey será el moderador».

Biz estaba sentado en la cama cuando leyó el e-mail, la espalda recostada sobre la almohada. Al ver el nombre de Jack, se subió por las paredes. Con los años, había aprendido a no enfadarse por las estrafalarias apariciones de Jack en los medios, a menos que traspasaran la ética que Ev y él se habían esforzado por inculcar en la cultura de Twitter. Y eso había sucedido cuando el nombre de Jack apareció en el New York Times relacionado con la historia de la revolución iraní y cuando Jack había hablado sobre Twitter y China. Y ahora estaba a punto de volver a ocurrir.

Biz escribió rápidamente un e-mail, sus pulgares aporreando la pantalla de su iPhone, consciente de que se le estaban poniendo los pelos de punta.

«Cuando Amac me explicó esta idea, me dijo que nadie de Twitter actuaría como moderador, con el fin específico de subrayar el hecho de que somos una tecnología neutral —escribió Biz en el mensaje que envió a toda la compañía—. Estoy en completo desacuerdo con que una persona de Twitter esté involucrada en el acto como moderador, y muy especialmente con que sea además un fundador. —Y prosiguió—: Esto va contra tres años de trabajo para mantenernos al margen de la narrativa y permanecer neutrales. ¿Qué ha pasado, Amac? Esto es totalmente lo contrario de lo que me explicaste y fue la única cosa que dije en la que te mostraste de acuerdo sin reservas. Lo único que dije que se debía evitar. Por favor, por favor, por favor, no lo hagáis así. Jamás deberíamos vernos implicados de esta manera».

Y entonces, como el interruptor que desconecta la última y tenue bombilla en una habitación que en su día estuvo intensamente iluminada, el e-mail de Biz quedó incapacitado para enviar mensajes a toda la compañía. Su voz quedó silenciada.

Jack Dorsey iba a entrevistar al presidente de Estados Unidos, sería el centro de atención de los medios y todo el mundo lo vería. Ev, Biz y Goldman ya no podrían detenerlo.