Las páginas del libro se agitaban en silencio a medida que Noah iba pasándolas con la ayuda del pulgar. Llevaba horas en ello, girando las hojas con el cuidado de un cirujano cardiaco, estudiando todas y cada una de sus palabras.
Cuando encontraba una que pudiera tener sentido, la murmuraba para sus adentros para ver cómo sonaba. «Culto». «Rápido». «Temblor». A continuación, y negando con la cabeza en un gesto de desaprobación, seguía hojeando el diccionario.
Terminada la jornada, se marchaba de la oficina y se iba a casa para proseguir su búsqueda de un nombre que dar al nuevo proyecto secundario. Un día se detuvo por fin, paralizado y con la mirada fija en una palabra, sabiendo al instante que podía ser ésa. Leyó la definición, la releyó y redactó de inmediato un e-mail para todo el grupo.
Los esfuerzos de Ev por intentar mantener a Noah alejado del «proyecto estado» habían durado unos veinte minutos. Igual que en los primeros tiempos de Odeo, cuando Ev decía una cosa, Noah hacía exactamente lo contrario.
Ev, además, tenía otros problemas aquella semana: estaba atareado preparando documentación para la próxima junta directiva, en la que tenía intención de sugerir la venta de Odeo al mejor postor. O a cualquier postor, de hecho.
Los ingenieros no involucrados en el «proyecto estado» trabajaban a regañadientes con lo que quedaba de Odeo. El pequeño grupo inmerso en el nuevo proyecto llevaba un par de días sugiriendo ideas para el nombre, pero no lograban dar con algo que pudiera funcionar. Jack sugirió como nombre «Estado», pero los demás consideraron que «sonaba demasiado a ingeniero». Biz sugirió «Smssy». «Mono, pero no». Ev había apuntado «Friendstalker», que quedó al instante catalogado como capaz de ahuyentar a cualquiera que no tuviera dieciocho años, varón y soltero.
A pesar de que el resto del grupo no daba indicios de estar muy preocupado por el tema del nombre, Noah estaba obsesionado con él desde la conversación de borrachos que había mantenido con Jack. Llevaba buscando un nombre que tuviera sentido todo el domingo, lunes, martes y ahora también el miércoles. Había estado toda la semana sin comer con sus compañeros, amadrigado en el fondo de la oficina.
Cuando el miércoles por la noche llegó a su apartamento, volvió a sentarse con la intención de hojear el diccionario. Pero sus pensamientos se veían continuamente interrumpidos por mensajes de texto, que desencadenaban el estridente sonido de un timbre en su teléfono móvil. Frustrado ante tanta intrusión, puso el aparato en silencio, de modo que cada vez que llegaba un mensaje el teléfono vibraba sobre la mesa. Noah dejó lo que tenía entre manos y se quedó mirando el chisme, volvió a cogerlo para apagarlo y el aparato se sacudió en silencio por última vez. «Vibrar», pensó, y buscó enseguida la palabra en el diccionario. «Temblar, estremecerse o palpitar; moverse de un lado a otro rápidamente». Noah empezó a emocionarse.
A pesar de que la actualización de estado resultaba intrigante para todo el mundo, en el caso de Noah tenía un significado más personal. Tal y como le había explicado a Jack en el coche, bajo la lluvia, el estado podía ayudar a que la gente se sintiese «menos sola». La vida amorosa de Noah, sus negocios, y ahora también sus amistades, que en aquel momento estaban entretejidas con Oreo, estaban desmoronándose. Aquel invento podía unirlo todo de nuevo y consideraba que el proyecto necesitaba un nombre capaz de explicar esa idea.
Las vibraciones del teléfono le llevaron a reflexionar sobre los impulsos cerebrales que llevan a los músculos a contraerse. «¡Twitch!». «No, eso no funcionaría nunca». De manera que siguió hojeando el diccionario estudiando palabras que empezaran con «tw». Twister. Twist tie. Twit. Twitch. Twitcher. Twitchy. Twite. Y entonces, ahí estaba[1].
«El suave trino que emiten ciertas aves. —El corazón empezó a latirle con fuerza mientras seguía leyendo—. Un sonido similar a ello, especialmente el de un habla o una risa leve, trémula. —Eso es, se dijo—. Agitación o excitación; revoloteo».
Un verbo. «Twitter[2]».
«Twitter. Twitered. Twittering. Twitters».
El sol empezaba a ponerse, el apartamento, a quedarse en penumbra, cuando Noah se puso a escribirle un rápido e-mail a Ev.
«¿Qué te parece “Twitter” como nombre de dominio? —escribió. Y a continuación, pensando ya en un eslogan, añadió—: “Un nivel de conexión completamente nuevo”. O algo por el estilo».
Cuando el nombre llegó al grupo hizo falta algo de convencimiento, puesto que cada uno pensaba para sus adentros que su sugerencia era la mejor; al final llegaron al acuerdo de que Twitter era la mejor elección y Biz empezó a diseñar logos.
Teniendo en cuenta que la nueva página permitiría a sus usuarios compartir actualizaciones a través de mensajes de texto, Jack sugirió eliminar las vocales, una tendencia que se llevaba mucho en Silicon Valley en aquella época, gracias al auge de Flickr, el servicio para compartir fotografías. De este modo Twitter, o Twttr, podría servirse de un número de teléfono de cinco dígitos, un código corto, para enviar mensajes. El nombre de dominio estaba también disponible.
Cuando el motor empezaba a acelerar para iniciar el desarrollo de Twitter, Tim Roberts, que seguía siendo director de producto en Odeo, planteó una señal roja de STOP de tamaño gigante. En una reunión con Ev para hablar sobre Twitter, le expresó sus preocupaciones.
—En primer lugar, y si queremos que esto funcione como es debido, necesitaremos un montón de gente —dijo Tim, y detalló luego el resto de sus preocupaciones a través de un e-mail. Y muy acertadamente, alertó de que «explicar qué es esto» iba a ser muy complicado.
A regañadientes, Ev acabó dándole la razón y después de una prolongada discusión, decidió que era mejor explorar otras ideas en la oficina antes de centrarse única y exclusivamente en Twitter. Mientras Jack, Biz y Noah seguían dándole vueltas al concepto de estado, Ev decidió celebrar un último «día del hacker».
Habían organizado el primer día del hacker, o «hackaton», a principios de febrero, cuando Odeo empezaba a dar muestras de no ir según el plan. Ev presentó la idea como sigue:
«Damas y caballeros, me complace anunciarles el primer hackaton de Odeo —escribió Ev el 6 de febrero de 2006 en un e-mail dirigido a todos los empleados—. Un hackaton es un evento de todo un día de duración en el cual todo el mundo pondrá en marcha algo valioso para la compañía, pero en lo que “se supone” que no debería estar trabajando».
Planteó asimismo las reglas del juego: el hackaton empezaría a las nueve y media de la mañana y acabaría a las seis y media de la tarde, cuando Ev hiciera sonar una campana. Después, tomando una cerveza y algo para picar, todo el mundo presentaría su proyecto. Se fomentaba la colaboración, aunque había que respetar ciertas normas, más concretamente que determinadas personas (como los alborotadores de la oficina) tenían que intentar no trabajar juntas. «¿En qué podéis trabajar? Más o menos en lo que os apetezca —escribió Ev—. Esto significa que debería estar mínimamente relacionado con Odeo, algo que pudiéramos plantearnos lanzar al mercado, lo que deja bastante espacio de maniobra».
Jack estaba fuera de la oficina durante la semana en que se celebró el primer hackaton, a principios de febrero, y le fue imposible asistir. Hubo otros más adelante, pero el de la siguiente semana sería el último. El día después del anuncio, los empleados pasaron el tiempo yendo y viniendo entre mesas para formar equipos, y la oficina parecía una escuela de primaria, cuando se les dice a los niños que elijan pareja y cojan un cuaderno para colorear.
El hackaton se puso en marcha y los grupos, rebosantes de ideas, ocuparon sus rincones de trabajo. Los hackers trataban de contestar la pregunta básica que Ev les había planteado: «Si hoy tuvierais que poner en marcha una nueva compañía, o reinventar Odeo, ¿qué crearíais?».
Florian Weber, un joven programador alemán que había sido contratado temporalmente para colaborar con Odeo, cogió a Jack y a Dom y salieron los tres a comprar burritos en Mexico Au Parc, al final de South Park. Se encaminaron luego a los desvencijados columpios marrones para comer y compartir ideas. Jack se cubrió bien las orejas con su gorra de lana negra para combatir el frío y comentó su idea de la actualización de estado con sus dos compañeros, que hasta el momento no habían oído hablar aún de ella.
—¿Y por qué no utilizas sólo la voz? —preguntó Dom.
—Bueno, podría hacerse —respondió Jack, pero le explicó que con mensajes de texto la gente podría publicar su estado desde una discoteca llena de ruido, por ejemplo, donde es prácticamente imposible hacer una llamada.
Florian, que al igual que Jack acudía a menudo a raves que se prolongaban toda la noche, asintió, entusiasmado.
—Así podríamos saber cuándo empiezan las fiestas —dijo.
—Ponme otros casos de utilización —dijo Dom.
—Mi madre podría utilizarlo, por ejemplo —comentó Jack—, así estaría al corriente de sus idas y venidas.
Luego volvieron todos a sus mesas para esbozar sus respectivas ideas. Los ratones resbalaban por las superficies. Los teclados repicaban. Cuando la bruma de la noche de San Francisco empezó a colorear el cielo, el «ding» de una campana rompió el silencio reinante, anunciando que eran las seis y media de la tarde. Todo el mundo se trasladó a la sala de reuniones, se abrieron latas de cerveza, tapones de botellas rodaron por el suelo, y se inició la presentación de ideas.
Todos los proyectos del último hackaton eran similares. Se presentó Twitter, así como Off the Chains, Ketchup, ShoutOut y algunas ideas más, todas ellas con aspectos similares en cuanto a compartir, amigos y mensajes de texto. Terminadas las presentaciones, los empleados se marcharon y Ev dijo que reflexionaría sobre los proyectos.
Pasaron unos días y Ev redactó un e-mail para Noah y un par de ejecutivos de Odeo. Jack ocupaba un puesto de tan poco nivel en la compañía que ni siquiera fue incluido en el mensaje.
«En términos de nuestros nuevos proyectos, me decanto fuertemente por Twitter (conocido también como Twttr). Podríamos tener muchas más discusiones, y podría cambiar de idea, pero creo que tenemos que tomar una decisión llegados a este punto, y mi instinto me lleva hacia Twitter —escribió Ev en el e-mail—. Jack está machacando el asunto para ponerlo en marcha».
Ev dio entonces la señal para iniciar el proyecto.
(«El suave trino que emiten ciertas aves»).
Se acordó que Jack y Biz estuvieran dos semanas dedicados exclusivamente a crear un prototipo. Florian sería el ingeniero principal. Noah supervisaría el desarrollo de todo. Jeremy prestaría también su ayuda a Twitter cuando fuera necesario. Todos los demás, Rabble, Dom, Crystal y Blaine incluidos, seguirían centrados en Odeo mientras seguían buscando a alguien que adquiriese la compañía de podcasting.
(«Un sonido similar a ello, especialmente el de un habla o una risa leve, trémula»).
Tim Roberts no había comprado aún la idea.
«Creo que soy la voz discrepante, lo cual resulta incómodo —escribió en un e-mail—. Pero sigo teniendo preguntas muy fundamentales en torno a Twitter y sus probabilidades de éxito».
(«Agitación o excitación; revoloteo»).
Pero era demasiado tarde para discrepar o cuestionar las probabilidades de éxito. Ev, Noah, Biz y Jack tenían una nueva obsesión. Era lo que siempre habían querido crear.
(Twitter).