Con Alice, hacíamos el amor cada vez menos pero cada vez mejor. Acaricio sus centímetros cuadrados favoritos. Cierra mis ojos. Antes se corría una vez de cada dos, ahora se corre una vez de cada una. Me deja escribir toda la tarde. Mientras trabajo, ella se dora al sol en la playa. Hacia las seis de la tarde, regresa y le preparo una sangría bien fría. Y compruebo su bronceado integral. Exprimo sus pomelos. Ella me la chupa, yo la enculo. Luego, lee todo esto por encima de mi hombro y me pide que quite «la enculo». Acepto, escribo «la tomo por detrás», y cuando se aleja, pulso la tecla Sup de mi Macintosh. Éste es el precio de la literatura, la Historia de las Letras sólo es una larga letanía de traiciones, espero que me perdone.
Me niego a terminar Suave es la noche; tengo un siniestro presentimiento: en mi opinión, las cosas van de mal en peor entre Dick Diver y Nicole. Escucho La sonata a Kreutzer pensando en la novela epónima de Tolstói. La historia de un hombre engañado que mata a su mujer. El violín y el piano de Beethoven le han inspirado la pareja. Escucho cómo se vuelven a encontrar, a interrumpirse, a volar, a abandonarse, a reconciliarse, a enfadarse y, finalmente, a unirse en el crescendo final. Es la música de la vida en pareja. El violín y el piano son incapaces de tocar solos…
Si nuestra historia termina en seco, me sentiré hastiado de todo. Nunca podré dar tanto a nadie más. ¿Acabaré mi vida follando con putas de lujo y vídeos?
Tiene que funcionar.
Tenemos que superar el cabo de los tres años. Cambio de opinión cada segundo.
Quizás sería mejor que viviéramos separados. La vida en pareja desgasta demasiado.
No tengo tabúes: el intercambio no me choca. Después de todo, puestos a ser cornudos, mejor organizado uno mismo. La libre unión, ésa es la solución: un adulterio bajo control.
No. Lo sé: tenemos que tener un hijo, ¡rápido!
Me doy miedo a mí mismo. La cuenta atrás desgrana sus días de Damocles. Dentro de tres días hará tres años que vivo con Alice.