19. HUIR DE LA FELICIDAD POR MIEDO A QUE SE ESCAPE

Hay que decidirse: o vives con alguien o lo deseas. No se puede desear lo que se tiene, es antinatural. Esta es la razón por la cual los hermosos matrimonios se caen en pedazos ante la llegada de cualquier desconocida que aterriza. Aunque te hayas casado con la más hermosa de las mujeres, siempre habrá una nueva desconocida que entrará en tu vida sin llamar a la puerta y te provocará el efecto de un afrodisíaco superpotente. Sin embargo, para agravar las cosas, Alice no era una desconocida cualquiera. Llevaba un ceñido jersey negro. Y un ceñido jersey negro puede modificar el curso de dos vidas.

Todas mis preocupaciones nacen de mi incapacidad pueril por renunciar a la novedad, de una necesidad enfermiza de ceder a la atracción de mil posibilidades increíbles que ofrece el porvenir. Es increíble cómo me excita mucho más lo que no conozco que lo que ya conozco. ¿Acaso soy anormal? ¿Acaso no prefieres un libro que no has leído, ver una obra de teatro que no te sabes de memoria, elegir a cualquier presidente antes que el que ya gobernaba antes?

Mis mejores recuerdos con Anne datan de antes de nuestro matrimonio. El matrimonio es criminal porque mata el misterio. Conoces a una criatura fascinante, te casas con ella y de repente la criatura fascinante se esfuma: se ha convertido en tu mujer. ¡TU mujer! ¡Qué insulto, qué decadencia para ella! ¡Cuando lo que deberíamos buscar sin descanso, durante toda la vida, es a una mujer que no te perteneciera nunca! (En este sentido, Alice iba a colmar mis aspiraciones.)

Me parece que todo el problema del amor radica en lo siguiente: para ser felices necesitamos seguridad cuando resulta que para estar enamorados necesitamos inseguridad. La felicidad se basa en la confianza mientras que el amor exige dudas e inquietud. Resumiendo, el matrimonio ha sido concebido para hacernos felices pero no para que permanezcamos enamorados. Y enamorarse no es el mejor modo de encontrar la felicidad; si así fuera, ya nos habríamos enterado. No sé si me estoy expresando con claridad, pero yo ya me entiendo: lo que quiero decir es que el matrimonio mezcla trucos que no combinan bien juntos.

De regreso en París, ya no tenía la misma mirada. Anne se había caído de su pedestal. Hicimos el amor sin convicción. Mi vida estaba dando un vuelco. ¿Veis el número 35 debajo? Pues yo acababa de trasladarme al piso inferior.

No existen amores felices.

No existen amores felices.

NO EXISTEN AMORES FELICES.

¿Cuántas veces tendré que repetírtelo antes de que te lo metas en la cabeza, idiota?