14. RESURRECCIÓN PROVISIONAL

Sí: te despiertas. Abres un ojo, luego el otro, tienes doble dolor de cabeza, a causa de la resaca pero también de un enorme chichón en fase de desarrollo acelerado en la parte superior de la frente. Es por la tarde, y te sientes muy ridículo con ese lío de corbatas alrededor del cuello, tumbado junto a una silla caída y a una asistenta de pie.

—Buenos días, Carmelita… Yo… ¿Llevo mucho tiempo dormido?

—¿Podría apartarse un poco, por favor, señor?, es para pasar la aspiradora, por favor…

Luego, encuentras la nota pegada a la tele: «TODO HOMBRE QUE SIGA VIVO DESPUÉS DE LOS TREINTA ES UN IDIOTA», y te admira semejante don de premonición. Pobrecito. Quieres gustar a todas las chicas guapas y te deprimes por un simple divorcio. Haberlo pensado antes. Ahora sólo me queda el dolor como compañía. ¡Qué pérdida de tiempo querer matarse cuando uno ya está muerto!

Los suicidas son realmente unos tipos invivibles. Mi mujer me ha devuelto la libertad, y ahora resulta que se lo reprocho. Le reprocho que me dejara a solas conmigo mismo. Le echo en cara que me haya permitido empezar de nuevo desde cero. Le reprocho que me haya obligado a asumir mis propias responsabilidades. Le reprocho que me haya empujado a escribir este párrafo. He sufrido por estar encerrado y ahora sufro por estar libre. Conque la vida adulta era eso: construir castillos de arena y saltar encima con los pies juntos, y empezar la operación de nuevo, una y otra vez, cuando sabemos perfectamente que el océano los iba a borrar de todos modos.

Los párpados me parecen tan pesados como la noche que cae. Este año he envejecido mucho. ¿Cómo saber que eres viejo? Viendo que vas a tardar tres días en recuperarte de esta borrachera. Que todos tus suicidios son fallidos. Que te sientes como un aguafiestas cuando encuentras gente más joven. Su entusiasmo te pone nervioso, sus ilusiones te cansan. Eres viejo cuando, la noche anterior, le has dicho a una chica nacida en 1976: «¿Setenta y seis? Me acuerdo, fue el año de la sequía.»

Como ya no tengo uñas que comerme, decido salir a cenar.