Aztlán, 2 de junio de 1915
El dirigible maniobró y Félix Sommerfeld comenzó a disparar mientras el capitán del aparato lanzaba bolas rociadas de gasolina sobre los soldados. El capitán Ulises Brul disparó hacia el dirigible junto a sus hombres, pero una bala le dio en el hombro y otra en la cabeza. Los soldados siguieron disparando hasta que el dirigible se incendió y comenzó a descender con fuerza hacia la plaza. Todos corrieron para refugiarse. Hércules agarró al profesor y Lincoln al general. Una vez a salvo pudieron ver como el dirigible se estrellaba contra una masa de árboles y un fuerte incendio se extendía por la isla.
Todos corrieron hacia el barco, pero el fuego se propagaba tan rápidamente que comenzaba a cercarles por todas partes. Hércules y Lincoln marchaban exhaustos entre el humo con su pesada carga, Alicia se había recuperado en parte y caminaba a toda prisa apoyada en Alma.
Al llegar al embarcadero contemplaron como uno de los inmensos árboles caía sobre la barcaza y la hundía. Los soldados se lanzaron al agua desesperados, pero Hércules indicó a sus amigos que lo siguieran. Ellos habían escondido su nave cerca de allí, entre unos árboles. Cuando llegaron a la barca, quitaron las ramas y subieron apresuradamente.
Hércules y Lincoln comenzaron a remar con fuerza mientras el barco se separaba de la isla, cuando estuvieron a una considerable distancia pudieron observar la desolada isla, que se deshacía ante sus ojos.
—Nadie más podrá contemplarla en toda su majestuosidad —dijo el general, complacido.
Todos lo miraron sorprendidos. Nadie lo sabía, pero el general había ganado su última batalla.