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Aztlán, 2 de junio de 1915

El cuchillo descendió con toda su fuerza dirigido justo hacia el centro del pecho de Alicia. Hércules salió de su escondite y disparó contra la espalda del general. Un leve lamento se escuchó entre los gritos de los soldados, que se quedaron paralizados por el terror. El profesor aprovechó para empujar a uno de ellos escaleras abajo. El soldado rodó golpeándose contra las piedras, mientras bramaba de dolor.

Hércules disparó un tiro a bocajarro contra otro de los soldados. Los hombres que sujetaban a Alicia la soltaron y corrieron escaleras abajo para protegerse.

Alicia se sentó aturdida sobre la roca, mientras que el general se retorcía de dolor en el suelo. Hércules corrió hasta la mujer y la levantó en brazos. La dejó en el interior de la pirámide al cuidado de Alma y regresó hacia el altar.

El general lo miró desde el suelo e intentó levantarse, pero Hércules le propinó una patada justo en la herida y el hombre se retorció de dolor. Después corrió escaleras abajo. Cuando escuchó tiros en la plaza, pensó que el párroco estaba disparando al resto de los soldados.