Aztlán, 2 de junio de 1915
Los cánticos resonaron por la larga avenida. Ulises Brul y sus hombres se pararon en seco, pero después el capitán ordenó a los soldados que aceleraran la marcha. Lincoln comenzó a correr hacia la gran plaza. Detrás marchaba Diego Rivera, pero se paraba a ratos para tomar aliento.
Lincoln observó la inmensa plaza y miró hacia la pirámide, ni siquiera advirtió que los hombres del general estaban en la base. Escuchó el último canto y después se hizo el silencio.