Mar Caribe, 18 de mayo de 1915
Comieron una exquisita mariscada y brindaron por el éxito del viaje. Lincoln estaba indispuesto por el mareo y apenas había probado bocado. Hércules habló animadamente, como si hubiera recuperado durante el viaje todas sus fuerzas. Lo sucedido en La Habana había sido una manera de reconciliarse con su pasado, de cerrar un círculo que se había abierto diecisiete años antes.
—Hércules, ¿cuánto tiempo estuviste sirviendo en la Armada? —preguntó a Alicia.
—Durante quince años.
—¿Quince años? Creía que había sido menos tiempo —dijo Alicia.
—La mayor parte del tiempo serví en Cuba, pero antes tuve otros destinos. Incluso pasé una temporada en Filipinas.
—Me encantaría conocer Asia —dijo Alicia.
—¿Hay que ir en barco? Prefiero no viajar más en barco —dijo Lincoln con la cara pálida.
—¡Cómo es, Lincoln!, tiene que tomarse la vida menos en serio —comentó Alicia.
—¿Menos en serio?
Lincoln frunció el ceño y pasó el resto de la conversación abstraído. Cada día pensaba más en regresar a Washington o Nueva York para instalarse definitivamente.
—En cuanto lleguemos a México tenemos que ponernos en contacto con Manuel Gamio, puede que él nos explique más sobre el códice robado y los hombres jaguar —dijo Hércules.
—Gracias a este artilugio vamos a recuperar dos días de viaje. Si los ladrones se dirigen a ciudad de México llegaremos antes que ellos, si van a otro lado, por lo menos el profesor nos orientará para saber adónde dirigirnos —dijo Hércules.
—Nunca había estado tan a ciegas —dijo Alicia.
—Estamos ante el mayor misterio al que nos hemos enfrentado, pero creo que lograremos ver las cosas más claras cuando lleguemos a México.
Un ruido sobre sus cabezas les hizo callarse al instante.
—¿Qué es eso? —preguntó Alicia.
—Este aparato se va a desplomar —dijo Lincoln.
Un nuevo crujido les hizo levantarse de la mesa.
—Parece como si alguien estuviera caminando por el techo —dijo Hércules sacando su pistola.
Los tres se dirigieron a la trampilla que daba acceso al gran globo aerostático. El ruido provenía de ese lugar. Hércules respiró hondo y empujó la trampilla. Tenían que descubrir de qué se trataba.