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Islas Bahamas, 13 de mayo de 1915

La detonación sonó cercana, como el zumbido afónico de una avispa, pero Hércules reaccionó lanzándose con Alicia en la arena y sacando su pistola. Intentó localizar al tirador, pero la playa estaba prácticamente desierta. Con un gesto ordenó a la mujer que se resguardara detrás de unas rocas y reptó por la arena hasta una barca de pescadores.

Un segundo impacto astilló el casco de la barca. Hércules se agachó, y al volver a incorporarse pudo ver de dónde provenían los disparos. Se levantó y corrió hasta el francotirador. Dos balas le pasaron rozando, pero logró salir de la playa. El francotirador observó como Hércules se acercaba y recogió los bártulos lo más rápidamente que pudo, después se subió a un coche y desapareció por la carretera.

Hércules lo vio partir, apenas lo había podido ver un minuto. Su apariencia era occidental, pero poco más podía hacer para identificarle. Se agachó y observó los casquillos, sin duda eran de un rifle norteamericano. Tomó uno para que lo examinara su amigo Lincoln. Después observó la funda de unas gafas. Era de terciopelo rojo, pero no tenía ninguna inicial o signo que pudiera identificar al dueño.

—¿Estás bien, Hércules? —preguntó Alicia cuando llegó hasta él. —Sí, al parecer alguien no quiere que lleguemos a México con vida.

—Pero ¿quién puede estar interesado en eliminarnos?

—Los norteamericanos, los ingleses, los revolucionarios, el presidente Carranza ¿quién sabe?

—Será mejor que volvamos al barco. Lincoln debe estar comenzando a preocuparse.

—Sí, regresemos.

Cuando retornaron al barco, Hércules mostró a Lincoln los casquillos del fusil.

—Se trata de casquillos de un fusil norteamericano —dijo sin dudar.

—¿Está seguro? —preguntó Hércules.

—Son balas del M1915 Browing. Una de las armas más eficaces que se haya inventado nunca. Aunque dicen que los norteamericanos están diseñando un nuevo rifle para usar en la guerra de Europa.

—¿Cualquiera puede conseguir un Browing? —preguntó Alicia.

—No, son rifles de precisión caros. Es raro que un civil los pueda comprar, normalmente pertenecen al ejército de los Estados Unidos —dijo Lincoln.

—Eso significa que el que disparó era un soldado norteamericano —dijo Alicia.

—Probablemente. Aunque alguien puede haberlo comprado en el mercado negro; todo tiene un precio —dijo Lincoln.

—¿Por qué un soldado norteamericano querría eliminarnos? —preguntó Alicia.

—Está claro que está relacionado con el hundimiento del Lusitania —dijo Hércules.

Lincoln miró a su amigo y negó con la cabeza, él no lo tenía tan claro.

—Se puede tratar de un mexicano revolucionario. Los Estados Unidos han vendido muchas armas a México —dijo Lincoln.

—¿Armas tan sofisticadas? —preguntó Alicia.

—No podemos saberlo a ciencia cierta —dijo Lincoln.

—Me temo que volveremos a tener noticias de nuestro tirador muy pronto —dijo Alicia.

Hércules dejó el camarote y se dirigió a cubierta. Percibió como el barco se ponía en marcha. El azul turquesa del mar le recordó su juventud en La Habana, la época en que parecía destinado a vivir en el ejército, formar una familia y recorrer los cinco continentes como capitán de un barco. Todo aquello formaba parte del pasado, pero a medida que se acercaban a La Habana, sus fantasmas se alborotaban en su cabeza. Llevaba tanto tiempo alejado de su pasado que simplemente había olvidado que existía. Ahora tendría que volver a enfrentarse a todo aquello que temía, al vacío de una vida sin sentido.