Londres, 9 de mayo de 1915
Las oficinas del almirantazgo cumplían perfectamente los cánones del espíritu inglés: austeridad y discreción. Hércules subió las escaleras hasta la segunda planta, estaba citado con el responsable de los convoyes de protección, lord Fisher.
Las oficinas eran diáfanas, dividida por paneles de cristal y madera. Un soldado se levantó de una mesa al pie de las escaleras y lo acompañó hasta la puerta de Fisher. Un hombre algo grueso, de cara redonda y frente despejada, le recibió con gran cordialidad y le pidió que se sentara.
—El primer lord del almirantazgo me comunicó que vendría a verme —dijo Fisher.
—Nos ha encargado una investigación civil del caso. Lo ocurrido en el Lusitania ha sido una verdadera desgracia.
—Estamos todos consternados, no teníamos una crisis de este calibre en el departamento desde que comenzó la guerra. En el Lusitania viajaban algunos hombres importantes, como William Broderick Cloete.
—¿Broderick Cloete?
—¿No lo conocía? —preguntó lord Fisher. —No.
—Era un importante empresario minero en México, reunió una gran fortuna, algunos dicen que financiaba a los revolucionarios.
—Qué curioso. Cambiando de asunto, con respecto al barco, ¿por qué no llevaba escolta?
Lord Fisher tardó unos segundos en responder, él era uno de los responsables directos de la seguridad de los convoyes y le costaba asumir cierta responsabilidad.
—Lo cierto es que el Lusitania sí llevaba protección.
—¿Llevaba protección? —preguntó extrañado Hércules.
—El Juno era el barco encargado de proteger los buques de Irlanda a Inglaterra.
—Entonces, ¿qué sucedió?
—Alguien ordenó que regresara a la costa y abandonara su misión.
—¿Quién dio la orden?
—Es difícil determinarlo a ciencia cierta, tendría que hablar con Joseph Kenworthy.
—¿Quién es Joseph Kenworthy?
—Un agente del servicio secreto naval. Le avisaré para que le haga una visita en su residencia —dijo lord Fisher.
—Una última pregunta: ¿quién estaba al mando de las operaciones?
—¿No lo sabe? El primer lord del almirantazgo, Winston Churchill.
Hércules miró al militar, sorprendido. ¿Por qué les había pedido Churchill que investigaran el hundimiento del Lusitania, siendo él mismo uno de los responsables directos?