CÓDIGO DE LEYES
EL PRIMER «MOISÉS».
Hasta 1947, el código de leyes más antiguo que se hubiera descubierto era el de Hammurabi, el ilustre rey semita cuyo reinado se inició en el año 1750 antes de J. C. Redactado en caracteres cuneiformes y en lengua babilónica, este código contenía, intercalado entre un prólogo glorioso y un epílogo cargado de maldiciones para los violadores, un texto compuesto de cerca de 300 leyes. La estela de diorita que lleva dicha inscripción se yergue actualmente, solemne e impresionante, en el Louvre. Por el número de las leyes enunciadas, su precisión y el excelente estado de conservación de la estela, el código de Hammurabi puede considerarse como el documento jurídico más importante que se posee actualmente sobre la civilización mesopotámica. Pero no es el más antiguo. Otro documento de este tipo, promulgado por el rey Lipit-Ishtar, y que fue descubierto en 1947, le gana en más de ciento cincuenta años de antigüedad.
Este código, cuyo texto no fue descubierto en una estela, sino en una tablilla de arcilla secada al sol, está escrito en caracteres cuneiformes y en idioma sumerio. La tablilla había sido descubierta ya a principios de este siglo, pero, debido a diversos motivos, no había sido identificada ni publicada. Fue gracias a Francis Steele, conservador adjunto del Museo de la Universidad de Pensilvania, que fue traducida en 1947-1948. Se compone de un prólogo, de un epílogo y de un número indeterminable de leyes, de las cuales 37 están conservadas parcial o totalmente.
Pero Lipit-Ishtar no pudo conservar mucho tiempo su glorioso título de primer legislador del mundo. En 1948, Taha Baqir, conservador del Museo de Iraq, en Bagdad, y que se hallaba explorando la estación arqueológica, entonces todavía muy oscura, de Tell-Harmal, descubrió dos tablillas que revelaron contener el texto de un código, al parecer todavía más antiguo. Igual que el código de Hammurabi, estas tablillas descubiertas por Taha Baqir estaban escritas en idioma babilónico. Fueron estudiadas y copiadas el mismo año por el conocido asiriólogo Albrecht Goetze, de la Universidad de Yale. El breve prólogo que precede las leyes (no hay epílogo) hace mención de un rey llamado Bilalama, quien habría vivido unos setenta años antes que Lipit-Ishtar; por consiguiente, este nuevo código se vio atribuir entonces el privilegio de ser el más antiguo. Pero ello fue únicamente hasta el año 1952, porque en este año yo mismo tuve el honor de copiar y traducir, en circunstancias que ya detallaré más adelante, una tablilla cuyo texto reproducía en parte el de un código promulgado por el rey sumerio Ur-Nammu. Este soberano, que fundó la tercera dinastía de Ur, hoy día ya bien conocida, inició su reinado, según los cómputos cronológicos más conservadores, hacia el año 2050 a. de J. C., o sea, unos 300 años antes del rey babilónico Hammurabi. La tablilla de Ur-Nammu pertenece a la importante colección del Museo de Antigüedades Orientales, de Estambul, donde yo estuve en 1951-1952 ejerciendo de profesor.
Sin duda no habría yo hecho gran caso de esta tablilla de no haber recibido entonces una carta de F. R. Kraus, actualmente catedrático de epigrafía mesopotámica en la Universidad de Leyden. Unos años antes me había encontrado con Kraus, en el transcurso de mis primeras investigaciones en aquel mismo museo turco, del cual Kraus era entonces conservador. Sabiendo Kraus que yo me hallaba de nuevo en Estambul, me escribió una carta en la que se mezclaban los recuerdos personales con los comentarios relativos a nuestra profesión común. En ella me indicaba que, durante su estancia como administrador del museo, había notado la existencia de dos fragmentos de una tablilla sumeria cubierta de textos jurídicos; él había podido juntar esos dos fragmentos y, a continuación, había catalogado la tablilla única así obtenida bajo el número 3191 de la colección de Nippur. Por lo tanto, añadía Kraus, era posible que yo estuviera interesado en conocer su contenido y que desease copiarlo.
Como sea que las tablillas «jurídicas» son rarísimas, me hice traer inmediatamente el «número 3191» a mi mesa de trabajo. Se trataba de una tablilla secada al sol, de color marrón claro, que medía 10 cm. por 20. Más de la mitad de los caracteres estaban destruidos, y el resto me pareció, a primera vista, lamentablemente incomprensible. Pero, después de varios días de un trabajo encarnizado, el contenido de la tablilla empezó a aclarar su sentido para mí, a tomar forma, como si dijéramos, y entonces me di cuenta con gran emoción de que lo que tenía en mis manos era una copia del código de leyes más antiguo del mundo.
La tablilla había sido dividida por el escriba en ocho columnas, cuatro en el anverso y cuatro en el reverso. Cada una de ellas contenía unos 45 compartimientos minúsculos, cubiertos de líneas, de las cuales la mitad eran legibles. El anverso constaba de un largo prólogo que sólo era comprensible en parte, debido a las abundantes lagunas del texto. Helo aquí, brevemente resumido:
Cuando se hubo creado el mundo y el destino de Sumer y de la ciudad de Ur hubo quedado decidido, An y Enlil, los dos principales dioses sumerios, nombraron rey de Ur al dios de la luna, Nanna. Éste, a su vez, escogió a Ur-Nammu como su representante terrestre para gobernar Sumer y Ur. Las primeras decisiones del nuevo jefe tuvieron por objeto garantizar la seguridad política y militar del país y se juzgó necesario entrar en conflicto con el vecino Estado de Lagash, que empezaba a ensancharse a expensas de Ur. Ur-Nammu venció al soberano de Lagash, Namhani, y le dio muerte. Luego, seguro del apoyo de Nanna, rey de la ciudad, restableció las primitivas fronteras de Ur.
Entonces llegó el momento de consagrarse a los asuntos interiores del país e instaurar las reformas sociales o morales pertinentes. En consecuencia, Ur-Nammu eliminó los falsarios y los prevaricadores o, como los designa el código, los «rapaces», que se apropiaban de los bueyes, los carneros y los asnos de los ciudadanos. Además estableció un conjunto de pesas y medidas honradas e invariables. También se preocupó de que «el huérfano no se transformase en la presa del rico, la viuda en la presa del poderoso, el hombre de un siclo en la presa del hombre de una mina[22]». El párrafo que anunciaba y justificaba las leyes enunciadas a continuación está destruido; sin duda explicaría que esas leyes tenían por objeto hacer reinar la justicia y asegurar el bienestar de los ciudadanos.
Es muy probable que esas leyes estuvieran marcadas en el reverso de la tablilla, pero la tablilla está tan maltrecha que únicamente el contenido de cinco de ellas ha podido ser rehecho con probabilidades de acierto. Una de estas leyes parece implicar una «prueba del agua»; otra trata de la vuelta de un esclavo a su dueño. Pero las tres restantes, por muy fragmentarias y poco legibles que sean, tienen, sin embargo, una importancia particular para la historia del desarrollo social y espiritual del hombre, ya que demuestran que 2000 años antes de J. C. la férrea ley de talión «ojo por ojo, diente por diente», que prevalecía entre los hebreos en una época mucho más posterior, había cedido el lugar a una jurisdicción más humana, según la cual las multas e indemnizaciones sustituían a los castigos y penas corporales. A causa de su importancia histórica, estas tres leyes merecen ser citadas en la lengua misma en que fueron redactadas y promulgadas. He aquí, pues, el texto sumerio, transcrito por medio de nuestro alfabeto y acompañado de su traducción literal.
tukum-bi Si
(lu-lu-ra (un hombre a un hombre,
gish—…-ta) con un instrumento—…,).
…-a-ni su…
gir in-kud ha cortado el pie:
10-gin-ku-babbar 10 siclos de plata
i-la-e deberá pagar.
tukum-bi Si
lu-lu-ra un hombre a un hombre,
gish-tukul-ta con un arma,
gir-pad-du los huesos
al-mu-ra-ni de…
in-zi-ir ha roto:
1-ma-na-ku-babbar 1 mina de plata
i-la-e deberá pagar.
tukum-bi Si
lu-lu-ra un hombre a un hombre,
geshpu-ta con un instrumento geshpu,
ka—…-in-kud ha cortado la nariz (?):
2/3-ma-na-ku-babbar 2/3 de mina de plata
i-la-e deberá pagar.
¿Por cuánto tiempo conservará Ur-Nammu su título de primer legislador del mundo? Según permiten suponer algunos indicios, parece ser que existieron otros legisladores en Sumer muy anteriores a él. Tarde o temprano, algún nuevo investigador dará con la copia de otros códigos, los cuales esta vez serán, quizá, los más antiguos que haya conocido la Humanidad.