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28 de marzo.

Algunas frases del gobernador admitían dos interpretaciones: de acuerdo con una, la revolución sería pedagógica. Nevers, ya en plena aberración, no vacila en declarar su preferencia por la segunda interpretación posible: la rebelión de los presos. Pero el gobernador no le habló del viaje a Cayena. Para un observador sin prejuicios quizá no había ninguna confirmación de las profecías de Bernheim.

Además, ¿cómo acomodar los «camouflages» en el esquema de la sublevación? Sería una locura desatar la sublevación y quedarse en las islas. Sin embargo, consideraba Nevers, eso indica el «camouflage»: una defensa. Entonces no debía alarmarse: Castel estaba loco.

Había otra explicación. Los «camouflages» eran una defensa contra un ataque durante la revuelta (si las cosas no se cumplían con la rapidez conveniente). Esto parecía confirmado por el hecho de que el gobernador no «camouflara» las otras islas. Si tuviera el absurdo propósito de establecerse en las islas y fundar una república comunista, hubiera «camouflado» todo el territorio.

Castel parecía ignorar la próxima partida de Nevers. Si no, ¿para qué le hablaba de sus planes secretos? Sin duda lo preocupaban tanto que ni siquiera leía las cartas (si el reemplazante de Nevers estaba en viaje, el gobernador habría recibido la comunicación). Otra explicación sería que el gobernador preparara el golpe para una fecha anterior a la llegada de Xavier.