Tal es el destino de los libros rusos actuales: aunque salgan a flote, pierden sus plumas. Así sucedió no hace mucho con El maestro y Margarita de Bulgákov: el agua trajo luego sus plumas. Y lo mismo con esta novela mía: para darle por lo menos una débil vida, para atreverme a mostrarla y a llevarla a la redacción, yo mismo la condensé y deformé o, más exactamente, la desmonté y volví a montarla de nuevo, y fue conocida bajo un determinado aspecto.
Y, aunque ahora ya no hay modo de recuperarla ni corregirla, es auténtica. Por lo demás, al restaurarla, he perfeccionado algunas cosas: téngase en cuenta que entonces tenía yo cuarenta años y ahora cuento cincuenta.
Escrita: 1955-1958
Deformada: 1964
Restaurada: 1968