Hacia las cinco de la tarde del 8 de diciembre de 1980, John Lennon salió de su casa. Como siempre, había un pequeño grupo de fans que lo esperaban para tomar una foto o pedirle un autógrafo. Mark David Chapman también estaba ahí. Una foto inmortaliza ese instante en que John Lennon firma el álbum del que lo asesinará unas horas más tarde. Porque Chapman en ese momento no hace nada. Se quedará en la sombra, en la cercanía del edificio, esperando el regreso de su presa. Desde hace meses tiene decidido matarlo. Sin embargo, Chapman es un fan absoluto de Lennon. Su fascinación lo lleva a casarse con una asiática para parecerse a su ídolo. Tras muchos fracasos, se hundirá en la depresión y hasta intentará el suicidio (ojalá lo hubiera logrado…). Su amargura se transforma en odio hacia Lennon. Según él, la estrella se ha vuelto un gran burgués que ha abandonado por completo sus batallas por la causa proletaria. Entonces considera que no es él quien debe morir sino ese gran traidor. Con ese pensamiento espera al Beatle.
Tiene el libro El guardián entre el centeno de Salinger en el bolsillo. Ese día, actuará de manera similar al protagonista de la novela. Cuando John Lennon regresa, lo interpela. El cantante vuelve la cabeza, reconoce seguramente al gordito de gafas al que le firmó un autógrafo un rato antes. Pero Chapman no pide nada. Apoya una rodilla en el suelo y dispara cinco tiros a quemarropa sobre la estrella. Cuatro dan en el blanco. Lennon logra subir los peldaños que lo llevan al vestíbulo. Yoko, que lo sigue, se pone a gritar. Avisan de inmediato a la emergencia médica. Chapman no se mueve. Está sentado en el suelo, esperando que vengan a detenerlo. Llega un coche de policía. Suben al herido para llevarlo lo más rápido posible al Hospital Roosevelt. En el vehículo, el policía hace lo que puede por mantener despierto a Lennon, que pierde sangre. Mucha, demasiada sangre. Le pregunta: «¿Usted es John Lennon?». La respuesta: «Sí». Y será su última palabra. Se apagará poco antes de la medianoche[12]. Pese a sus intentos de pedir la inimputabilidad por demencia, diciendo que había oído voces que lo impulsaban al crimen, Chapman será condenado a cadena perpetua.