Los mismos, menos MARY.
SRA. MARTIN:
Eso me ha dado frío en la espalda.
SR. MARTIN:
Sin embargo, hay cierto calor en esos versos.
EL BOMBERO:
A mí me ha parecido maravilloso.
SRA. SMITH:
Sin embargo…
SR. SMITH:
Usted exagera…
EL BOMBERO:
Es cierto… todo eso es muy subjetivo… pero así es como concibo el mundo. Mi sueño, mi ideal… Además, eso me recuerda que debo irme. Puesto que ustedes no tienen hora, yo, dentro de tres cuartos de hora y dieciséis minutos exactamente tengo un incendio en el otro extremo de la ciudad. Tengo que apresurarme, aunque no tenga mucha importancia.
SRA. SMITH:
¿De qué se trata? ¿De un fueguito de chimenea?
EL BOMBERO:
Ni siquiera eso. Una fogata de virutas y un pequeño ardor de estómago.
SR. SMITH:
Entonces, lamentamos que se vaya.
SRA. SMITH:
Ha estado usted muy divertido.
SRA. MARTIN:
Gracias a usted hemos pasado un verdadero cuarto de hora cartesiano.
EL BOMBERO (se dirige hacia la salida y luego se detiene):
A propósito, ¿y la cantante calva?
Silencio general, incomodidad.
SRA. SMITH:
Sigue peinándose de la misma manera.
EL BOMBERO:
¡Ah! Adiós, señores y señoras.
SR. MARTIN:
¡Buena suerte y buen fuego!
EL BOMBERO:
Esperémoslo. Para todos.
EL BOMBERO se va. Todos lo acompañan hasta la puerta y vuelven a sus asientos.