En el verano de 1950, que precedió al voto de la nacionalización del petróleo, mi médico me prescribió reposo prolongado. Un mes después, mientras dormía vi en sueños un brillante personaje que me dijo: «No son momentos para descansar; levántate y ve a romper las cadenas del pueblo de Irán.» Respondí al llamado, y, no obstante mi extrema fatiga, reanudé mi trabajo en la comisión del petróleo. Cuando dos meses más tarde la comisión aceptó el principio de la nacionalización, convine en que el personaje de mi sueño me había inspirado con felicidad.
Mohammad Mossadegh, sesión del parlamento iranio, 13 de mayo de 1951.