Los sueños de Astiages

Tras cuarenta años de reinado murió el rey medo Ciaxares y lo sucedió en el trono su hijo Astiages. Tenía Astiages una hija llamada Mandane; soñó que ésta despedía tanta orina que cubría toda Ecbatana y toda Asia. Cuidó de que no casara con ningún medo y la dio en matrimonio el persa Cambises, hombre de buena familia, carácter pacifico y mediana condición. Volvió a soñar Astiages, y vio que del centro del cuerpo de su hija salía una parra que cubría con su sombra toda Asia. La presencia era clara: el niño lo reemplazaría. Mandó Astiages retornar a su hija y cuando ésta dio a luz entregó al niño, para que lo matara, a su pariente Hárpago. Hárpago sintió miedo y piedad y entregó el niño al vaquero Mitradates, ordenándole que lo matara. Mitradates tenía por esposa a Perra, quien acababa de parir un niño muerto. El que les habían entregado estaba vestido con lujo; decidieron el cambio, pues también sabían que era el hijo de Mandane, y así preservaban su futuro. Creció el niño y sus compañeros pastores lo proclamaron rey de sus juegos, y el niño rey se mostró inflexible. Lo supo Astiages y obligó que Mitradates le revelara su origen. Así supo la desobediencia de Hárpago: fingió perdonarlo y lo invitó a un banquete, y le pidió a su propio hijo como compañero de su nieto. Durante el banquete, hizo que le sirvieran asados trozos de su hijo. Hárpago, así que lo supo, se dominó. Astiages interrogó nuevamente a sus adivinos. Le respondieron: Si vive, ha de reinar; pero como ya reinó entre los pastores, no hay peligro que alcance nueva corona. Satisfecho, Astiages remitió el niño a sus verdaderos padres, quienes quedaron felices de verlo con vida. El niño se hizo mozo y el mozo adalid, y con ayuda de Hárpago, destronó a Astiages y lo trató con benevolencia. Así fundó Ciro, el antiguo pastor, el imperio persa, y así lo cuenta Herodoto en el quinto de los Nueve libros de la historia.