Confucio sueña su muerte

Por último, lo invadió la lasitud. Tenía ya 73, era en el verano (de 479 a. C.) y había comprendido muy bien el significado de su sueño. Pidió que avisaran a Tse-kong, el último de sus grandes discípulos. Tse-kong acudió presuroso y halló que Krong-tse, más que recibirlo, lo despedía.

El maestro le dijo:

—Soñé que estaba sentado, recibiendo las libaciones. Me encontraba entre dos columnas. Los de la dinastía Sia, como si todavía reinaran en palacio, exponían sus muertos sobre la escalera oriental; los de la dinastía Tcheu los exponían sobre la escalera occidental, la que se ofrece a los huéspedes; los de la dinastía In los exponían entre dos columnas: no había allí dueños ni huéspedes. Desciendo de los soberanos In: sin duda, voy a morir. Es bueno que así sea, pues ya no queda príncipe inteligente que pueda servirse de mí.

Pocos días después murió, en el año decimosexto de Ngaekong de Lu, cuadragésimo primero de Tsing-oang de los Tcheu.

Eustaquio Wilde, Un otoño en Pekín (1902).