Penélope a Odiseo (sin saber que es él quien ha regresado a Itaca tras veinte años de ausencia): Oye, pues, mi sueño: Hay en la casa veinte gansos que comen trigo remojado en agua y yo me huelgo de contemplarlos; mas he aquí que bajó del monte un aguilón de corvo pico, y, rompiéndoles el cuello, los mató a todos. Yo, entre sueños, lloré y di gritos; y las aqueas de hermosas trenzas fueron juntándose a mi alrededor, mientras yo seguía doliéndome de que el aguilón hubiese dado muerte a mis gansos. Tornó el ave, se posó en el borde del alero y me devolvió la calma, diciéndome con voz humana: «¡Cobra ánimo, hija del famosísimo Icario, pues no es sueño sino visión veraz, que ha de cumplirse! Los gansos son los pretendientes; y yo, que me presenté bajo la forma de aguilón, soy tu esposo que ha llegado y les dará a todos ignominiosa muerte.»
Odisea, XlX.