Durante nueve días arreciaron las flechas del Dios. En el décimo, Aquiles convocó al pueblo al ágora. «¡Atridas! Creo que tendremos que retroceder, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte; si no, la guerra y la peste acabarán con los aqueos. Pero antes consultemos a un adivino, sacerdote o intérprete de sueños, para que nos diga por qué se irritó tanto Febo Apolo; pues también el sueño procede de Zeus.»
Ilíada, I.