Dios se comunica por sueños con sus siervos

Oíd mis palabras: si uno de vosotros profetizara, yo me revelaría en él en visión, y le hablaría en sueños.»

Números, 12, 6.

Cuando llegó Gedeón, un hombre contaba a un compañero su sueño: «Rodaba por el campamento de Madián un pan de cebada, chocó contra una tienda y la derribó por tierra.» El compañero le dijo: «Eso no es sino la espada de Gedeón. Dios ha puesto en sus manos a Madián y a todo el campamento.»

Jueces, 7, 13-14.

Judas exhortaba a los suyos a no temer el ataque de los paganos; sobre todo, los alegró con la relación de un sueño digno de toda fe: Onías, que había sido sumo sacerdote, hombre bondadoso, venerable, de suaves maneras y lenguaje elegante, que desde la niñez se había ejercitado en toda virtud, tendía sus manos orando por toda la comunidad judía; se le apareció otro varón, de blancos cabellos y gloriosa dignidad. Onías dijo: «Éste es el amador de sus hermanos, que mucho ora por el pueblo y la ciudad santa: Jeremías, profeta de Dios.» Jeremías tendía con su diestra a Judas una espada de oro y le decía: «Toma esta espada santa, don de Dios, con el cual triunfarás de los enemigos.»

2 Macabeos, 15, 6-16.