CUADERNO VERDE

(DE JUSEP TORRES CAMPALANS)

[219] Mi pintura soy yo, pero no soy sino una parte de mi pintura.

[220] Lo primero que hay que hacer con un cuadro es firmarlo.

[221] La pintura no debe decir nada. Ha llegado la hora de hacer una pintura muda, una pintura sorda, una pintura abierta en canal: que enseñe sus tripas.

[222] El arte arde o no es.

[223] Si la luz cambia, también el espacio. Si queremos hacer algo perdurable: suprimirlos, inventarlos.

[224] Arte es creación, no reproducción. El arte no es vida, sino muerte que produce vida. Reproducción es vida que produce vida, no necesita más que artesanos.

[225] Pintar no lo que se ve, sino lo que se sabe. (De un hombre, de un objeto).

[226] ¿Quién no pinta, sabiendo? Hay que llegar a una pintura que parezca que cualquiera puede hacer y que sin embargo, sólo sabiendo se haga.

[227] Lo feo: ¡tan hermoso!

[228] El color por el color es tan absurdo como el arte por el arte: uno menos uno, igual a cero. El hombre será cualquier cosa, menos nada. El caos no es la nada.

[229] Dejarse llevar, pintar con lo de adentro, a ojos cerrados.

[230] No pintar ideas. Jamás: de ahí a la pintura de historia, ni un paso.

[231] Para pintar: no pensar. Dejarse ir, llevado por las manos.

[232] ¡Quién pudiera pintar dormido!

[233] ¿Será cierto, como quiere Rouault, que todo arte es confesión?

[234] La belleza, dentro.

[235] ¡Tanta cosa hermosa muerta!

[236] ¡Tanta cosa fea viva!

[237] Arte: la inteligencia, la trascendencia, la penetración, la vida convertida, para que la huelan, la adivinen, la recreen los que lo merecen. Y nada del arte por el arte, sino el arte por la vida, tras dar la vida por el arte. Decir lo que no se puede decir. El arte: creación o no es.

[238] El arte por el arte: imbecilidad. ¿O habéis oído hablar del arte por el no arte?

[239] Algunos quieren hoy un arte de tenedor, cuchara o cuchillo. Para ayudar a digerir cuanto antes. Que sea útiles —no útil—, que sirva. O que tienda, en sí, a hacer mejor a los hombres. La inocuidad e iniquidad de estos supuestos es obvia. ¿De verdad creen que Edipo Rey, Hamlet, Las Meninas, la Sinfonía 41 de Mozart, o la Séptima de Beethoven —para no andar discutiendo— se hicieron con fines benéficos?

[240] La mayoría no entenderá este arte. ¡Imbécil, ni la minoría tampoco! Ni este arte, ni otro, está hecho para que se entienda.

[241] El arte, ¿verdad o mentira? ¿Importa? No. Si es arte, es verdad.

[242] Todo de Dios; menos la política, del hombre.

[243] No hago sino transformar unos colores, en una tela, en algo que sigue siendo lo que fue, más lo que le doy; lo que sólo yo puedo darle, bueno o malo. Esto que le doy, escogiendo. Lo cierto: que la tela, los colores, están, siguen estando, fuera de mí. Con lo cual si digo: esta pintura es mía, miento. Lo mío es otra cosa: el hálito de Dios.

[244] Hacerlo todo de una vez. Que salga bien. No volver nunca sobre sí mismo. De golpe. Lo demás es perder el tiempo. No pintar para los hombres, sino para Dios.

[245] A la gracia de Dios pinta cualquiera, lo difícil es pintar con la gracia de Dios.

[246] Lo que importa es la vida. Por eso hay que dar la misma importancia a todo y a todos los aspectos de las cosas, de los hombres. Darlos en conjunto, completos, procurando no olvidar nada. Por delante y por detrás, por arriba y por abajo. Una pintura total. Sin olvidar lo que nos funda: los objetos desde el punto de vista de Dios, que tiene mil ojos.

[247] Si, como dicen que dijo Aristóteles, el hombre es un animal político, la política es la entraña de nuestro ser y la expresión misma del hombre.

[248] Se ve con razones. Si no, ¡qué galimatías se nos echaría encima! Pero si sólo se viese con razones seríamos piedra.

[249] No dar explicaciones de lo que no lo tiene.

[250] Demos a la razón lo suyo; poco tiene que ver con lo nuestro.

[251] El instinto es la madre del progreso. Si nos guiáramos exclusivamente por la razón seríamos partenogenésicos: igualitos a nuestros padres.

[252] Buscar el meollo de las cosas —no el aspecto visible, no la apariencia; dar con el sentido moral de lo que se representa.

[253] Todos esos imbéciles que quieren que el hombre se baste a sí mismo.

[254] Vivimos equivocados por la historia, esa celestina del tiempo; todo nos parece de ayer, siendo más viejo, en un mundo que suponemos antiquísimo y que es de ahora mismo.

[255] Vender es venderse.

[256] No dejar lugar a dudas.

[257] Si no se pinta para vivir eternamente, ¿para qué se pinta?

[258] Pintar para mí, para ser, no para seres. Pintar para permanecer. Mas ¿cómo permanecer sin seres?, ¿cómo ser sin otros? Pintar para los demás, cueste lo que cueste: gran lección de humildad. O callar: ser otro, ver lo que pintan los demás, sabiendo que podría ser igual. De todos modos: humildad.

[259] La obra, sólo la obra. No dejar nada, sino lo hecho. Borrar la vida con migajón.

[260] No importará quién fui, sino lo que hice. Apréndelo: no importará quién fuiste sino lo que hiciste. Sólo lo que se hace se deja; quién eres no cuenta mañana.

[261] No podemos ir más allá de nosotros mismos. Tenemos límites. Lo sentimos como deben sentir los muertos las tablas de su ataúd. Más allá está la tierra. La tierra, la que no está sola.

[262] Esto que yo pinto es el mundo, una parte, por pequeña que sea, del mundo; es decir, el mundo entero. No lo pinto como quisiera PORQUE NO SÉ CÓMO LO QUISIERA PINTAR. Pinto, pues, como Dios me da a entender.

[263] Pinto como puedo —no como quiero— y si lo que hago interesa a algunos, miel sobre hojuelas, pero si no, ¿qué le voy a hacer? No voy a ponerme por eso a pintar de otra manera. Lo siento, por ellos y por mí. Lo siento porque demuestra que el mundo está bien hecho; cada quien a su manera y Dios por y para todos.

[264] Vencer la literatura con sus medios. La ventaja de los escritores: emplean palabras, material que nada tiene que ver con la realidad. Transformar los colores en vocablos (azul, el sustantivo; rojo, el verbo; amarillo, el complemento; los demás, adjetivos). Pintar en prosa, en verso. Colores consonantes, colores asonantes.

[265] Crear es fácil: se parte del caos. Lo difícil es recrear.

[266] Somos tiempo y pintamos tiempo. Pintamos este momento en este momento. ¿Qué de raro tiene que los demás no nos entiendan? ¿O que entiendan a su manera, en su tiempo?

[267] Pinto por —y para— participar en el mundo. Para ser.

[268] No emplear dos pinceladas donde baste una.

[269] Lo bueno, a la larga, se impone; lo malo se borra.

[270] El que explica, se rebaja. Por eso todos los críticos son pequeños.

[271] Hace muchos siglos san Agustín dijo que los cuadros, con su idioma simbólico, eran libros para ignorantes. Ahora, al revés: cualquier ignorante lee libros; en cambio, la pintura ha venido a ser lectura para inteligencias más vivas.

[272] No desechar nada, más que la propia obra.

[273] Volver a la escritura, traducir los sentimientos con signos. Pero sólo se escribe para los que saben leer. En el fondo es lo que buscaba desde el principio: un alfabeto. Las palabras de la pintura.

[274] Decir las cosas tal como son, desde adentro. Destriparlas, que la poesía sea una p, una o, una e, una s, una i, una a. Y el que no lo entienda, que se muera.

[275] Todo cuadro: autorretrato.

[276] Pintar, no: crear.

[277] Ir en contra del momento preciso, ir en contra de ahora para dar a las cosas un estar perdurable.

[278] ¿Cuántas culturas desaparecidas? ¿Cuántas culturas por venir? ¿Por qué ser esclavos de una?

[279] Dar con la verdad, reírse de la apariencia.