Agradecimientos

Agradecimientos

Quiero dar las gracias a todas las personas que me han ayudado y han permanecido a mi lado mientras El apagón pasaba de ser un libro a ser dos y, debido a la tensión, yo me volvía loca poco a poco: a mi increíblemente paciente editora, Anne Groell, y a mi sufridor agente, Ralph Vicinanza; a mi incluso más sufridora secretaria Laura Lewis; a Cordelia, mi hija y principal confidente; a mi familia y mis amigos; a cada bibliotecario en un radio de ciento cincuenta kilómetros; a los camareros de Margie’s, Starbucks y de la unión estudiantil de la UNC que me servían té (bueno, chai) y simpatía a diario. Gracias a todos por soportarme, apoyarme y no pasar de mí ni de mi libro.

Sin embargo, gracias sobre todo al maravilloso grupo de señoras del Imperial War Museum por el día que pasé allí documentándome: todas ellas, como me enteré luego, habían formado parte de los equipos de rescate, conducido ambulancias y sido vigilantes de bombardeo durante el Blitz; me contaron anécdota tras anécdota, todas las cuales han sido de inestimable valor para el libro y para que yo llegara a comprender la valentía, la determinación y el humor del pueblo británico al plantarle cara a Hitler. También quiero dar las gracias a mi maravilloso esposo, que las encontró, las acomodó, les compró té y pasteles y luego fue a buscarme para que pudiera entrevistarlas. ¡Siempre serás el mejor marido!