El contexto en el que se enmarca esta novela es histórico y no una invención del autor.
La Donación de Constantino (Constitutum Constantini), según la cual el emperador Constantino (306-337) donó Roma y Occidente al papa Silvestre (314-335), es histórica. Sin embargo, el documento, cuya autenticidad fue universalmente reconocida en la Edad Media, era una falsificación que, por lo que hoy sabemos, el papa Adriano II (867-872) debió de encargar hacer a algún monje. Ya en el siglo XIV surgieron las primeras dudas sobre la autenticidad del pergamino. Por un lado, por el estilo empleado en el escrito, y por el otro, por la mención de una serie de hechos que no habían cobrado relevancia hasta siglos después de que supuestamente fuera redactado. La Iglesia defendió su autenticidad hasta entrado el siglo XIX. En la actualidad, la falsedad del documento se considera demostrada.
El terrible papa Juan XXIII (1410-1415) es también un personaje histórico, al igual que los dos antipapas, Benedicto XIII y Gregorio XII. Los cronistas medievales narran increíbles ruindades sobre el papa Juan XXIII que superan la imaginación de cualquier escritor. Su Santidad mantenía relaciones sexuales con la mujer de su hermano y vivía con la hermana del cardenal de Nápoles. A los jóvenes clérigos, a cambio de sus favores, los nombraba abades de los monasterios más ricos. Las trescientas monjas de Bolonia deshonradas también es un hecho real.
Juan XXIII convocó el Concilio de Constanza (1414-1418), oficialmente, para acabar con el cisma y llamar a capítulo al reformador Jan Hus. Por causas todavía desconocidas, el papa huyó a escondidas de Constanza, aunque más adelante sería detenido, destituido y encarcelado. Ya en tiempos modernos, la Iglesia intentó borrar el recuerdo de este papa dando a Angelo Roncalli el nombre de Juan XXIII (1958-1963) como si nunca le hubiera sido dado al primero.
Jan Hus, el primer rector de la Universidad de Praga, que criticaba duramente la relajación del clero, recibió garantías del rey Segismundo de que, en caso de asistir al concilio, no sería condenado a muerte. Él debía limitarse a defender sus tesis delante de todos. Sin embargo, durante el concilio, Jan Hus fue apresado y quemado en la hoguera.
Los episodios de histeria causados por el diablo, tal como se describen al comienzo, eran habituales en la Edad Media y desencadenaban toda clase de aberraciones estremecedoras. Tales episodios de histeria colectiva hoy en día nos resultan inconcebibles. También eran frecuentes los episodios de histeria en los que las personas bailaban hasta morir o quedar inconscientes.
Ulrich von Ensingen es un personaje histórico. Nació en 1359 y murió en 1419 en Estrasburgo. Las gigantescas torres que construyó le sirvieron para cosechar la fama de hombre extravagante y ser el arquitecto más conocido de su época. Él levantó la nave principal de la catedral de Ulm hasta la altura que tiene actualmente y comenzó la torre de la catedral de Estrasburgo, al mismo tiempo que trabajaba en la catedral de Milán.
La verdadera heroína de la novela, la hermosa Afra, es una ficción, al igual que el pergamino olvidado que supuestamente redactó el arrepentido escritor del Constitutum Constantini al final de su vida. Pero ¿acaso no podría haber acontecido así? Que Dios perdone al autor.