Primeramente el marqués don Hernando Cortés; murió junto a Sevilla, en una villa o lugar que se dice Castilleja de la Cuesta. Y pasó don Pedro de Alvarado, que después de ganado Méjico, fue comendador de Santiago y adelantado y gobernador de Guatimala[95]; murió en lo de Jalisco, yendo que fue a socorrer un ejército que estaba sobre los peñoles de Nochiztlán. Y pasó un Gonzalo de Sandoval, que fue capitán muy primeramente y alguacil mayor en lo de Méjico, y fue gobernador cierto tiempo en la Nueva España en compañía del tesorero Alonso de Estrada; tuvo dél gran noticia Su Majestad, y murió en Castilla, en la villa de Palos, yendo que iba con don Hernando Cortés a besar los pies a Su Majestad. Y pasó un Cristóbal de Olí, esforzado capitán y maestre de campo que fue en lo de las guerras de Méjico, y murió en lo de Naco degollado por justicia, porque se alzó con una armada que le hobo dado Cortés.
Destos tres capitanes que dicho tengo, fueron muy loados delante de Su Majestad cuando Cortés fue a la corte y dijo al emperador nuestro señor que tuvo en su ejército, cuando conquistó a Méjico, tres capitanes que podían ser contados entre los muy afamados que hobo en el mundo: el primero, que era don Pedro de Alvarado, demás de ser muy esforzado, tenía gracia ansí en su persona y parecer y razonamientos para hacer gente de guerra[96]; y dijo por el Cristóbal de Olí que un Héctor en esfuerzo para combatir persona por persona, y era que si como era esforzado tuviera consejo, fuera muy más tenido, mas que había de ser mandado; y dijo por el Gonzalo de Sandoval, que era tan valeroso ansí en esfuerzo como en consejo, que podía ser coronel de ejércitos, y que en todo era tan bastante, que osara decir y hacer; y también loó Cortés que tuvo muy buenos y osados soldados. Y a esto dice Bernal Díaz del Castillo, el autor desta relación, que si esto escribiera Cortés la primera vez que le hizo relación de las cosas de la Nueva España, bueno fuera, mas en aquella sazón quescribió toda la honra y prez de nuestras conquistas se daba a sí mesmo y no hacía relación de nosotros.
Y volviendo a nuestra materia, pasó otro buen capitán y bien animoso que se decía Juan Velázquez de León; murió en las puentes. Y pasó don Francisco de Montejo, que después de ganado Méjico fue adelantado y gobernador de Yucatán y tuvo otros ditados; murió en Castilla[97]. Y pasó Luis Marín, capitán que fue en lo de Méjico, persona preminente y bien esforzado; murió de su muerte. Pasó un Pedro de Ircio, era ardid de corazón y era algo de mediana estatura, y hablaba mucho que haría y acontecería por su persona, y no era para nada, y llamábamosle que era otro Agrajes sin obras, por su mucho hablar; fue capitán en el real de Sandoval. Y pasó otro buen capitán que se decía Andrés de Tapia; fue muy esforzado; murió en Méjico. Pasó un Juan de Escalante, capitán que fue en la Villa Rica entre tanto que fuimos a Méjico; murió en poder de indios en la que nombramos la de Armería, que son unos pueblos questán entre Tuzapán y Cempoal, y también murieron en su compañía siete soldados que ya no se me acuerda su nombre, y le mataron el caballo; éste fue el primer desmán que tuvimos en la Nueva España.
Y también pasó un Alonso de Ávila; fue capitán y el primer contador que hubo en la Nueva España, persona muy esforzada; fue algo amigo de ruidos, y don Hernando Cortés, conociendo su inclinación, porque no hobiese cizañas procuró de le enviar por procurador a la Española, donde residía la Audiencia Real y los frailes jerónimos, y cuando le envió le dio buenas barras y joyas de oro por contentalle[98]. Pasó un Francisco de Lugo, capitán que fue de entradas, hombre bien esforzado; fue hijo bastardo de un caballero que se decía Álvaro de Lugo el Viejo, señor de unas villas que están cabe Medina del Campo que se dicen Fuenencastín; murió de su muerte. Y pasó un Andrés de Monjaraz, capitán que fue en lo de Méjico; estaba muy doliente de bubas y no le ayudaba su dolencia para la guerra. Y pasó un Diego de Ordaz, capitán que fue en la primera vez que fuimos sobre Méjico, y después de ganado Méjico fue comendador de Santiago; murió en el Marañón. Y Pasaron cuatro hermanos de don Pedro de Alvarado, que se decían Jorge de Alvarado; fue capitán en lo de Méjico y en lo de Guatimala; murió en Madrid en el año de mil e quinientos cuarenta, y el otro su hermano se decía Gonzalo de Alvarado; murió de su muerte en Guaxaca; Gómez de Alvarado murió en el Perú, y el Juan de Alvarado era bastardo; murió en la mar yendo a la isla de Cuba.
Pasó un Juan Jaramillo, capitán que fue de un bergantín cuando estábamos sobre Méjico; fue persona preminente; murió de su muerte. Pasó un Cristóbal Flores, persona que fue de valía; murió en lo de Jalisco yendo que fue con Nuño de Guzmán. Y pasó un Cristóbal Martín de Gamboa, caballerizo que fue de Cortés; murió de su muerte. Pasó un Caicedo; fue hombre rico; murió de su muerte. Y pasó un Francisco de Saucedo, natural de Medina de Ríoseco, y porque era muy polido le llamábamos el Galán, y decían que fue mastresala del almirante de Castilla; murió en las puentes en, poder de indios. Pasó un Gonzalo Domínguez, muy esforzado y gran jinete, murió en poder de indios. Y pasó un Fulano Morón, bien esforzado y buen jinete, natural de Ginés; murió en poder de indios. Y pasó un Francisco de Morla, muy esforzado soldado y buen jinete, natural de Jerez; murió en las puentes en poder de indios. Y también pasé otro buen soldado que se decía Mora, natural de Ciudad Rodrigo; murió en los peñoles questán en la provincia de Guatimala. Y pasé un Francisco Corral, persona que valía mucho; murió en la Veracruz. Y pasó un Fulano de Lares, bien esforzado y buen jinete, matáronle indios. Y pasó otro Lares, ballestero; murió en poder de indios.
Pasó un Simón de Cuenca; fue mayordomo de Cortés; murió en lo de Xicalango en poder de indios, y también murieron en su compañía otros diez soldados que no se me acuerdan sus nombres. Y también pasó un Francisco de Medina, natural de Aracena; fue capitán en una entrada; murió en lo de Jicalango en poder de indios, y también murieron en su compañía otros soldados. Y pasó un Maldonado el Ancho, natural de Salamanca, persona preminente y había sido capitán de entradas; murió de su muerte. Y pasaron dos hermanos que se decían Francisco Álvarez Chico y Juan Álvarez Chico, naturales de Fregenal: el Francisco Álvarez era hombre de negocios y estaba doliente; murió en la isla de Santo Domingo; el Juan Álvarez murió en lo de Colimar en poder de indios. Y pasó un Francisco de Terrazas, mayordomo que fue de Cortés, persona preminente; murió de muerte. Y pasó un Cristóbal del Corral, el primer alférez que tuvimos en lo de Méjico, persona bien esforzada; fuese a Castilla, y allá murió. Y pasó un Antonio de Villarreal, marido que fue de Isabel de Ojeda, que después se mudó el nombre e dijo que se decía Antonio Serrano de Cardona; murió de su muerte. Y pasé un Francisco Rodríguez Magariño, persona preminente; murió de su muerte. Y pasó un Francisco Flores de Guaxaca, persona noble; murió de su muerte. Y pasó un Alonso de Grado; éste casó con una hija de Montezuma que se decía doña Isabel, y murió de su muerte.
Y pasaron cuatro soldados que tenían por sobrenombres Solises: el uno, que era hombre anciano, murió en poder de indios; el otro se decía Solís Casquete porque era algo arrebataquistiones; murió de su muerte en Guatimala; el otro se decía Pedro de Solís Tras la puerta porque estaba siempre en su casa tras la puerta mirando los que pasaban por la calle y él no podía ser visto; fue yerno de un Orduña el Viejo de la Puebla y murió de su muerte, y el otro Solís se decía el de la Huerta porque tenía una muy buena huerta y sacaba buena renta della, y también le llamaban Sayo de Seda, porque se preciaba mucho de traer seda; murió de su muerte. Y pasó un esforzado soldado que se decía Benítez; murió en poder de indios. Y pasó otro un esforzado soldado que se decía Juan Ruano; murió en las puentes en poder de indios. Y pasó un Bernaldino Vázquez de Tapia, persona muy preminente e rico; murió de su muerte.
Y pasó un muy esforzado soldado que se decía Cristóbal de Olea, natural de tierra de Medina del Campo, y bien se puede decir que, después de Dios, por el Cristóbal de Olea salvó la vida don Hernando de Cortés: la primera vez en lo de Suchimilco, cuando se vio Cortés en grande aprieto, que le derribaron del caballo que se decía el Romo los escuadrones de guerra mejicanos, y este Olea llegó de los primeros a le socorrer, e hizo tales cosas por su persona, que tuvo lugar don Fernando Cortés de cabalgar en el caballo, y luego le socorrieron ciertos caballeros y otros soldados que en aquel tiempo llegamos, y el Olea quedó muy mal herido, y la postrera vez le socorrió el mismo Cristobal de Olea cuando en Méjico, en la calzadilla, le desbarataron los mejicanos al mesmo Cortés y le mataron los sesenta y dos soldados, y al mismo don Fernando Cortés le tenían ya asido y engarrafado un escuadrón de mejicanos para le llevar a sacrificar, y le habían dado una cuchillada en una pierna, y el buen Olea con su ánimo muy esforzado peleó tan valerosamente que les quitó de su poder a Cortés, y allí perdió la vida este animoso varón, que agora que lo estoy escribiendo se me enternece el corazón, que me parece que agora lo veo y se me representa su persona y gran ánimo; y de aquella[99] derrota escribió Cortés a Su Majestad que no fueron sino veinte y ocho los que murieron, y, como digo, fueron sesenta y dos.
Y también pasó con nosotros un esforzado soldado que tenía una mano menos, que se la habían cortado en Castilla por justicia; murió en poder de indios. Y también pasó otro buen soldado que se decía Tobilla, que derrenqueaba de una pierna, que decía él que se había hallado en la del Garellano con el Gran Capitán; murió en poder de indios. Y pasaron dos hermanos que se decían Gonzalo López de Gimena y Juan López de Gimena: el Gonzalo López murió en poder de indios y el Juan López fue alcalde mayor en la Veracruz y murió de su muerte. Y pasó un Juan de Cuéllar, buen jinete; éste casó primeramente con una hija del señor de Tezcuco, que se decía su mujer doña Ana y era hermana de este Suchel, señor del mismo Tezcuco; murió de su muerte. Y pasó otro Fulano de Cuéllar, deudo que decían ser de Francisco Verdugo, vecino de Méjico, y murió de su muerte.
Y pasó un Santos Hernández, hombre anciano, natural de Coria; de sobrenombre le llamábamos el Buen Viejo, jinete, murió de su muerte natural. Y pasó un Pedro Moreno Medrano, vecino que fue de la Veracruz, y muchas veces fue en ella alcalde ordinario, y era reto en hacer justicia, y después se fue a vivir a la Puebla; fue hombre que sirvió muy bien a Su Majestad ansí de soldado como en hacer justicia; murió de su muerte. Y pasó un Juan de Limpias Caravajal, buen soldado, capitán que fue de bergantines, y ensordeció estando en la guerra; murió de su muerte. Y pasé un Melchior de Alávez, vecino que fue de Guaxaca, murió de su muerte. Y pasé un Román López, que después de ganado Méjico se le quebré un ojo, persona preminente; murió en Guaxaca. Pasó un Villandrando, decían que era deudo del conde de Ribadeo, persona preminente; murió de su muerte. Y pasó un Osorio, natural de Castilla la Vieja; fue buen soldado y persona de mucha cuenta, murió en la Veracruz. Y pasé un Rodrigo de Castañeda; fue nahuatato y buen soldado; murió en Castilla. Y pasó un Hulano de Pilar; fue buena lengua; murió en lo de Cuyuacán cuando fue con Nuño de Guzmán[100]. Y asé otro muy esforzado y buen soldado que se dice Hulano Granaxo; vive en Méjico.
Pasé un Martín López, fue muy buen soldado; éste fue el maestro de hacer los trece bergantines, que fue harta ayuda para ganar Méjico, y de soldado sirvió muy bien a Su Majestad; vive en Méjico. Y pasó un Juan de Nájara, buen soldado y ballestero; sirvió bien en la guerra. Y pasó un Ojeda, vecino de los zipotecas, y quebráronle un ojo en lo de Méjico. Y pasé un Hulano de la Serna, que tuvo unas minas de plata; tenía una cuchillada por la cara que le dieron en la guerra; no me acuerdo qué se hizo dél.
Y pasé un Alonso Hernández Puerto Carrero, primo del conde de Medellín, caballero preminente, y éste fue a Castilla la primera vez que envíamos presentes a Su Majestad, y en su compañía fue don Francisco de Montejo antes que fuese adelantado, y llevaron mucho oro en granos sacado de las minas, como joyas de diversas hechuras, y el sol de oro y la luna de plata, y según paresció, el obispo de Burgos, que se decía don Juan Rodríguez de Fonseca, arzobispo de Rosano, mandó prender al Alonso Hernández Puerto Carrero porque decía al mismo obispo que quería ir a Flandes con el presente ante su Majestad y porque procuraba por las cosas de Cortés, y tuvo achaque el obispo para le prender porque le acusaron que había traído a la isla de Cuba una mujer casada, y en Castilla murió, y puesto que era uno de los principales compañeros que con nosotros pasaron, se me olvidaba de poner en esta cuenta[101] hasta que me acordé dél[102].
Y pasó otro buen soldado que se decía Luis de Zaragoza. Y vamos adelante, que también pasó un Hulano de Villalobos, natural de Santa Olalla, que se fue a Castilla rico. Y pasó un Tirado de la Puebla; era hombre de negocios; murió de su muerte. Y pasó un Juan del Río; fue a Castilla. Y pasé un Juan Rico de Alanís, buen soldado; murió en poder de indios. Y pasé un Gonzalo Hernández de Alanís, bien esforzado soldado. Y pasé un Juan Ruiz de Alanís; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Navarrete, vecino que fue de Pánuco; murió de su muerte. Y pasé un Francisco Martín Vendaval; vivo le llevaron los indios a sacrificar, y ansimismo otro su compañero que se decía Pedro Gallego, y desto echamos mucha culpa a Cortés, porque quiso echar una celada a unos escuadrones mejicanos, y los mejicanos le engañaron y se la echaron al mismo Cortés y le arrebataron los dos soldados por mí declarados y los llevaron a sacrificar delante sus ojos, que no se pudieron valer. Y pasaron tres soldados que se decían Trujillos, el uno natural de Trujillo, y era muy esforzado; murió en poder de indios, y el otro era natural de Huelva o de Moguer; también fue de mucho ánimo; murió en poder de indios, y el otro era natural de León; también murió en poder de indios. Y pasó un soldado que se decía Juan Flamenco; murió de su muerte. Y pasé un Francisco del Barco, natural del Barco de Ávila, capitán que fue en la Chuluteca; murió de su muerte.
Y pasé un Juan Pérez, que mató a su mujer, que se decía la mujer la Hija de la Vaquera; murió de su muerte. Y pasó otro buen soldado que se decía Rodrigo de Jara el Corcovado, extremado hombre por su persona; murió en Colimar o en Zacatula. E pasé otro buen soldado que se decía Madrid el Corcovado; murió en Colimar o en Zacatula. Y pasó otro soldado que se decía Iván de Iniesta; este Iniesta fue ballestero; murió de su muerte. Y pasó un Hulano de Alamillo, vecino que fue de Pánuco, buen ballestero; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Morón, gran músico, vecino de Colimar o Zacatula; murió de su muerte. Pasó un Hulano de Varela, buen soldado, vecino que fue de Colimar o Zacatula; murió de su muerte. Y pasé un Hulano de Valladolid, vecino de Colimar o Zacatula; murió en poder de indios. Y pasé un Hulano de Villa, fuerte persona que valía, que casó con una deuda de la mujer que primero tuvo don Hernando Cortés, y era vecino de Zacatula o de Colimar; murió de su muerte. Y paso un Juan Ruiz de la Parra, vecino que fue de Colimar o de Zacatula; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Gutiérrez, vecino de Colimar o Zacatula; murió de su muerte. Y pasó otro buen soldado que se decía Valladolid el Gordo; murió en poder de indios. Y pasó un Pacheco, vecino que fue de Méjico, persona preminente; murió de su muerte. Y pasó un Hernando de Lerma o de Lema, hombre anciano que fue capitán; murió de su muerte. Y pasó un Hulano Juárez el Viejo, que mató a su mujer con una piedra de moler maíz; murió de su muerte. Y pasó un Hulano de Angulo e un Francisco Gutiérrez y otro mancebo que se decía Santa Clara, vecinos que fueron de la Habana; todos murieron en poder de indios.
Y pasó un Garci-Caro, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. Y pasó un mancebo que se decía Larios, vecino que fue de Méjico, que tuvo pleitos sobre sus indios; murió de su muerte. Y pasó un Juan Gómez, vecino que fue de Guatimala; fue rico a Castilla. Y pasaron dos hermanos que se decían los Jiménez, naturales que fueron de Linguijuela de Extremadura; el uno murió en poder de indios y el viejo de su muerte. Y pasaron dos hermanos que se decían los Florianes; murieron en poder de indios. Y pasó un Francisco González de Nájera e un su hijo que se dice Pero González de Nájera, y dos sobrinos del Francisco González que se decían los Ramírez; el Francisco González murió en los peñoles questán en lo de la provincia de Guatimala, y los dos sobrinos en las puentes de Méjico. Y pasé otro buen soldado que se decía Amaya, vecino que fue de Guaxaca; murió de su muerte. Y pasaron dos hermanos que se decían Carmonas, naturales de Jerez; murieron de su muerte. Y pasaron otros dos hermanos que se decían los Vargas, naturales de Sevilla; el uno murió en poder de indios y el otro de su muerte. Y pasó un muy buen soldado que se decía de Polanco, natural de Ávila, vecino que fue de Guatimala; murió de su muerte. Y pasó un Hernán López de Ávila, tenedor que fue de los bienes de difuntos; fue a Castilla rico. Y pasó un Juan de Aragón, vecino de Guatimala. Y pasó un Andrés de Rodas, vecino de Guatimala; murió de su muerte. E un Hulano de Cieza, que tiraba muy bien una barra; murió en poder de indios.
Y pasó un Santisteban el Viejo de Chiapa; murió de su muerte. Y pasó un Bartolomé Pardo; murió en poder de indios. Y pasó Bernaldino de Coria, vecino que fue de Chiapa, padre de uno que se decía Centeño; murió de su muerte. Y pasó un Pedro Escudero e un Juan Cermeño e otro su hermano deste Cermeño, que también se decía Cermeño, buenos soldados: al Pedro Escudero y al Juan Cermeño mandó don Fernando Cortés ahorcar porque se alzaban en un navío para ir a la isla de Cuba a dar mandado a Diego Velázquez, gobernador della, de cuándo y cómo enviamos los procuradores y oro y plata a Su Majestad para que lo saliesen a tomar en la Habana, y quien lo descubrió fue el Bernaldino de Coria, vecino que fue de Chiapa, y, como digo, murieron ahorcados. Y pasó un Gonzalo de Umbría, muy buen soldado; a éste también mandó Cortés que le cortasen los dedos de los pies porque se iba con los demás; fuese a Castilla a quejar delante de Su Majestad, y le fue muy contrario a Cortés, y Su Majestad le mandó dar su real cédula para que en la Nueva España le diesen mil pesos de renta, y nunca vino de Castilla, que allá murió. Y pasé un Ramiro Rangel, que fue persona preminente y estaba muy tullido de bubas; nunca fue en la guerra para que dél se hiciese memoria, y de dolores murió. Y pasó un Francisco de Orozco, que también estaba malo de bubas y había sido soldado en Italia, questuvo ciertos días por capitán en lo de Tepeaca entre tanto questuvimos en la guerra de Méjico; no sé qué se hizo ni dónde murió.
Y pasó un soldado que se decía Mesa y había sido artillero y soldado en Italia, y ansí lo fue en esta Nueva España, y murió ahogado en un río después de ganado Méjico. Y pasó otro muy esforzado soldado que se decía Hulano Arbolanche, natural de Castilla la Vieja; murió en poder de indios. Y pasó otro buen soldado que se decía Luis Velázquez, natural de Arévalo; murió en lo de las Higueras cuando fuimos con Cortés. Y pasó un Martín García, valenciano, buen soldado; murió en lo de las Higueras cuando fuimos con Cortés. Y pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Barrientos; éste se fue de Tustepeque a acoger entre los de Chinanta, cuando se alzó Méjico, y en lo de Tuztepeque murieron sesenta y seis soldados y cinco mujeres de Castilla de los de Narváez y de los nuestros, que mataron los mejicanos que estaban en guarnición en aquella provincia.
Y también paso otro muy buen soldado que se decía Alonso Luis o Juan Luis, y era muy alto de cuerpo, y le decíamos por sobrenombre el Niño; murió en poder de indios. Y pasó otro buen soldado que se decía Hernando Burgueño, natural de Aranda de Duero; murió de su muerte. Y pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Monroy, e porque se decía que era hijo de un comendador de Santisteban, porque no le conociesen se llamaba el Manco; murió en poder de indios. Y pasó un Almodóvar el Viejo, e un hijo suyo que se decía Alvarado de Almodóvar, y dos sobrinos que tenían el mismo sobrenombre de Almodóvar, y el un sobrino murió en poder de indios y el Viejo y el Alvarado y el sobrino murieron de su muerte.
Y pasaron dos hermanos que se decían los Martínez, naturales de Fregenal, buenos hombres por sus personas, y murieron en poder de indios. Y pasó un buen soldado que se decía Juan del Puerto; murió tullido de bubas. Y pasó otro buen soldado que se decía Lagos; murió en poder de indios. Y pasó un fraile de Nuestra Señora de las Mercedes, que se decía fray Bartolomé de Olmedo, y era teólogo y gran cantor; murió de su muerte. Y pasó un clérigo presbítero que se decía Juan Díaz, natural de Sevilla; murió de su muerte. Y pasó otro soldado que se decía[103], natural de las Garrovillas; éste, según decían, había llevado a Castilla de la isla de Santo Domingo cinco mil pesos de oro que cogió en unas minas ricas, y como llegó a Castilla lo gastó y jugó y se vino con nosotros, e indios le mataron. Y pasó un Alonso Hernández Paulo, ya hombre viejo, y dos sobrinos: el uno se decía Alonso Hernández, buen ballestero, y el otro su sobrino no se me acuerda el nombre; el Alonso Hernández murió en poder de indios, y el viejo y el otro su sobrino murieron de sus muertes. Y pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Almesta, natural de Sevilla o de Aljarabe; murió en poder de indios. E pasó otro buen soldado que se decía Rabanal, montañés, murió en poder de indios. E pasó otro muy buen hombre por su persona, que se decía Pedro de Guzmán, e se casó con una valenciana que se decía doña Francisca de Valterra; fuese al Perú e hobo fama que murieron helados él y la mujer.
E pasó un buen ballestero que se decía Cristóbal Díaz, natural de Colmenar de Arenas; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Retamales; murió en poder de indios en lo de Tabasco. E pasó otro esforzado soldado que se decía Ginés Norte; murió en lo de Yucatán en poder de indios. E pasó otro muy diestro soldado e bien esforzado que se decía Luis Alonso, e cortaba muy bien con una espada, murió en poder de indios. E pasó un Alonso Catalán, buen soldado; murió en poder de indios, y otro soldado que se decía Juan Siciliano, vecino que fue de Méjico, murió de su muerte. Murió otro buen soldado que pasé con nosotros, que se decía Hulano de Canillas, que fue en Italia atambor, e ansí lo fue en esta Nueva España, como he dicho; murió en poder de indios.
Y pasó un Pedro Hernández, secretario que fue de Cortés, natural de Sevilla; murió en poder de indios. Y pasó un Juan Díaz que tenía una gran nube en el ojo, natural de Burgos, e traía a cargo del rescate e vituallas que traía Cortés, murió en poder de indios. E pasó un Diego de Coria, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasé otro buen soldado mancebo que se decía Juan Núñez de Mercado; decían que era natural de Cuéllar, e otros decían que era natural de Madrigal; este soldado cegó de los ojos, vecino que agora es de la Puebla. E pasó otro buen soldado, y el más rico de todos los que pasamos con Cortés, que se decía Juan Sedeño, natural de Arévalo, y trujo un navío suyo e una yegua e un negro e tocinos e mucho pan cazabi; murió de su muerte y fue persona preminente. E pasó un Hulano de Baeza; vecino que fue de la Trinidad; murió en poder de indios. E pasó un Zaragoza, ya hombre viejo, padre que fue de Zaragoza, el escribano de Méjico; murió de su muerte. Y pasó un buen soldado que se decía Diego Martín, de Ayamonte; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Cárdenas; decía él mismo que era nieto del comendador mayor don Hulano Cárdenas, murió en poder de indios. Y pasó otro soldado que se decía Cárdenas, era hombre de la mar, piloto, natural de Triana; éste fue el que dijo que no había visto tierra a donde hobiese dos reyes como en la Nueva España, porque Cortés llevaba quinto como rey después de sacado el real quinto, e de pensamiento cayó malo e fue a Castilla e dio relación dello a Su Majestad e de otras cosas de agravios que le habían hecho, e fue muy contrario en las cosas de Cortés, e Su Majestad le mandó dar su real cédula para que le diese indios que rentasen mil pesos, e ansí como vino con ella a Méjico murió de su muerte.
E pasó otro muy buen soldado que se decía Argüello, natural de León, murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Diego Hernández, natural de Saelices de los Gallegos, e ayudó aserrar la madera de los bergantines, e cegó e murió de su muerte. E pasó otro buen soldado de muchas fuerzas e animoso, que se decía Hulano Vázquez; murió en poder de indios. E pasó otro buen soldado, e era ballestero, que se decía Arroyuelo; decían que era natural de Olmedo; murió en poder de indios. E pasó un Hulano Pizarro, capitán que fue en entradas; decía Cortés que era su deudo; en aquel tiempo no había nombre de Pizarros, ni el Perú estaba descubierto; murió en poder de indios. E pasó un Álvarez López, vecino que fue de la Puebla; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Alonso Yáñez, natural de Córdoba, y este soldado fue con nosotros a las Higueras, e entre tanto que fue se le casó la mujer con otro marido, e desque volvimos de aquel viaje no quiso tomar a la mujer; murió de su muerte. E pasó un buen soldado e bien suelto peón que se decía Magallanes, portugués, murió en poder de indios. E pasó otro portugués, platero; murió en poder de indios. E pasó otro portugués, ya hombre anciano, que se decía Alonso Martín de Alpedrino; murió de su muerte. E pasó otro portugués que se decía Juan Álvarez Rubazo; murió de su muerte. E pasó otro muy esforzado portugués que se decía Gonzalo Sánchez; murió de su muerte. E pasó otro portugués, vecino que fue de la Puebla, que se decía Gonzalo Rodrigues, persona preminente; murió de su muerte. E pasaron otros dos portugueses, vecinos de la Puebla, que se decían los Villanuevas, altos de cuerpos; no sé qué se hicieron e dónde murieron.
E pasaron tres soldados que tenían por sobrenombre Hulanos de Ávila: el uno, que se decía Gaspar de Ávila fue yerno de Ortigosa el escribano; murió de su muerte; el otro Ávila se allegaba con el capitán Andrés de Tapia; murió en poder de indios, e el otro Ávila no me acuerdo a donde fue a ser vecino. E también pasaron dos hermanos, ya hombres ancianos, que se decían Bandadas; decían que eran naturales de tierra de Ávila; murieron en poder de indios. Y pasaron tres soldados que tenían por sobrenombre todos tres Espinosas: el uno era vizcaíno e murió en poder de indios, y el otro se decía Espinosa de la Bendición, porque siempre traía por plática, e era muy buena aquella plática, «con la buena bendición», e murió de su muerte, y el otro Espinosa era natural de Espinosa de los Monteros; murió en poder de indios.
E pasó un Pero Perón, de Toledo; murió de su muerte. E vino otro buen soldado que se decía Villasinda, natural de Portillo; murió de su muerte. E pasaron dos buenos soldados que se decían por sobrenombre San Juanes: al uno llamábamos San Juan el Entonado porque era muy pretencioso, y murió en poder de indios, y al otro se que decía San Juan de Uchila; era gallego; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Martín Izquierdo, natural de Castromocho; fue vecino en la villa de San Miguel, sujeta a Guatimala; murió de su muerte. E pasó un Aparicio, que se casó con una que se decía la Medina, natural de Medina de Rioseco, vecino que fue de San Miguel; murió de su muerte. E pasó un buen soldado que se decía Cáceres, natural de Trujillo; murió en poder de indios. E pasé otro buen soldado que se decía Alonso de Herrera, natural de Jerez; éste fue capitán en los Zapotecas e acuchilló a otro capitán que se decía Figueroa sobre ciertas contiendas de las capitanías, e por temor del tesorero Alonso de Estrada, que en aquella sazón era gobernador, porque no le prendiese se fue a lo del Marañón, e allá murió en poder de indios, e el Figueroa se ahogó en el mar yendo a Castilla.
E también pasó un mancebo que se decía Maldonado, natural de Medellín; estaba muy malo de bubas, e no sé si murió de su muerte, ni lo digo por Maldonado el de Veracruz, marido que fue de doña María del Rincón. E pasó otro soldado que se decía Morales, ya hombre anciano, que renqueaba de una pierna, decía que fue soldado del comendador Solís; fue alcalde ordinario en la Villa Rica e hacía recta justicia. E pasó otro soldado que se decía Escalona el Mozo, murió en poder de indios. E pasaron otros tres soldados que todos tres fueron vecinos de la Villa Rica, e nunca fueron a guerra ni a entrada ninguna de la Nueva España; el uno le decían Arévalo, e al otro Juan León, y al otro Madrigal; murieron de su muerte. E pasó también otro soldado que se decía por sobrenombre Lencero, cuya fue la venta que agora se dice «Lencero», que está entre la Veracruz e la Puebla, e fue buen soldado, e murió de su muerte. E pasó un Pedro Gallego, hombre gracioso e decidor, e también tuvo otra venta camino derecho cuando va de la Veracruz a Méjico; murió de su muerte.
E pasó un Alonso Durán, que era algo bisojo, que no vía bien, que ayudaba de sacristán; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Navarro, e que se allegaba en todo lo del capitán Sandoval, e después se casó en la Veracruz; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Alonso de Talavera, que se allegaba en casa del capitán Sandoval, e murió en poder de indios. E pasaron dos soldados que se decían, el uno Juan de Manzanilla, y el otro Pedro de Manzanilla, e murió en poder de indios, y el Juan de Manzanilla fue vecino de la Puebla; murió de su muerte. E pasó un soldado que se decía Benito de Beel; fue atambor y tamborino de ejércitos de Italia, e también lo fue en esta Nueva España; murió de su muerte. E pasó un Alonso Romero, vecino que fue de la Veracruz, persona rica e preminente; murió de su muerte. E pasó un Niño Pinto, su cuñado, vecino que fue de la Veracruz, priminente persona e rica; murió de su muerte. E pasó un buen soldado que se decía Sindos de Portillo, natural de Portillo, e tenía muy buenos indios y estaba rico, e dejó sus indios y vendió sus bienes e los repartió a pobres, e se metió a fraile francisco, e fue de santa vida; este fraile fue conoscido en Méjico, y era público que murió santo y que hizo milagros, y era casi un santo.
E otro buen soldado que se decía Francisco de Medina, natural de Medina del Campo, se metió a fraile francisco e fue buen religioso; e otro buen soldado que se decía Quintero, natural de Moguer, e tenía buenos indios e estaba rico, e lo dio por Dios e se metió a fraile francisco, e fue buen religioso; e otro buen soldado que se decía Alonso de Aguilar, cuya fue la venta que agora se llama de Aguilar, que está entre la Veracruz e la Puebla, y estaba rico y tenía buen repartimiento de indios, todo lo vendió e lo dio por Dios, y se metió a fraile dominico y fue muy buen religioso; este fraile Aguilar fue muy conoscido y fue muy buen fraile dominico; y otro buen soldado que se decía Hulano Burguillos, tenía buenos indios y estaba rico, e lo dejó y se metió a fraile francisco; e este Burguillos después se salió de la orden e no fue tan buen religioso como debiera; e otro buen soldado, que se decía Escalante, era muy galán y buen jinete, se metió fraile francisco, y después se salió del monasterio, y desde allí a obra de un mes tornó a tomar los hábitos, e fue muy buen religioso; e otro buen soldado que se decía Lintorno, natural de Guadalajara, se metió a fraile francisco e fue buen religioso, e solía tener indios de encomienda e era hombre de negocios; otro buen soldado que se decía Gaspar Diez, natural de Castilla la Vieja, y estaba rico, ansí de sus indios como de tratos, todo lo dio por Dios y se fue a los pinares de Guajalcingo en parte muy solitaria, e hizo una ermita y se puso en ella por ermitaño, e fue de tan buena vida, e se daba ayunos e deceplinas, que se puso muy flaco e debilitado, e decían que dormía en el suelo en unas pajas, e que desque lo supo el[104] buen obispo don fray Juan de Zamarra lo envió a llamar e le mandó que no se diese tan áspera vida, e tuvo tan buena fama de ermitaño Gaspar Díez, que se metieron en su compañía otros dos ermitaños e todos hicieron buena vida, e al cabo de cuatro años que allí estaban fue Dios servido llevarle a su santa gloria.
E pasó otro buen soldado que se decía Alonso Bellido, y murió en poder de indios. E vino un Hulano Peinado, que se tullió de mal de bubas después de ganado Méjico; murió en la Veracruz. E pasó otro buen soldado que se decía Ribadeo, gallego; murió en poder de indios, en lo de Almería. E pasó otro soldado que se decía el Galleguillo, porque era chico de cuerpo; murió en poder de indios. E pasó un esforzado e osado soldado que se decía Lerma; se fue entre los indios como aburrido porque Cortés le mandó afrentar sin culpa; nunca se supo dél muerto ni vivo. Y también pasó otro buen soldado que se decía Pineda o Pinedo, criado que había sido del gobernador de Cuba Diego Velázquez, e cuando vino Narváez se iba para el Narváez desde Méjico, e en el camino le mataron indios; sospechóse que Cortés mandó que le matasen. Pasó otro buen soldado e buen ballestero que se decía Pedro López, ballestero, que fue con el Alonso de Ávila a la isla Española, e allá se quedó.
E Pasaron tres herreros, el uno se llamaba Juan García, y el otro Hernán Martín, que casó con la Bermuda, e el otro no me acuerdo su nombre; el uno murió en poder de indios, y los dos de sus muertes. E pasé otro soldado que se decía Álvaro Gallego, vecino que fue de Méjico, cuñado de unos Zamoras; murió de su muerte. E pasó otro soldado, ya hombre anciano, que se decía Paredes, padre de un Paredes que agora está en lo de Yucatán; murió aquél en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Jerónimo Mejía Rapalpelo, porque decía él mesmo que era nieto de un Mejía que andaba a robar, en el tiempo del rey Don Juan, en compañía de un Centeno; murió en poder de indios. E pasó un Pedro de Tapia, e murió tullido después de ganado Méjico.
E pasaron ciertos pilotos que se decían Antón de Alaminos e un su hijo que también tenía el mismo nombre que su padre; eran naturales de Palos; e un Camacho de Triana, e un Juan Álvares el Manquillo, de Huelva; e un Sopuesto del Condado, ya hombre anciano; e un Cardenas, éste fue el que estuvo malo del pensamiento como sacaban dos quintos del oro, e, uno para Cortés[105]; e un Gonzalo de Umbría, e hobo otro piloto que se decía Galdín; e también hobo más pilotos, que ya no se me acuerdan sus nombres, mas el qué yo vi que se quedó por vecino en Méjico fue el Sopuesta, que todos los demás se fueron a Cuba, e a Jamaica, e a otras islas, e a Castilla: a ganar pilotajes, por temor del marqués Cortés, que estaba mal con ellos porque dieron aviso a Francisco de Garay de las tierras que demandó a Su Majestad que le hiciese mercedes, y aun fueron cuatro pilotos dellos a se quejar de Cortés delante de Su Majestad, los cuales se decían los Alaminos, e el Cárdenas, e el Gonzalo de Umbría, e les mandó dar cédulas reales para que en la Nueva España diesen a cada uno a mil pesos de renta y el Cárdenas vino, y los demás nunca vinieron.
E pasó otro soldado que se decía Lucas, ginovés, e era piloto; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Juan, ginovés; murió en poder de indios. E también pasó otro genovés, vecino que fue de Guaxaca, marido de una portuguesa vieja; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Enríquez, natural de tierra de Palencia; este soldado se ahogó de cansado e de peso de las armas y del calor que le daban. E pasé otro soldado que se decía Cristóbal, de Jaén, e era carpintero, y murió en poder de indios. E pasé un Ochoa, vizcaíno, hombre rico e priminente, vecino que fue de Guaxaca; murió de su muerte. Y pasó un bien esforzado soldado que se decía Zamudio; fuese a Castilla porque acochilló a uno en Méjico, e en Castilla fue capitán de una compañía de hombres de armas; murió en lo de Castilnovo con otros muchos caballeros españoles.
E pasó otro soldado que se decía Cervantes el Loco; era chocarrero e truán; murió en poder de indios. E pasó un Plazuela; murió en poder de indios. E pasó un buen soldado que se decía Alonso Pererelmaite, que vino casado con una india muy hermosa del Bayamo; murió en poder de indios. E pasó un Martín Vázquez, natural de Olmedo, hombre rico e preminente, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasó un Sebastián Rodríguez; fue ballestero y después de ganado Méjico fue trompeta; murió de su muerte. E pasó otro ballestero que se decía Peñalosa, compañero de Sebastián Rodríguez, e murió de su muerte. E pasó un soldado que se decía Álvarez, hombre de la mar, natural de Palos, que dicen que tuvo con indias de la tierra treinta hijos e hijas en obra de tres años; murió entre indios en lo de las Higueras. E pasó otro soldado que se decía Juan Pérez Malinche, que después le oí nombrar Artiaga, vecino de la Puebla, persona que fue rica; murió de su muerte. E pasó un buen soldado que se decía Pedro González Sabiote; murió de su muerte.
E pasó un buen soldado que se decía Jerónimo de Aguilar; este Aguilar pongo en esta cuenta porque fue el que hallamos en la punta de Cotoche, que estaba en poder de indios, e fue nuestra lengua; murió de mal de bubas. E pasó otro soldado que se decía Pedro, valenciano, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasaron dos soldados que tenían por sobrenombre Tarifas, el uno fue vecino de Guaxaca, marido de la Muñiz; murió de su muerte; el otro se decía Tarifa de las Manos Blancas, natural de Sevilla; pósosele aquel nombre porque no era para la guerra ni para cosas de trabajo, sino hablar de cosas pasadas; murió en el río del Golfo Dulce, ahogado él e su caballo, que nunca parecieron. E pasó otro buen soldado que se decía Pero Sánchez Farfán, persona que valla e estuvo por capitán en Tezcuco entretanto que estábamos sobre Méjico; murió de su muerte. E pasó otro buen soldado que se decía Alonso Escobar el Paje, de quien se tuvo mucha cuenta de su persona; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía el bachiller Escobar; era boticario e curaba; murió de su muerte. E pasó otro soldado que, se decía también Escobar, e fue bien esforzado; mas fue tal y tan bollicioso e de mala manera, que murió ahorcado porque forzó a una mujer e por revoltoso.
E pasé otro soldado que se decía Hulano de Santiago, natural de Huelva, e se fue rico a Castilla. E pasó otro su compañero del Santiago que se decía Ponce; murió en poder de indios. E pasó un Hulano Méndez, ya hombre anciano; murió en poder de indios. E pasaron otros tres soldados que murieron en las guerras que tuvimos en lo de Tabasco: el uno se decía Saldaña, los otros dos no me acuerdo sus nombres. E pasó otro buen soldado e ballestero, que era hombre anciano, que jugaba mucho a los naipes, e murió en poder de indios. E pasó otro soldado anciano que trujo un su hijo que se decía Orteguilla, paje que fue del gran Montezuma; ansí el viejo como el hijo murieron en poder de indios.
E pasó otro soldado que se decía Hulano de Gaona, natural de Medina de Rioseco; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Juan de Cáceres, que después de ganado Méjico fue hombre rico, vecino de Méjico; murió de su muerte. E pasó otro soldado que se decía Hurones, natural de las Garrovillas, y murió de su muerte. E pasó otro soldado, ya hombre anciano, que se decía Ramírez el Viejo que renqueaba de una pierna, vecino que fue de Méjico; murió de su muerte. E pasó otro soldado e bien esforzado que se decía Luis Farfán; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Morillas; murió en poder de indios. E pasó otro soldado que se decía Hulano de Rojas, que después pasó al Perú e allá murió. E pasó un Astorga, hombre anciano, vecino que fue de Guaxaca; murió de su muerte. E pasó un Pedro Tostado e un su hijo que tenía el mismo nombre: un Tostado murió en poder de indios e el otro de su muerte.
E pasó otro buen soldado que se decía Baldovinos; murió en poder de indios. También quiero poner aquí a Guillén de la Loa, e Andrés Núñez, e a maestre Pedro de la Harpa, e a otros tres soldados; este Guillén de la Loa fue persona priminente e era de los que Francisco de Garay había enviado a descubrir lo de Pánuco, e venía a tomar posesión en la tierra por el Garay, e le prendimos a él y a los que traía en su compañía, e por esta causa los pongo en esta relación de los de Cortés; el Guillén de la Loa murió de un cañonazo que le dieron en Méjico en un juego de cañas; el maestre Pedro de Arpa era valenciano, e murió de su muerte; e también el Andrés Núñez murió de su muerte, y los demás murieron en poder de indios. E pasó un Porras, muy bermejo e gran cantor; murió en poder de indios.
E pasó un Ortiz, gran tañedor de viola e amostraba a danzar; e vino otro su compañero que se decía Bartolomé García, e fue minero en la isla de Cuba a este Ortiz e Bartolomé García pasaron el mejor caballo que pasó en nuestra compañía, el cual les tomó Cortés e se los pagó; murieron entrambos compañeros en poder de indios. E pasó otro buen soldado que se decía Serrano; era ballestero; murió en poder de indios. E pasó un hombre anciano que se decía Pedro de Valencia; era natural de un lugar que era de Plasencia. E pasó un buen soldado que se decía Quintero; fue maestre de navío; murió en poder de indios. E pasó un Alonso Rodríguez, que dejó buenas minas en la isla de Cuba e estaba rico, e murió en poder de indios en los peñoles que agora llaman Los Peñoles, que ganó el marqués, e también allí murió otro buen soldado que se decía Gaspar Sánchez, sobrino del tesorero de Cuba, con otros soldados que fueron de los de Narváez.
E también pasé un Pedro de Palma, primer marido que tuvo Elvira López la Larga; murió ahorcado, juntamente él e otro soldado de los de Cortés que se decía Trebejo, natural de Fuente Ginaldo, los cuales mandó ahorcar Gil González de Ávila o Francisco de las Casas, e juntamente con ellos ahorcaron a un clérigo de misa, por revolvedores e amotinadores de ejércitos, cuando se venían a la Nueva España desde Naco después que hobieron degollado a Cristóbal de Olí; estos soldados e el clérigo eran de los del Cristóbal de Olí, e a mí me amostraron un árbol e ceiba donde los ahorcaron viniendo que veníamos de las Higueras en compañía del capitán Luis Marín.
E volviendo a nuestro primer cuento, también pasó un Andrés de Mol, levantisco; murió en poder de indios. E también pasó un buen soldado que se decía Alberá, natural de la Villanueva de la Serena; murió en poder de indios. E pasaron otros muy buenos soldados que solían estar en Cuba, hombres de la mar, como fueron pilotos, maestres e contramaestres, de los más mancebos de los navíos que dimos al través, e muchos dellos fueron muy animosos soldados en las guerras e batallas, e por no me acordar de todos no pongo aquí sus nombres. E también pasaron otros soldados hombres de la mar que se decían los Peñales, e otros Pinzones, los unos naturales de Gibraleón e otros de Palos; dellos murieron en poder de indios y otros de sus muertes naturales.
También me quiero yo poner aquí en esta relación a la postre de todos, puesto que vine a descubrir dos veces primero que don Hernando Cortés, según lo tengo ya dicho en el capítulo que dello habla, y tercera vez con el mismo Cortés; mi nombre es Bernal Díaz del Castillo, e soy vecino e regidor de la ciudad de Santiago de Guatimala, e natural de la muy noble e insine e muy nombrada villa de Medina del Campo, hijo de Francisco Díaz del Castillo regidor que fue de ella, que por otro nombre nombraban el Galán: que haya santa gloria; e doy muchas gracias e loores a Nuestro Señor Jesucristo e a Nuestra Señora la Virgen Sancta María, su bendita madre, que me ha guardado que no sea sacrificado como en aquellos tiempos se sacrificaron todos los más de mis compañeros que nombrados tengo, para que agora se descubran y se vean muy claramente nuestros heroicos hechos y quiénes fueron los valerosos capitanes y fuertes soldados que ganamos esta parte del Nuevo Mundo y no se refiera la honra de todos a un solo capitán.