Muchas personas dan una gran importancia al árbitro para marcar un adecuado «ritmo de partido». Casi cada árbitro siente un ritmo de partido distinto. Básicamente, cada partido tiene un ritmo distinto para ellos. El ritmo está en el agua, pero resulta afectado por lo que sucede en el agua y fuera de ella. El ritmo sube y baja y cambia de «tempo». Generalmente, algunas de las cosas que pasan, se sienten como buenas y otras como malas; en consecuencia, marcar el «ritmo del partido» es la habilidad de arbitrar permitiendo las cosas buenas y eliminando las malas. Dicho de otra forma, arbitrar el ritmo del partido es asegurar la progresión natural del juego hacia un final adecuado.
El ritmo del partido no es un concepto fácil, y la percepción del ritmo cambia según como lo desarrolle el árbitro. Normalmente, el ritmo idóneo se suele encontrar en mayor medida en los partidos en los que tanto los jugadores como los árbitros tienen mejor nivel. Tenderá a haber menos ritmo, en la medida en que los árbitros son menos experimentados y los jugadores menos habilidosos.