Una forma práctica de clasificar las faltas sería dividirlas en tres categorías. Dentro de cada categoría, se pueden ordenar de las más leves hasta las más severas.
En general, las faltas de juego son las faltas normales en el waterpolo. Son faltas que a menudo forman parte de una estrategia defensiva.
Las faltas agresivas son las faltas que se relacionan con la intensidad del juego. Se puede aceptar un juego intenso o presionante en cierta medida, pero se debe evitar el juego demasiado agresivo.
Faltas de conducta son las faltas que no tienen nada que ver con el juego del waterpolo y que obedecen simplemente a una cuestión disciplinaria. Estas faltas se deben señalar de una forma estricta y enérgica.
Generalmente, la primera expulsión es la más difícil de señalar y es la que, a la vez, está marcando los límites que va establecer el árbitro entre el juego que se va a permitir y el que no. Por esta razón, no es nada recomendable retardar la señalización de la primera expulsión. Si el árbitro empieza a «perdonar» infracciones por estar aún empezando el partido, se está creando él mismo un problema de control que difícilmente va a poder recuperar.