cap6

letrecién cuando el sol estaba en lo más alto, Confuso y Nerviosa se despertaron. Es que habían pasado parte de la noche leyendo Confuso contra los marcianos y después discutieron acerca del libro más de dos horas.

A Nerviosa el libro le había parecido «demasiado fantasioso» y «un poco tonto».

A Confuso le pareció «una increíble maravilla» y «el mejor libro que se haya escrito jamás».

Habían discutido hasta el amanecer, cada vez más fuerte, y llegó un momento en el que hasta se miraban con odio.

—¿El mejor libro que se haya escrito? —se burló Nerviosa, nerviosa—. ¡El único querrás decir!

—¡Lo que ocurre es que una perra no lo entiende! ¡Si fueras perro sabrías apreciar una buena aventura! En este libro hay acción, sufrimiento, peleas, mordiscos, chistes… ¡No amor ni esas tonterías que deben ser de tu gusto!

—¿Qué sabés cuáles son mis gustos?

Así discutieron hasta la madrugada, cuando los venció el sueño y cada uno se acomodó bajo un árbol, lo más lejos posible del otro.

Sin embargo, cuando Confuso despertó, lo primero que hizo fue ir a buscar a su amiga.

—¡Eh, tengo hambre! —le dijo.

Como toda su vida había recibido comida de su amo, por alguna razón le parecía que Nerviosa tenía que resolverle ese problema.

—Yo también —dijo Nerviosa, como entre sueños.

Nerviosa tenía más experiencia en encontrar alimentos: hacía una semana que vivía en la calle. Conocía dónde había restaurantes y carnicerías, qué vecinos sacaban bolsas de residuos fuera de horario, en qué sectores del parque había gente que comía y dejaba trocitos aprovechables, y todo eso.

Sin embargo, después de una larga recorrida no fue demasiado lo que encontraron. Por suerte, cuando estaban de regreso en la plaza, hallaron una milanesa sobre un banco. Con enorme alegría la transportaron hasta un monumento y allí la repartieron, tironeando cada uno de un extremo.

—¡Es lo más rico que comí en mi vida! —dijo Confuso mientras masticaba su parte—. Me gusta la vida en libertad. Aunque extraño un poco a mi dueño. ¡Qué buen libro escribió sobre mi vida! Es un hombre muy talentoso.

—¡Uf! Ni era buen libro, ni era tu vida.

En ese momento, llegó al lugar un hombre con un gran ramo de flores:

—¡Dios mío! ¡Mi novia! ¡Desapareció mi novia! —se puso a gritar.

—¡Mi dueño! —exclamó Confuso corriendo al encuentro del hombre—. ¡No sabía que tenía novia!

—Esto es terrible —dijo el hombre dejándose caer en el banco, como si estuviera por desmayarse.

Sin reparar en la presencia de Confuso, el hombre agregó:

—Dejé unos minutos a mi novia en este banco para comprarle flores. ¿Dónde está? ¿Se fue? ¿Ya no me quiere? ¿La habrán raptado?

—¡Dimitri! —le ladró Confuso a milímetros de su cara.

—¡Confuso! ¡Qué sorpresa! ¡Te estuve buscando!

—Aquí estoy —le respondió Confuso, con ladridos de alegría.

—¡Aquí estás! ¡Qué suerte! ¡Recobré a mi perrito!

—Sí.

—Pero ¡acabo de perder a mi novia! Desde hace un rato tengo novia. Me estaba esperando aquí, y…

—¿Cómo era?

—¡Estaba acá, sentada en el banco!

—No había nadie sentado en el banco. Sólo estaba la milanesa que nos comimos —ladró Nerviosa.

—¿Se la comieron? ¡Dios mío! ¡Se comieron a mi novia! ¡Asesinos! —gritó furioso el dueño de Confuso y comenzó a perseguir a los perros por todo el parque.