1

Tuvieron que separarse frente al control de equipajes, pero como en aquel pequeño aeropuerto todos los mostradores y los puestos de control se hallaban en el mismo recinto, pudo seguirla con la vista mientras ella colocaba la maleta en la cinta transportadora, atravesaba el arco detector, enseñaba su tarjeta de embarque y era conducida al avión. Él estaba justo detrás de la puerta de cristal que daba a la pista.

Tras cada uno de esos movimientos, ella se daba la vuelta y le saludaba con la mano. En la escalerilla del avión se volvió por última vez, sonrió y lloró, y se llevó la mano al corazón. Cuando desapareció en el interior del aparato, él siguió agitando la mano en dirección a las ventanillas, sin saber si ella lo seguiría viendo. Después, los motores se pusieron en marcha, los propulsores giraron, el avión rodó por la pista, fue acelerando y se elevó.

Su vuelo no salía hasta una hora más tarde. Fue a buscar un café y el periódico y se sentó en un banco. Desde que se conocieron no había vuelto a leer el periódico ni a tomar café él solo. Como al cabo de un cuarto de hora seguía sin haber leído ni una línea, pensó: me he olvidado de estar solo. La idea le gustó.