Las cualidades del perfilador
¿Qué cualidades debe tener un profesional que realiza un perfil criminológico? Roy Hazelwood, el reconocido ex agente del FBI y uno de los autores más destacados del profiling, señaló como prioritarios los siguientes requisitos: experiencia en la investigación criminal, comprensión suficiente de la conducta y de la motivación humanas, capacidad para el razonamiento objetivo y amplitud perceptiva o intuición.
Todas estas cualidades me parecen necesarias y relevantes, aunque luego haré algunas matizaciones. Ahora bien, a lo largo de este libro hemos visto que no existe un sistema rígido para realizar un perfil. De hecho, los presupuestos y la técnica utilizada cambian según estemos trabajando con los principios de la escuela del FBI, por una parte, o con los pertenecientes a la escuela de Liverpool de David Canter y sus colegas, por otra (por citar quizás las dos corrientes más claramente diferenciadas). Se sigue de lo anterior que quizá las cualidades que ambas escuelas señalarían para definir a un perfilador competente podrían ser divergentes. Repasemos brevemente los rasgos distintivos de ambas, así como la tercera vía, la que supone una integración de ambas, que es la que yo propugno.
En realidad es difícil llegar a concluir exactamente cuál es el peso o la relevancia que tienen los diferentes requisitos señalados. La intuición, por ejemplo, definida como la capacidad para «ver un poco más allá» de lo evidente, resulta crucial si se trata de descubrir un patrón o una relación que no es del todo evidente. A su vez, es difícil desarrollar esa intuición si el investigador no cuenta con un bagaje de experiencias que haga posible que esa intuición tenga material con el que formarse. Lo que quiero decir es que la intuición deriva de que hay un fondo de conocimientos que, estimulado por un problema en particular, se activa en un nivel inconsciente para hacer llegar a la conciencia —a modo de sentimiento o experiencia súbita, del tipo de «¡Ajá, esto es!»— una idea clara o una revelación antes inédita sobre el problema en que se está reflexionando.
Por lo que respecta al pensamiento lógico y objetivo, su importancia viene avalada por determinados experimentos realizados recientemente (véanse los trabajos de Kocsis, en los que se simula por escrito una escena del crimen y diferentes grupos tienen que realizar un perfil con los datos que se les suministran) que señalan que esta cualidad tiene mucha más relevancia que la experiencia en la investigación. De hecho, en tales experimentos (que incluían casos de asesinato y de incendio intencionado) los estudiantes de ciencias y los perfiladores profesionales obtuvieron mejores puntuaciones que los policías experimentados en investigaciones criminales.
Por supuesto, el uso de experimentos de simulación no dice nada acerca de lo eficaces que son los policías en la investigación de sus casos. En realidad, la mayoría de los inspectores que investigan no reciben formación específica en la metodología del profiling, ni rutinariamente los llevan a cabo. Por otra parte, no es lo mismo contestar a una serie de preguntas en un cuestionario que estar sobre el terreno, «oliendo» la escena del crimen y dejando trabajar a la intuición. En tales escenarios la experiencia quizá juegue un papel mucho más relevante.
En todo caso, no cabe duda de que la capacidad de observación rigurosa y de pensar con coherencia, con estructura y con rigor lógico ha de ser un elemento esencial del proceso de profiling. ¿Qué significa exactamente ese tipo de cualidad? La observación rigurosa no necesita mucha explicación: es la capacidad de fijarse en to dos los detalles y, al tiempo, en la visión de conjunto. Esta última requiere de una perspectiva diferente a la de examinar los elementos individuales. Por ejemplo, en el capítulo 2, en el caso del asesino de Sudáfrica, cuando nos detenemos en las víctimas de violación y observamos que el autor no les infiere más violencia que la necesaria para conseguir su sumisión y consumar la agresión, estamos empleando la observación analítica: a partir de ahí podemos concluir que el asesino no es un sádico sexual, ni un violador que actúa motivado por la ira. Sin embargo, cuando después de revisar los cuatro crímenes observamos que los hombres son tratados en todos los casos de forma vejatoria o con absoluta indiferencia, y somos capaces de entender que hay un patrón en el que las mujeres son meras comparsas, entonces hemos empleado una visión amplia, una perspectiva de conjunto.
El pensamiento lógico entra a continuación. Éste se define como la capacidad de derivar una secuencia de hechos o de hipótesis de acuerdo con lo que señalan las condiciones antecedentes. La abstracción lógica nos permite seguir los acontecimientos una vez que hemos desentrañado su estructura interna. Para volver con el ejemplo anterior, si los hombres son de verdad su objetivo, ¿qué podemos decir entonces del agresor? ¿Quién es alguien que quiere humillar a los hombres, que los trata como meros objetos a los que despreciar? A partir de ahí empleamos nuestros conocimientos en psicología y criminología (que desde luego han de incluir información sobre los asesinos en serie) y proponemos que tiene una determinada personalidad, estilo de vida, etc., es decir, los datos que se suelen incluir en todo perfil.
Podemos ver ese mismo proceso en el caso del asesino de la baraja. Este sujeto mató a seis personas con su pistola Tokarev en distintos lugares de Madrid y su provincia. Las víctimas podían ser cualquiera, eran seleccionadas meramente por la oportunidad que tenía el asesino de matarlas impunemente. Cuando elaboré el perfil, tuve que ir un poco más allá de lo que revelan las escenas de los crímenes por separado. Cada una de ellas tomada de forma aislada indicaba cosas muy diferentes: recordemos que los diferentes asesinatos incluían una victimología muy variada, así como diferentes ubicaciones (el interior de una portería, un bar, una parada de autobús y diferentes escenarios de la vía pública) de ejecución del crimen, así como momentos diversos del día y de la noche. Es sólo cuando adopto la visión de conjunto que interpreto que la clave está en el tipo de víctima escogida y en el modus operandi desarrollado en cada caso. La idea de que las víctimas no son en absoluto seleccionadas por ninguna cualidad intrínseca, sino que son meramente víctimas de la oportunidad, conjuntamente con el hecho de que el asesino ni les dirige la palabra, ni les toca, ni les roba nada, me hace llegar a preguntarme qué busca o logra con esos crímenes. Una vez que aparece la idea de que la firma o motivación general es mostrar superioridad sobre la policía y la necesidad de reconocimiento, el pensamiento lógico sigue su trabajo y me obliga a preguntarme qué tipo de persona puede querer reconocimiento social mediante el empleo de una pistola y actuando como lo haría un asesino profesional o alguien con entrenamiento sofisticado. A partir de ahí los conocimientos sobre psicología criminal, el asesinato serial y los datos de la escena del crimen (se sabe que es una pistola empleada por el ejército español en Bosnia) tienen que ayudarme a derivar el perfil.
La observación y la intuición forman la base del inicio del perfil. Una vez se formula una hipótesis, que es una actividad creativa y que se genera porque la observación «tiró» de la memoria y sacó a relucir conocimientos relevantes basados en la experiencia y en lo aprendido de las ciencias criminológicas y forenses, entonces entra el pensamiento riguroso y lógico. Así, dada esta hipótesis en particular, hemos de preguntarnos: ¿qué hechos de la vida de la persona y de sus características serían lógicamente esperables?
A modo de conclusión
El profesor Silke comenta que la mayoría de las policías del mundo están satisfechas con los esfuerzos de los perfiladores en los casos de investigación criminal que se les confían. Es cierto que rara vez un perfilador ha resuelto un crimen o ha desvelado la personalidad de un asesino en serie hasta el punto de prácticamente identificar al individuo en concreto, pero también es igualmente cierto que ésta no es su misión. Como la dactiloscopia o el análisis de fluidos, el perfil es sólo una herramienta más en el arsenal de las ciencias forenses. Siempre digo esto: la mayor parte del éxito es mérito de los investigadores, de los policías que patean la calle y hacen mil preguntas. Los otros sólo estamos ahí para ayudar cuando sea posible.
¿En qué circunstancias es esa ayuda más probable, o con mejores perspectivas de ser útil para la investigación criminal? El perfilador tiene más posibilidades cuando se cumplen dos condiciones:
Son muchos los críticos que acusan al profiling de poca sistematicidad y de falta de verificación de los resultados. Probablemente es cierto que haya que trabajar mucho en ambos aspectos, pero la propia naturaleza de lo estudiado hace muy difícil todo ese proceso de validación.
En efecto, si nos atenemos a los tipos de crímenes con los que el profiling tiende a identificarse (los asesinos y violadores o pederastas seriales), comprenderemos que cada escena del crimen es, en sí misma, única, como lo es cada investigación. Dos violadores, o dos asesinos, y el modo de ejecutar sus delitos, nunca son idénticos. Poder predecir cómo será el autor de una serie de homicidios, por ejemplo, requiere no sólo saber criminología y tener otros conocimientos de la ciencia forense, sino también saber interpretar —como hemos visto en la segunda parte de este capítulo— claves o situaciones que en esas escenas significan una determinada cosa, o apuntan en una determinada dirección, pero que quizás en otra serie de crímenes tengan un significado diferente.
Por supuesto, la utilidad del profiling pasa porque podamos tener confianza en que determinadas formas de interpretar la escena son correctas de modo general. Por ejemplo, si vemos una mujer maniatada y amordazada, si tiene una bolsa en la cabeza, si tardó tiempo en morir, debemos señalar con convicción que el sujeto mostró una gran necesidad de control y de infligir dolor. Esto podría darnos una orientación importante a la hora de realizar el perfil, pero su influencia sobre el mismo —el tipo de conclusiones o rasgos que deberá incluir el perfil— quizá podría variar si conjuntamente aparecen otros elementos o circunstancias. Es decir, esos mismos actos de control y sadismo podrían apuntar a un perfil diferente si otros elementos de la escena del crimen fueran claramente diferentes.
Eso es lo que hace que el profiling sea, por ahora, tanto un «arte» como una «ciencia». Un campo apasionante, donde la necesidad de rigor ha de ser siempre una exigencia de nuestro trabajo, tanto para señalar los aciertos como para reconocer los fracasos.